Sabemos que los humanos somos seres sociales.
Sin embargo, cuando pensamos en el bienestar, pensamos más en nuestro individual bienestar, en términos de qué tan bien nos sentimos, qué tan satisfechos estamos con nuestras vidas y qué tan bien estamos funcionando en diferentes áreas.
Podríamos pensar en las relaciones positivas como parte del buen funcionamiento. Sin embargo, hay más en el bienestar social que eso.
No son solo nuestras interacciones sociales, sino también nuestras relaciones con nuestras comunidades y estructuras sociales las que constituyen un dominio clave y distintivo del bienestar.
Para este artículo, analizaremos el bienestar social en los niveles de relaciones positivas (p. ej., amigos, familia, pareja romántica) y sistemas más amplios (p. ej., escuela, lugar de trabajo, cultura).
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¿Qué es el bienestar social en psicología?
El bienestar social tiene definiciones que surgen de una variedad de campos. En este artículo, exploraremos el bienestar social específicamente dentro del campo de la psicología.
El investigador social Corey Keyes es uno de los pioneros en esta área, al proponer un modelo teórico para comprender y estudiar el bienestar social, ampliando el modelo de bienestar psicológico de Carol Ryff (Ryff & Keyes, 1995). Keyes (1998) define el bienestar social como “la evaluación subjetiva de las circunstancias de la vida personal y el funcionamiento en sociedad”.
En términos generales, el bienestar social puede definirse como el desarrollo y mantenimiento de interacciones positivas con otras personas y con las comunidades locales y globales. Esto se evalúa principalmente a través de medidas subjetivas e individuales, donde las personas evalúan la calidad de esas interacciones de acuerdo con sus propias percepciones (Cicognani, Martinengo, Albanesi, Piccoli y Rollero, 2014).
El bienestar subjetivo, el bienestar psicológico y el bienestar social son constructos distintos pero íntimamente correlacionados. Joshanloo, Sirgy y Park (2018) demostraron que el bienestar social puede predecir el bienestar subjetivo a lo largo del tiempo, pero es menos probable que el bienestar subjetivo prediga el bienestar social.
Estos hallazgos respaldan la teoría de la autodeterminación; de hecho, las necesidades psicológicas básicas, en particular la relación, preceden al bienestar individual.
Al comparar algunos de los marcos y escalas de bienestar más conocidos utilizados para medir el florecimiento, las relaciones positivas y la contribución social emergen como elementos comunes (Hone, Jarden, Schofield y Duncan, 2014). Estas superposiciones revelan la importancia de las conexiones sociales para el bienestar.
Sin embargo, existe una falta de acuerdo en términos de cómo conceptualizar y medir el bienestar social. Un punto de vista es considerarlo como un dominio del bienestar individual (p. ej., como en el modelo PERMA), mientras que otro punto de vista es concebirlo como una construcción separada y una fuerza externa que influye en la salud (Cicognani et al., 2014).
Beneficios de las relaciones positivas
Las interacciones sociales, tanto en términos de calidad como de cantidad, pueden tener una influencia a corto y largo plazo en el bienestar mental y la salud física. La investigación sugiere que las relaciones románticas pueden ser una fuente central de bienestar para adolescentes y adultos jóvenes (Gómez-López, Viejo, & Ortega-Ruiz, 2019), y que el apoyo de los amigos se asocia con mayores niveles de resiliencia (Secor, Limke-McLean y Wright, 2017).
Las amistades pueden verse como una valiosa fuente de apoyo instrumental, relacional y emocional que puede mejorar el apoyo familiar (Amati, Rivellini y Zaccarin, 2015). Tanto la frecuencia de las interacciones de amistad (intensidad) como la satisfacción individual con esas relaciones (calidad) se han asociado positivamente con la satisfacción con la vida (Amati, Meggiolaro, Rivellini, & Zaccarin, 2018).
