Todo comenzó en el verano de 2002 con poco más que un disfraz de Jesús, una pirámide de chile enlatado y 20 galones de agua metidos en la parte trasera de una camioneta Volvo de 1983.
Yo era un predicador bautista del sur, convencido por un amigo, de poner un coche batidor en el desierto de Black Rock, en el norte de Nevada. Me vi arrojado de cabeza al festival artístico más ecléctico, provocativo y combustible de Estados Unidos: Burning Man.
De repente, el universo se volvió mucho más grande de lo que había imaginado anteriormente.
Desde que salí de esa experiencia que me partió la cabeza, comencé un viaje fuera del ministerio cristiano hacia una carrera de fotoperiodismo de noticias y festivales.
La experiencia de Burning Man reconectó mi mente y mi alma.
La experiencia destrozó los estrechos límites de mis creencias anteriores: ni todos los caballos ni todos los hombres del rey pudieron recomponer mi vieja cabeza.
Además, esa experiencia también reconectó mi cerebro de otras maneras. Nací con el cordón umbilical enrollado alrededor de mi cuello, cortando el suministro de oxígeno a mi cerebro durante varios segundos. Resultó en una versión leve de parálisis cerebral que limitó mis funciones de control motor en el lado derecho de mi cuerpo, además de obstaculizar mi energía creativa.
Pero algo sucedió en ese viaje: ayudó a disparar la energía y la pasión bloqueadas durante mucho tiempo. Nunca antes me había dado cuenta de que podría tener talento para la fotografía. Sin embargo, todavía debo adaptarme físicamente sosteniendo el cuerpo de mi cámara durante las sesiones de fotos. (Envuelvo mi mano izquierda debajo de la cámara y presiono el botón disparador con mi dedo índice izquierdo).
A pesar de la necesidad de una pequeña adaptación física, se me abrió un nuevo universo creativo.
Esta es mi exposición fotográfica: todas fotografías en blanco y negro de Burning Man.
Durante la última década he contribuido con fotografías a varios festivales de música y publicaciones nacionales, incluidos LATimes y USA Today. Cambié el púlpito de la iglesia por una cámara que documentaba festivales de música y arte en todo el país. Llevo mi traje de Papá Noel con lentejuelas, ahora característico.
Puede que haya perdido mi religión, pero encontré mi mente y mi alma.
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Autor: Andrew Wyatt
Montaje: Ashleigh Hitchcock.
Foto cortesía del autor