Socializar: definición, habilidades y ejemplos

Socializar: definición, habilidades y ejemplos

La socialización es una interacción social por el mero placer de hacerlo, y es fundamental para la felicidad y la realización humana. A través de un repaso de las habilidades de socialización y de ejemplos, aprendamos más sobre cómo socializar de manera eficaz.

He llegado a reconocer que el tiempo para socializar es una necesidad fundamental para mí, una necesidad que comparto con prácticamente todas las personas que conozco. Este artículo explora nuestro impulso humano básico de conectarnos con los demás, de socializar. Aprendamos la definición de socializar, cómo son las habilidades para socializar y algunos consejos para socializar de manera más eficaz.

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¿Qué es socializar? (Una definición)

Socializar es pasar tiempo con otras personas, fuera del trabajo, con el fin de conectar con ellas y disfrutar (Cambridge English Dictionary, sin fecha). Esta definición me resulta un poco confusa: si estoy en una recepción después de una presentación en la escuela de posgrado y estoy hablando con mis colegas, ¿estoy socializando o el entorno profesional significa que no estamos socializando realmente? Creo que lo importante es entender que socializar es algo que hacemos por la satisfacción inherente que surge de conectar con otras personas (Maslow, 1943).

Por qué es importante socializar

La socialización es la manera en que establecemos, mantenemos y profundizamos nuestras relaciones: sin interactuar con otras personas simplemente para conectarnos con ellas, no tendríamos el contacto social que es esencial para nuestro bienestar (Maslow, 1943). De hecho, la cantidad y la frecuencia de las actividades sociales que realizamos parecen estar directamente relacionadas con nuestro bienestar (Lubben y Gironda, 2003).

Una de las razones por las que la socialización es importante a lo largo de nuestra vida es que se relaciona con nuestra capacidad de comprender a otras personas. De niños, aprendemos cómo piensan los demás y cómo nos movemos en el mundo jugando con ellos, y de adultos, mantenemos nuestra comprensión del pensamiento de los demás mediante la socialización (Henry et al., 2013; Rosi et al., 2016).

Creo que no se debe subestimar la distinción entre socializar e interactuar socialmente en el trabajo. Cuando interactuamos con otras personas en un contexto laboral, estamos viviendo nuestra identidad y responsabilidades profesionales, lo que dificulta apreciar verdaderamente la conexión social. Cuando socializamos, nos centramos plenamente en la experiencia de conectar con otras personas.

Otra forma de saber que la socialización es importante es a partir de investigaciones que vinculan la falta de interacción social con peores resultados en materia de salud (Holt-Lunstad et al., 2015). En pocas palabras, las personas que tienen menos oportunidades de socializar no obtienen los beneficios de la socialización (ver más abajo) y su salud general se ve afectada por ello.

Beneficios de socializar

Como se señaló anteriormente, la interacción social es una necesidad humana universal (Maslow, 1943). En el tercer nivel de la jerarquía de necesidades de Maslow se encuentra la necesidad de amor y pertenencia, y como adultos, satisfacemos principalmente esta necesidad socializando, ya sea con compañeros, familiares o nuestras parejas. La socialización también puede satisfacer la siguiente necesidad en la jerarquía: la necesidad de autoestima. La socialización no solo nos dice que somos aceptados por otras personas, que pertenecemos a ciertos grupos o entornos sociales, sino que también nos dice que somos apreciado.

Los efectos de la socialización (sentirse parte de la vida, experimentar afecto y saber que los demás nos tienen en alta estima) tienen un impacto positivo en nuestro bienestar mental y físico y nos ayudan a vivir más (Shor et al., 2013). De hecho, uno de los estudios de psicología más famosos siguió a cientos de hombres desde sus años universitarios hasta los ochenta y descubrió que uno de los predictores más eficaces de su longevidad y bienestar general era la cantidad de conexiones sociales significativas que mantenían a lo largo de los años (Waldinger y Schulz, 2010).

Habilidades de socialización

Los componentes básicos de las habilidades de socialización son la capacidad de compartir los propios sentimientos, comprender a los demás y reflexionar sobre las propias experiencias y las de los demás (Kanske et al., 2015). Veamos cada uno de ellos con un poco más de detalle:

1) Compartir los propios sentimientos y necesidades. La gente no puede saber cómo relacionarse conmigo a menos que yo les revele mi situación. Si retengo mis necesidades y deseos (algo que definitivamente he hecho en el pasado al socializar), con el tiempo me resentiré o me distanciaré, y entonces socializar ya no me parecerá tan agradable.

2) Comprender las experiencias de otras personas. Cuando salgo con alguien por primera vez, tiendo a ser muy consciente de su experiencia durante el tiempo que pasamos juntos. Si bien esto puede rayar en la microgestión de su experiencia, también es una parte importante de la socialización: me permite responder a sus necesidades y asegurarme de que ambos disfrutemos de nuestro tiempo juntos.

3) Reflexionando sobre las experiencias de todosSeguiremos socializando con otras personas cuando hayamos disfrutado de nuestro tiempo juntos hasta ahora, y solo a través de la reflexión sobre la experiencia podremos hacer los cambios que necesitamos para asegurarnos de que la socialización siga siendo agradable. Por ejemplo, cuando invito a amigos a cenar, suelo dedicar un tiempo después a pensar en cómo ha ido todo. ¿Me sentí cómoda con el tiempo que se quedaron todos? ¿Alguien en la cena se sintió un poco excluido? ¿Cómo podría haberlos hecho sentir más incluidos?

