No nacemos con un folleto de instrucciones, pero si lo fuéramos, estoy seguro de que el primer capítulo explicaría el arte del autoliderazgo.
El hecho es que todos nos dirigimos a nosotros mismos hasta cierto punto. Cuán eficientemente lo hacemos determina cuánto vivimos la vida con propósito e intención. Sin embargo, a pesar de su importancia central para llevar una vida significativa, parece que el término autoliderazgo a menudo merece una explicación y no forma parte de nuestro vocabulario común.
Este artículo ofrece una descripción básica de lo que es el autoliderazgo y sus fundamentos científicos.
Antes de continuar, pensamos que le gustaría descargar nuestros tres ejercicios de autocompasión de forma gratuita. Estos ejercicios detallados basados en la ciencia no solo lo ayudarán a aumentar la compasión y la amabilidad que se muestra a sí mismo, sino que también le brindarán las herramientas para ayudar a sus clientes, estudiantes o empleados a mostrar más compasión hacia sí mismos.
Explicación del autoliderazgo
El autoliderazgo es la práctica de comprender quién es usted, identificar sus experiencias deseadas y guiarse intencionalmente hacia ellas. Abarca la determinación de quelo hacemos, por qué lo hacemos, y cómo nosotros lo hacemos.
El término ‘autoliderazgo’ surgió por primera vez de la literatura de gestión organizacional por Charles C. Manz (1983), quien más tarde lo definió como un «Perspectiva integral de autoinfluencia que se refiere a conducirse uno mismo hacia el desempeño de tareas naturalmente motivadoras, así como a administrarse uno mismo para hacer el trabajo que se debe hacer pero que no es naturalmente motivador.(Manz, 1986).
El concepto se basaba en la idea (entonces novedosa) de que el autoliderazgo es un requisito previo para un liderazgo de equipo auténtico y efectivo (Manz & Sims, 1991). De hecho, los trabajadores más autónomos y autodirigidos son más productivos, independientemente de su rol laboral (Birdi et al., 2008).
Desde su primera mención, la discusión y el examen del concepto de autoliderazgo permanecieron predominantemente en contextos de liderazgo y gestión organizacional. Más recientemente, Marieta Du Plessis (2019) reconoció la oportunidad de complementar el concepto con ideas de la investigación en psicología positiva, ofreciendo la siguiente definición:
El autoliderazgo positivo se refiere a la capacidad de identificar y aplicar las fortalezas propias para iniciar, mantener o sostener comportamientos de autoinfluencia.
Du Plessis enfatiza la importancia de la autoinspiración basada en valores y el establecimiento de metas personales en el camino del autoliderazgo.
Al considerar esta definición, se hace evidente la aplicabilidad más amplia del autoliderazgo. De hecho, el concepto de autoliderazgo se basa en varios modelos y marcos teóricos interdisciplinarios, incluidos muchos del campo de la psicología positiva.
Teorías y Modelos de Autoliderazgo
La definición inicial de autoliderazgo se basó en tres teorías centrales: autocontrol, teoría sociocognitiva y autodeterminación.
Fundamentos teóricos
Autocontrol es sinónimo de autogestión y autorregulación y describe el proceso iterativo de determinar un estado final deseado, compararlo con el estado actual y, posteriormente, tomar medidas para cerrar la brecha entre los dos (Carver & Scheier, 1981).
Es importante señalar que, especialmente en la literatura temprana, los términos autoliderazgo y autogestión a menudo se usaban indistintamente.
Sin embargo, la autogestión es un elemento necesario, pero no completamente abarcador, del autoliderazgo, ya que simplemente se refiere a la gestión y ejecución de tareas reguladas internamente (es decir, abordar la cómo de una acción). En este caso, la elección de la tarea en sí y la razón subyacente de la elección están reguladas externamente.
Por el contrario, el autoliderazgo incluye una elección regulada internamente, la alineación de valores y la ejecución de la actividad elegida (es decir, abordar la qué, por quéy cómo).
Teoría cognitiva social reconoce la interacción triádica entre nuestros pensamientos, comportamiento y entorno sociopolítico (Bandura, 1986).
Teoría de la autodeterminación describe la reciprocidad entre la motivación humana y una vida con propósito. Destaca el papel de la motivación intrínseca y regulada internamente como impulsor de los comportamientos de autoliderazgo (Deci y Ryan, 1985).
Sin embargo, la teoría del autoliderazgo también se adapta bien a un par de otras teorías. A la luz de la noción central de acción autodeterminada en línea con las necesidades intrínsecas de uno, en particular los comportamientos de autorrealización, la jerarquía de necesidades de Maslow es una de esas opiniones.
Además, el autoliderazgo tiene sus raíces en la autoconciencia en combinación con la autogestión que, según Daniel Goleman (2005), forman dos de los cuatro pilares de la inteligencia emocional.