Además, los niveles más altos de bienestar subjetivo se asocian positivamente con el número de amigos en los que una persona puede confiar y con los que puede revelar asuntos íntimos, pero disminuye a medida que aumenta el número de conocidos o extraños (Powdthavee, 2008).
La investigación muestra el valor de tener una variedad de conexiones sociales además de la profundidad y calidad de esas interacciones. Además, los vínculos entre las relaciones positivas, la salud y el bienestar se pueden explicar a través de tres vías (Umberson & Karas Montez, 2010):
- conductual
Los lazos sociales, como los que tenemos con nuestras parejas y amigos, pueden influir en nuestros hábitos y comportamientos de salud, lo que puede influir en nuestra salud y longevidad. - Psicosocial
El apoyo social puede reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional y psicológico, lo que influye positivamente en los comportamientos de salud y la salud física. - Fisiológico
Las relaciones positivas pueden estimular las respuestas cardiovasculares, inmunitarias y endocrinas, lo que puede afectar la longevidad y la salud a largo plazo.
7 ejemplos de la vida real
Reflexionando sobre las interacciones del preescolar, las actividades religiosas y las manifestaciones comunitarias, entre otras, hay muchos ejemplos de la vida real de actividades que ayudan a construir e ilustrar la importancia del bienestar social.
Para aumentar su bienestar social, considere las siguientes actividades:
- Mantener contacto regular con tus amigos.
- Pasar tiempo de calidad con tus seres queridos.
- Participar en trabajo voluntario.
- Tomar clases en un centro comunitario local.
- Unirse a un grupo basado en sus intereses.
- Celebrando sus tradiciones y cultura.
- Participar en eventos comunitarios.
4 teorías e indicadores populares
Aquí exploramos cuatro teorías y marcos que describen y explican diferentes aspectos de las relaciones sociales y el bienestar.
1. Teoría del apego
El apego es un vínculo psicológico continuo con una persona específica (Bowlby, 1982/1969), y la teoría del apego explica el desarrollo de diferentes vínculos basados en la regulación afectiva desde una etapa temprana de la vida, lo que resulta en una sensación de seguridad/inseguridad y saludable/no saludable. estilos y conductas de apego (Ainsworth, 1973; Bowlby, 1988).
Un estilo de apego seguro deriva de una percepción del mundo como seguro y confiable, y del uso de estrategias basadas en la seguridad para relacionarse con los demás. Esto se traduce en que las personas sean capaces de gestionar de manera más activa y constructiva el afecto negativo, y experimenten y utilicen la creatividad debido al afecto positivo (Mikulincer, Shaver y Pereg, 2003).
2. La necesidad de pertenencia
En su artículo seminal la necesidad de pertenecer, Baumeister y Leary (1995) defendieron la pertenencia como una necesidad humana básica. Con base en evidencia empírica, propusieron que los humanos tienen la necesidad de desarrollar y mantener relaciones positivas, duraderas y significativas.
La presencia de relaciones se asoció con el bienestar subjetivo y la salud física, mientras que la falta de ellas se correlacionó con síntomas depresivos y de ansiedad, celos, suicidio y mala salud (Baumeister & Leary, 1995).
Desde entonces, ha crecido el interés y la investigación en esta área. La evidencia muestra que la pertenencia puede mejorar los procesos cognitivos, las emociones y los comportamientos, mientras que las necesidades de pertenencia no satisfechas pueden tener consecuencias negativas a corto y largo plazo en estas áreas (Gere & MacDonald, 2010).
3. Teoría de la motivación de las relaciones
La teoría de la autodeterminación (SDT) postula que los seres humanos tienen tres necesidades psicológicas básicas: autonomía, competencia y relación. Este último se refiere a experimentar reciprocidad en términos de aceptación, significado y cuidado en relaciones cercanas, y se considera inherentemente satisfactorio (Deci & Ryan, 2000).