Ejemplos de socialización

Dado que todo el tiempo social que se dedica a la conexión y la diversión y que no está relacionado con el trabajo se considera socialización, hay muchos ejemplos de socialización. Estos son todos los ejemplos que se me ocurren de la última semana de mi vida:

  • Cocinando la cena codo a codo con uno de mis compañeros de casa.
  • Poniéndonos al día sobre nuestras vacaciones con un amigo entre series de entrenamiento en el gimnasio.
  • Recibir una llamada de un amigo de la universidad que quiere ponerse al día.
  • Encuentro con un amigo para hacer una caminata cerca de nuestras casas.
  • Descargando un camión lleno de comida con varios otros voluntarios en mi banco de alimentos local.
  • Recordando aventuras pasadas con amigos alrededor de una fogata.
  • Me animan mientras escalo y coloco las cuerdas en una pared de roca al aire libre.
  • Compartiendo nuestras canciones favoritas con dos amigos mientras conduzco a casa después de un viaje de escalada.
  • Llamando a mis padres para compartirles una buena noticia profesional.
  • Asistiendo a la reunión semanal de mi grupo de hombres en la casa de un amigo.

Problemas de socialización

Los problemas de socialización suelen surgir de dificultades en el uso de las habilidades sociales que mencioné anteriormente (Pronin et al., 2002). En particular, la dificultad para comprender cómo piensan otras personas y cuál es su experiencia (una capacidad llamada teoría de la mente) dificulta la socialización (Henry et al., 2013). Sin comprender lo que otras personas están experimentando, no podemos tomar decisiones efectivas sobre qué decir o hacer a continuación (Hodges et al., 2011).

Cuando somos niños, sabemos que nos cuesta adoptar la perspectiva de otras personas: las partes de nuestro cerebro que cumplen esta función aún no están completamente formadas. Sin embargo, a medida que envejecemos, una socialización eficaz requiere cada vez más capacidad para comprender los estados mentales de otras personas, y la falta de esas habilidades conduce a conflictos y a una socialización deficiente (Pronin et al., 2002).

Existen varias razones por las que las personas podrían no tener o no utilizar las habilidades de la teoría de la mente. Dos poblaciones que frecuentemente experimentan cierto grado de dificultad para socializar son las personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y trastorno del espectro autista (TEA) (Soorya y Halpern, 2009). Las personas con TDAH pueden tener problemas para prestar atención constante a cómo están los demás; pueden pasar por alto importantes señales contextuales, como una expresión facial que otra persona muestra solo brevemente. Por el contrario, las personas con TEA tienen problemas para interpretar las señales sociales, incluso si están prestando atención al comportamiento de otras personas. Por ejemplo, una persona con espectro autista puede tomarse literalmente un comentario que pretendía ser sarcástico.

Socialización y salud mental

En términos generales, las personas que socializan más tienen menos probabilidades de desarrollar problemas de salud mental y necesitan menos atención de salud mental cuando enfrentan tales desafíos (Bellido-Zanin et al., 2015). En este sentido, podemos pensar en la socialización como una forma de proteger nuestra salud mental, ¡una gran razón para priorizarla por sobre hacer “un poco más” de trabajo!

Las investigaciones también nos indican que, aunque las personas que tienen dificultades para socializar en este momento no tengan problemas de salud mental, es probable que los desarrollen con el tiempo (Obradovic et al., 2009). En particular, las personas que tienen problemas para socializar cuando son niños tienden a desarrollar síntomas de ansiedad o depresión cuando son adultos. Esto tiene sentido intuitivo para mí: cuando me cuesta conectar con otras personas, es fácil que empiece a preguntarme si hay algo malo en mí. Al mismo tiempo, algunas personas pueden reaccionar a los desafíos de la socialización enfadándose con otras personas.

Cómo socializar con ansiedad social

Muchas personas sufren ansiedad social, lo que naturalmente les dificulta socializar (Schulz et al., 2014). Hay muchas cosas que las personas con ansiedad social pueden hacer para ayudarse a socializar cómodamente y, en algunos aspectos, se pueden dividir en dos categorías:

  • lo que haces para prepararte para situaciones sociales y
  • Cómo manejas tus pensamientos y sentimientos en esas situaciones sociales.

A continuación se ofrecen algunos consejos para manejar la ansiedad relacionada con la socialización:

  1. Trabaja en tu ansiedad social cuando estés no socializar (Schulz et al., 2014). Una forma eficaz de hacerlo es hacer un seguimiento de sus pensamientos de ansiedad social y evaluarlos. Por ejemplo, ¿sé con certeza que la sonrisa de esa persona significaba que estaba sonriendo por algo que dije? ¿Podría haberse divertido con algo en la televisión? Otra herramienta eficaz es escribir todas las pruebas que tenga de que es un socializador eficaz. Piense en todos los momentos en los que ha disfrutado con otras personas. Escriba las cosas positivas que estas experiencias muestran sobre usted. Como ejemplo final, puede representar las situaciones que le generen más ansiedad con un amigo de confianza, un familiar o un terapeuta (Gantman et al., 2012).
  2. Practique interacciones sociales manejables (Khan et al., 2021). Esto es similar a la idea de las exposiciones, una herramienta terapéutica clave para lidiar con la ansiedad. Para generar confianza en la socialización, puede hacerlo…