¿Qué le sucede a tu cerebro después de tener demasiado sexo casual?

Podrías hacer que te resulte más difícil vincularte permanentemente con alguien

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I’Siempre he sido del tipo de chica que va o muere. Si pudieras desbloquear el logro de meterte en mis pantalones, recibiría una bala por ti.

Estoy abierto a probar muchas cosas, pero sólo dentro de los límites de una relación comprometida, y tomo mis relaciones en serio. Apasionadamente. Aunque hoy en día no puedo evitar sentirme parte de una minoría creciente.

Dejando a un lado las aplicaciones de citas, lo que connota el eufemismo “Netflix y relajarse” es muy revelador de nuestra visión actual del sexo: una palabra clave moderna y una invitación a encuentros sexuales, que suena como una actividad de ocio para cuando estás aburrido una noche entre semana.

Tengo amigos que tienen amigos con beneficios. Las personas casadas y con hijos duermen a un lado. Algunos incluso cruzan fronteras durante el fin de semana para una llamada de botín: un golpe y un vuelo de distancia.

Gracias a los avances de la tecnología, encontrar sexo casual nunca ha sido tan fácil, pero lo que es más, se considera cada vez más una norma cultural.

¿Es todo sólo diversión y aventuras, o nos afecta de maneras que van más allá de lo que parece?

La antropóloga biológica Dra. Helen Fisher sugiere «no tener relaciones sexuales con alguien a menos que estés preparado para enamorarte de esa persona».

En su trabajo descrito en el vídeo, “El sexo casual no existe”, habla de cómo los humanos han desarrollado tres sistemas cerebrales cuando se trata de encontrar y, lo más importante, mantener una pareja.

Tres sistemas cerebrales

  1. El deseo sexual – anhelo de gratificación sexual
  2. Amor romántico – júbilo, vértigo, euforia y ansia de amor apasionado y obsesivo
  3. Adjunto — sentimientos de calma y seguridad con una pareja a largo plazo

Es posible estar enamorado de alguien antes de tener relaciones sexuales, o ocurre lo contrario cuando se captan sentimientos después de realizar el acto. No hay control sobre qué regiones del cerebro se iluminarían, lo que llevaría al amor o apego romántico.