¿Soy empático, superviviente de un trauma o ambos? |

Cuando escuchas detalles descriptivos sobre alguien, Si son profundamente empáticos, sienten la energía en la habitación, tienen sentidos bien afinados, notan sutilezas, se aíslan para recargar energías o sintonizan con los cambios de humor de los demás, ¿piensas: «¿Son empáticos?»

Por supuesto, puede que sean empáticos, pero ¿sabías que estos detalles de identificación también describen a un sobreviviente de un trauma?

Soy empático. Soy una persona muy sensible, profundamente perceptiva y empática que ha soportado eventos traumáticos en mi pasado que moldearon la forma en que experimenté el mundo.

Como empático, no solo escucho la conversación, sino que también noto la energía que me rodea. Como sobreviviente de un trauma, mi cerebro permaneció cómodamente en un estado de hipervigilancia, buscando cualquier cosa similar a mi trauma pasado, con la esperanza de protegerme de peligros futuros.⠀⠀

Ser un empático empoderado y un sobreviviente de un trauma significa que, aunque sabía que todo lo que percibía no era asunto mío, mi trauma me hizo resistirme a la verdad de que no todo se trataba de mí.

Ser empático y sobreviviente de un trauma me hace procesar 100 veces más información; A algunos de ellos no es necesario que les preste atención. Puede resultar agotador. Sin embargo, ser ambos también significa que la energía que creo que estoy captando puede ser fácilmente mi cerebro proyectando mi trauma, con la esperanza de mantenerme a salvo.

¿Qué es un empático?

Los empáticos sienten el dolor de los demás, literalmente. Ser empático es como tener un sentido extra. Otras personas no son conscientes de que los empáticos pueden sentir las emociones de los demás sin que ellos vean sus expresiones obvias. Por ejemplo, los empáticos pueden notar la ira, el dolor o la alegría de otra persona cuando esa persona no lo verbaliza. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

¿Qué es el trauma? ⠀⠀⠀

En pocas palabras, el trauma es una experiencia demasiado intensa para que nuestro sistema nervioso la procese, lo que hace que lo que nos traumatiza sea algo muy personal. Todos somos diferentes, tenemos diferentes experiencias de vida, salud, cuerpos y creencias diferentes. Algunas circunstancias nos traumatizarían a todos y otras te traumatizarían a ti, pero es posible que no me afecten a mí.

Una persona muy sensible tiene un sistema nervioso profundamente sintonizado, lo que significa que captamos las sutilezas que algunos pasan por alto y sentimos las cosas que captamos más profundamente. Debido a esto, el empático y la persona altamente sensible tienen una mayor probabilidad de sentirse abrumados o traumatizados por su experiencia.

Los efectos del trauma en el cerebro. ⠀⠀

La hipervigilancia es un estado de mayor atención. En un estado de hipervigilancia, soy extremadamente sensible a las sutilezas de mi entorno. La hipervigilancia puede ser la forma en que el cerebro se adapta al trauma. Para minimizar la recurrencia del trauma, la mente subconsciente explora continuamente el entorno para anticipar el peligro. Como resultado, nuestros sentidos están en alerta máxima, listos para detectar y responder a cualquier riesgo. ⠀⠀

Después de un trauma, podemos tener cambios físicos, emocionales y psicológicos dentro de nuestro cerebro. La estructura de nuestro cerebro puede cambiar de tres maneras: algunas partes se vuelven más prominentes, otras se encogen y otros procesos se deterioran.

Tres secciones de nuestro cerebro muy afectadas por el trauma son:

1. El amígdala Juega un papel fundamental en la regulación emocional, detectando amenazas y alertándonos del peligro. Después de un trauma, esta parte de nuestro cerebro puede crecer, pero desafortunadamente, a través de su crecimiento, comienza a dominar las otras partes de nuestro cerebro (hipervigilancia). Cuando nuestra amígdala se agranda, las emociones, en lugar de la razón, se convierten en la forma en que manejamos nuestras respuestas.

2. El corteza prefrontalx, que está a cargo del procesamiento cognitivo, se vuelve más pequeño y menos eficiente en respuesta al trauma. Cuando estamos debilitados, perdemos nuestra capacidad de razonar y procesar lógicamente nueva información, y nuestra capacidad de recordar y almacenar recuerdos también se ve afectada.

3. El hipocampo apoya el aprendizaje y la memoria a largo plazo. Cuando las sustancias químicas del estrés como el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina inundan nuestro cuerpo de forma rutinaria, pueden dañar la capacidad neuronal del hipocampo y la corteza prefrontal.

El trauma y la empatía.

Algunos empáticos tienen miedo de su vida cotidiana.

Al creer que son impotentes ante lo que sienten y perciben, algunos pueden preocuparse por lo que sentirán en torno a los demás. Un estado constante de miedo puede provocar un trauma y un estado de hipervigilancia. La hipervigilancia puede hacer que el empático se sienta observador de peligros invisibles, ya sea de las personas o de su entorno. Sin embargo, muchas veces, en un estado de hipervigilancia, las amenazas que percibimos no son reales.

Me di cuenta de que era empático hace muchos años. Durante la mayor parte de mi vida, mi mundo emocional me mantuvo en constante tormento. La vida se sentía difícil. El acto de refinar el alcance de lo que sentía parecía una tarea implacable.

A medida que crecí y experimenté el peso del trauma personal, se volvió imposible distinguir mis sentimientos de los de los demás. Finalmente, comencé a internalizar todo lo que experimenté y, en retrospectiva, veo que equiparé mi abrumador sentimiento con una prueba de que tenía un defecto fundamental.

Con el tiempo, mis encuentros con el trauma, que necesitaban compasión y atención amorosa, fueron ahogados por el dolor y el sufrimiento implacables del mundo que me rodeaba.

Para aprovechar plenamente mi potencial, tuve que resolver qué estaba afectando mi energía en cada momento. A medida que identifiqué y sané mi trauma, me liberé para sentirme más fuerte y más arraigado en torno a la energía de los demás.