Una historia sobre la imaginación

Mi sobrina tiene una imaginación brillante.

Foto de Jean Lakosnyk en Unsplash

Mi sobrina tiene una imaginación brillante y hermosa.

Recientemente nos habló de una criatura llamada Foofie.

Un foofie es pequeño, tan pequeño que cabe en la palma de tu mano. Su cuerpo tiene los colores del arcoíris y sus orejas son marrones. Su cabeza es blanca y negra y brillante.

Los foofies comen hierba, palos y hojas.

Los tontos son lindos.

Los foofies también juegan con los otros animales.

Pero sólo mi sobrina puede ver los foofies.

¿Mencioné que tiene tres años?

Tiene tres años y tiene una imaginación más activa que cualquier artista que conozco.

Ella ve historias en la simplicidad de su día a día y corre con ellas, contando cuentos, creando personajes y haciendo magia fuera de lo común.

Cuando somos jóvenes, nuestra imaginación no conoce límites. Vemos posibilidades donde los adultos no ven ninguna. Miramos el mundo sin una lente de límites.

A medida que envejecemos, alteramos nuestra imaginación. Lo atamos al suelo. Lo guardamos bajo llave en una caja y tiramos la llave.

Nos decimos a nosotros mismos que no necesitamos imaginación. Esa imaginación es para los ingenuos, para los jóvenes, para aquellos que no entienden la “vida real”.

Y, sin embargo, nos frustramos cuando nos encontramos en situaciones en el trabajo que no funcionan. Nos molestamos cuando llegamos a callejones sin salida y nos desanimamos cuando sentimos que no estamos creciendo, progresando y prosperando.

Buscamos respuestas en todas partes: buscamos información, orientación y consejo. Y, sin embargo, tendemos a pasar por alto nuestra imaginación, cuando es en eso en lo que más necesitamos apoyarnos.

Cuando te apoyas en tu imaginación, verás cosas que nunca antes habías visto.

Cuando te apoyas en tu imaginación, escucharás cosas que nunca antes habías escuchado.

Cuando te apoyas en tu imaginación, el mundo se abrirá ante ti. Si llega a un callejón sin salida, retrocederá y conducirá en una dirección diferente.
Cuando veas que no estás creciendo, evaluarás qué es lo que necesitas para nutrirte y te permitirás absorberlo.

La imaginación no es sólo para los jóvenes. No está reservado únicamente para los niños y los soñadores de este mundo.

La imaginación es el latido del corazón de la humanidad.

Es lo que ve un lienzo en blanco, y hace un mural.

Es lo que vio la oscuridad interminable y decidió que necesitábamos electricidad y luz.

Es lo que creó la televisión, la computadora y el iPhone. Es lo que hizo los rascacielos, los aviones, los automóviles, los cohetes y los telescopios. Es lo que hizo los caminos por los que conduces y la casa en la que duermes.

La imaginación es lo que nos mantiene en marcha y está ahí, dentro de ti. Tienes que inclinarte.