Una relación puede ser un camino emocionante hacia lo desconocido. Ofrece una oportunidad siempre presente para crecer espiritualmente: un camino hacia la transformación y el descubrimiento mutuo y, en última instancia, lo divino cuando los socios se abren el uno al otro.
El concepto de espiritualidad deriva de “spiritus”, que significa vitalidad o aliento de vida. Como una carga eléctrica, nuestra alma despierta cuando estamos conectados a esa fuerza. Cuanto más nos alineamos con él, más fuerte y más viva es nuestra alma. Aprovechamos este poder cada vez que nos expresamos auténticamente.
Considere los conceptos espirituales, como la fe, la rendición, la verdad, la compasión y el amor. A medida que practicamos estos principios en nuestras relaciones, tienen un efecto sinérgico, reforzándose unos a otros y fortaleciéndonos.
Fe y entrega
La fe es la primera premisa espiritual. Una relación con una fuente superior o un poder superior, como sea que se defina, debe ser nuestra prioridad porque, cuando hacemos que alguien o algo (como una adicción o una ambición) sea más importante, no solo vivimos con miedo, sino que también nos perdemos a nosotros mismos: nuestra alma. .
En las relaciones, la fe en un poder superior nos permite entregar nuestro bienestar y autoestima a algo que no sea otra persona. Nos ayuda a superar nuestros miedos y construir autonomía y autoestima. Cuando confiamos en que no nos desintegraremos de soledad, miedo, lástima, o abandono, somos capaces de desafiar rechazo y separación de nuestra pareja.
La entrega requiere paciencia, que también viene de la fe. Si queremos renunciar al control de nuestras relaciones, debemos tener la confianza para esperar. Por otro lado, cuando se activan nuestros miedos y defensas, terminamos dañando la relación en nuestros intentos por mantenerla.
Verdad
Nuestro desarrollo espiritual y psicológico se dispara cuando hablamos y actuamos de manera congruente en alineación con nuestro Ser, especialmente cuando sentimos que tenemos más que perder. Con fe ganamos el coraje de arriesgar el disgusto de nuestra pareja y hablar el verdad. Honesto, autentico y asertivo comunicación reemplaza los intentos pasivos y/o agresivos de pagyofacilidad y manipular. La expresión de nuestra vulnerabilidad invita a otros a ser también vulnerables. Esto construye nuestro poder espiritual, resiliencia y autonomía. Al brindar atención amorosa y sin interferencias, se crea un entorno seguro y curativo. Cuando somos correspondidos, ya no sentimos la necesidad de escondernos y crece nuestra capacidad de arriesgarnos y ser vulnerables. Entonces la verdadera intimidad se hace posible.
Compasión y amor
Aceptación es esencial para las relaciones satisfactorias. Sin embargo, solo podemos aceptar y tener compasión por nuestra pareja en la medida en que nos aceptemos y tengamos compasión por nosotros mismos.
La compasión se desarrolla a partir del autoconocimiento y la autoaceptación. Requiere que entreguemos las demandas de nuestro ego para estar a la altura de demandas y expectativas poco realistas e implacables. Cuando entendemos los puntos sensibles y las luchas propias y de nuestra pareja, nuestro “disparadores” — nos volvemos menos reactivos. Entonces podemos escuchar sin juzgar, sin tomar los pensamientos y sentimientos de nuestra pareja tan personalmente.
Los puentes de empatía mutua con nuestra pareja nos permiten alcanzar niveles más profundos de aceptación y compasión por nosotros mismos y por los demás. Dejamos de aferrarnos a expectativas e ideas sobre cómo debemos ser nosotros y nuestra pareja. En cambio, experimentamos tanto a nuestro Ser como a nuestra pareja como únicos y separados.
La ansiedad y la necesidad de comportamientos defensivos que causan problemas en las relaciones se disuelven gradualmente. La relación se convierte en un refugio para que dos almas se experimenten a sí mismas y entre sí en un espacio de amor y respeto. Como confianza crece, la relación deja espacio para una mayor libertad y aceptación.
En una atmósfera de aceptación y compasión, el amor incondicional puede surgir espontáneamente. Martin Buber creía que el espíritu no reside en nosotros sino entre nosotros. Explicó que la experiencia «Yo-Tú» da lugar a una fuerza espiritual numinosa, una «presencia» en la que experimentamos nuestro verdadero Ser.
Experimentar el Ser en este medio se siente estimulante. Cuando no estamos tratando de escondernos, intimidad apoya nuestra totalidad. Paradójicamente, al arriesgarnos a perder a nuestra pareja, nos ganamos a nosotros mismos, y aunque ahora estamos más cerca que antes, estamos más autónomo. El Sí mismo se vuelve sustancial y más individualizado.
Nuestras defensas, que pensábamos que nos mantenían a salvo y nos hacían fuertes, no solo han sido obstáculos para la intimidad, sino que también han fortalecido viejos sentimientos de insuficiencia, que sofocaron nuestro Ser y nuestra verdadera fuerza interior. Confiando en nuestra vulnerabilidad, caminamos vacilantes a través de nuestros miedos. Crecemos en la fe, la autocompasión y el coraje cada vez que expresamos nuestro yo auténtico. Al arriesgarnos a la indefensión, comenzamos a vernos a nosotros mismos y a los demás con más claridad. Descubrimos quiénes somos realmente, nuestra divinidad, dentro de un espacio íntimo de «yo-tú» de incondicionalien todoove.
Nos damos cuenta de que somos suficientes, que nuestra integridad y autoaceptación no depende de lo que piensen los demás, sino de la autoconciencia. Nuestros condicionamientos y bloqueos emocionales pasados se evaporan lentamente y nos volvemos más fuertes. Al vivir en un estado de presencia, nuestras vidas se enriquecen y vitalizan. Nuestro ser genera sanación que fortalece nuestra alma.
Tal relación necesita dos personas comprometidas con un proceso espiritual. Por supuesto, las relaciones requieren seguridad. Aprender a valorarnos y protegernos también son lecciones en nuestro camino espiritual. Cuando no nos sentimos seguros, tenemos el derecho y el deber inherentes de protegernos, no a través de maniobras defensivas, sino expresando directamente nuestros sentimientos, necesidades y deseos. A veces, debemos establecer límites o dejar un relacion toxica.
La relación como un camino espiritual requiere la voluntad de experimentar el dolor de trabajar a través de nuestros miedos y la vieja programación y la creencia de que en la veracidad se encuentra la libertad. En la mayoría de los casos, las parejas se acercan. Una relación saludable florecerá y una inapropiada terminará.
Derechos de autor Darlene Lancer 2019