La teoría de la motivación de las relaciones (RMT) es una subteoría dentro de SDT que enfatiza el valor no solo de la presencia de las relaciones, pero también calidad de esas relaciones para satisfacer las necesidades de relacionamiento (Deci & Ryan, 2014). RMT también postula que las relaciones prósperas exigen la satisfacción de las otras dos necesidades básicas dentro de las relaciones, especialmente la necesidad de autonomía.
Deci y Ryan (2014) argumentan que los socios involucrados en una relación deben brindar apoyo a la autonomía y experimentar la autonomía para ver la relación como altamente satisfactoria y de alta calidad. Además, la investigación de La Guardia, Ryan, Couchman y Deci (2000) sugiere que la autonomía fue un predictor significativo de la seguridad del apego no solo en las parejas, sino también en las relaciones con los pares y los padres.
4. Bienestar social
Keyes (1998) se refiere a este constructo como salud o bienestar social positivo, que se concibe principalmente como representación de fenómenos públicos. Desde este punto de vista, el bienestar se centra en los deberes sociales que los adultos enfrentan en sus vidas y cómo equilibran los mundos individual y social (Cicognani et al., 2014).
El bienestar social (Keyes, 1998) comprende cinco indicadores de la presencia y el grado en que un individuo enfrenta desafíos sociales y navega por su realidad social:
- Integración social es el sentido de ser parte de una comunidad y sociedad basado en la valoración de la calidad de esa relación.
- Aceptación social es el reconocimiento de una construcción social basada en ciertas cualidades positivas de un grupo determinado.
- Contribución social es la evaluación de nuestro valor personal y contribución a la sociedad oa una comunidad.
- actualización social se refiere a nuestra evaluación del potencial y la evolución de la sociedad
- Coherencia social implica un interés por el mundo y una valoración sobre la organización, funcionamiento y calidad de la sociedad.
El papel de la psicología positiva en el bienestar social
La psicología positiva ha contribuido al avance del bienestar social mediante el estudio de las emociones y los comportamientos prosociales y, más recientemente, a través de la lente de la ciencia de sistemas.
emociones prosociales
Gratitud es una emoción positiva que surge cuando reconocemos que alguien o algo externo nos ha beneficiado (Emmons & McCullough, 2003). Se han desarrollado varias intervenciones para promover la gratitud y mejorar las emociones positivas y la salud física, así como disminuir los síntomas depresivos (Wood, Froh y Geraghty, 2010).
Pero los beneficios de la gratitud trascienden el ámbito individual y también pueden beneficiar a las personas inspirando gratitud en los demás. Comunicar gratitud a amigos, familiares o parejas románticas puede fortalecer el vínculo de esas conexiones (Lambert, Clark, Durtschi, Fincham y Graham, 2010).
La compasión es un sentimiento que surge al observar el sufrimiento de otras personas, provocando el deseo de aliviar dicho sufrimiento (Goetz, Keltner, & Simon-Thomas, 2010). Goetz et al. (2010) proponen que la compasión ha jugado un papel clave en la evolución, promoviendo la cooperación y motivándonos a proteger a aquellos que percibimos como débiles o vulnerables en un grupo.
Hay tres tipos de compasión que están íntimamente relacionados: la compasión hacia los demás, la compasión hacia los demás y la autocompasión (Gilbert, Laschinger y Leiter, 2010; Neff, 2003).
La autocompasión se asocia positivamente con la capacidad de recibir compasión de los demás y expresar compasión hacia los demás (Jazaieri et al., 2013).
Conducta prosocial
Las emociones prosociales están estrechamente relacionadas con el comportamiento prosocial. En particular, se ha propuesto que la gratitud interactúa con amabilidad en una espiral de retroalimentación positiva, creando reciprocidad entre donantes y receptores (Aknin, Dunn y Norton, 2012).
Hacer actos de bondad se correlaciona con aumentos en la felicidad (Dunn, Aknin y Norton, 2008), y las personas que realizan trabajo voluntario son más saludables (Jenkinson et al., 2013). Sin embargo, los efectos sobre el bienestar subjetivo pueden ser moderados (Curry et al., 2018).
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