Lo sospeché desde el principio y los hallazgos de que las mujeres solteras tienden a ser más felices, más saludables y viven más tiempo no fueron una sorpresa. Todo lo que necesité para darme cuenta de eso fue ver el matrimonio condenado de mis padres seguido de una serie de mis propias relaciones frustrantes e insatisfactorias.
Tan pronto como mis relaciones se volvieron serias y estables, los hombres empezaron a esperar demasiado y a ofrecer muy poco. Estaba claro que yo, como mujer, me ocuparía de la casa, lo esperaría con gusto mientras él estaría Dios sabe dónde haciendo Dios sabe qué y, además, lidiaría con sus celos.
Estas eran las reglas no escritas con las que ya no estaba dispuesto a seguir y por eso, al igual que mi madre antes que yo, salí y tomé una larga pausa durante la cual se me ocurrieron mis propias reglas para lo que quiero de una relación. Así fue como pude conseguir un matrimonio perfecto.
Muchas mujeres, sin embargo, no lo hacen. Se quedan, sufren, se quejan, se marchitan y mueren. Sospecho que aquellas que se van o son dejadas por sus maridos y aprenden a tomar el final de un mal matrimonio como un hermoso regalo son las que están salvando las estadísticas y aumentando la longevidad promedio de las mujeres.
Mi madre decidió quedarse soltera y dedicó su vida a Dios. Yo, por otro lado, opté por una relación no tradicional que nos ofrece a ambos un gran grado de libertad junto con todos los beneficios del vínculo emocional que se supone que proporciona un matrimonio tradicional, pero que a menudo fracasa estrepitosamente.
Desde entonces, todos hemos sido constantemente felices y libres de dramas, quizás por primera vez en nuestras vidas. Por qué más mujeres no hacen eso es un misterio para mí. Supongo que todo es cuestión de tradición y la tradición es un concepto complicado.
La tradición, el pensamiento condicionado durante mucho tiempo, puede producir una fijación, un concepto que uno acepta fácilmente, tal vez sin pensarlo mucho.
Jiddu Krishnamurti
Y como esa es la tradición, la gente continúa casándose y viviendo como solían hacerlo en los viejos tiempos, a menudo sin pensarlo mucho…