Modelos de autoliderazgo
Todavía hay una falta general de modelos de autoliderazgo y marcos rectores en línea con la infancia relativa y el desarrollo histórico de la base de evidencia científica de autoliderazgo.
El modelo de capacidad de autoliderazgo positivo combina explícitamente los conocimientos de la literatura sobre liderazgo organizacional con los de la psicología organizacional y positiva (Du Plessis, 2019).
Este modelo se basa en el marco de capacidades basado en fortalezas (Stander & Van Zyl, 2019). Está alineado con las experiencias de la entrega de intervenciones organizacionales con respecto al desarrollo positivo del autoliderazgo.
Ofrece varias competencias (cuadrantes externos) a través de cuatro capacidades centrales que interactúan dinámicamente (cuadrantes internos): fortalezas del carácter, habilidades y talentos, intereses y aspiraciones, y fortalezas ambientales (Du Plessis, 2019).
El modelo de capacidad de autoliderazgo positivo (reimpreso con permiso de Du Plessis, 2019)
Si bien la mayoría de estas capacidades se basan en conceptos populares y bien conocidos de la investigación de la psicología positiva, las fortalezas ambientales se refieren a la capacidad de un individuo para aprovechar los recursos de su entorno sociopolítico y construido.
8 competencias y habilidades básicas
Dado el amplio campo del autoliderazgo y la falta de modelos de autoliderazgo completos y probados empíricamente hasta la fecha, podría ser más útil centrarse en las diversas competencias involucradas en él.
Aquí hay algunas estrategias cognitivas y conductuales en las que se basa el autoliderazgo efectivo.
1. Autoconciencia y autoconocimiento
La autoconciencia es la capacidad de percibirse a sí mismo claramente a través de la inspección interna. Es el acto de practicar la atención plena, con la atención dirigida hacia uno mismo.
La autoconciencia nos permite percibir nuestra realidad o estado interior actual y, como tal, es un requisito previo para el autocontrol y la autorregulación (Carver & Scheier, 1981; Silvia & O’Brien, 2004).
El autoconocimiento básico es vital para comprender las propias necesidades, motivos e impulsos. Como mínimo, esto incluye los siguientes cuatro elementos:
Rasgos de personalidad
Nuestros rasgos de personalidad predicen y explican nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento, en particular, la acción espontánea. Curiosamente, se ha demostrado que las personas con una puntuación más alta en escrupulosidad (uno de los rasgos de carácter de los Cinco Grandes) son autolíderes más eficientes (Stewart, Carson y Cardy, 1996).
Las personas con un puntaje más bajo de escrupulosidad y la ambición de mejorar sus habilidades de autoliderazgo podrían esforzarse especialmente en cultivar la escrupulosidad.
Fortalezas y debilidades personales
Estos proporcionan una idea de hacia qué nos sentimos atraídos, cómo podemos superar los problemas y desempeñarnos excepcionalmente bien, qué nos agota y dónde tendemos a posponer las cosas.
Valores
Nuestros valores son lo más importante para nosotros en la vida y, a sabiendas o no, tomamos decisiones en base a ellos. Ellos son la razón por la que hacemos lo que hacemos.
Talentos e intereses
Nuestros talentos e intereses ofrecen una idea de cómo podemos poner a trabajar nuestras fortalezas, disfrutar el proceso y maximizar nuestras posibilidades de tener éxito y cumplir un propósito más grande que nosotros mismos.
El autoconocimiento nos permite responder preguntas como ‘¿Qué estoy sintiendo y por qué?’; ‘¿Qué es importante para mi?’; ‘¿Cómo puedo tener éxito y cuándo debo estar particularmente alerta en mi camino hacia la meta?’; y ‘¿Cuál es mi sentido de propósito?’
2. Identificar las experiencias deseadas
Podría decirse que todos luchamos por la felicidad, y nuestros objetivos son un medio para lograrlo. Sin embargo, la investigación muestra que nuestra capacidad para predecir lo que nos hará felices es más pobre de lo que pensamos (Gilbert & Wilson, 2006). Por lo tanto, es importante comprender las ideas de la investigación sobre la felicidad y cómo alinear nuestras metas o experiencias deseadas con nuestros valores.
De esta manera, estaremos más motivados para perseguir nuestras metas y, una vez que las hayamos alcanzado, serán el camino hacia la felicidad que esperábamos en un principio. Esta competencia también incluye la identificación de oportunidades para vivir de acuerdo con los valores propios en los diversos dominios de la vida.
3. Pensamiento constructivo y toma de decisiones
Como seres humanos, nos gusta pensar en nosotros mismos como una especie cognitiva y racional que toma decisiones reflexivas en el camino de la vida. Desafortunadamente, muchos de los procesos que suceden dentro de nuestras mentes son cualquier cosa menos racionales (Kahneman, 2012).
Un ejemplo de esto es el fenómeno de la disonancia cognitiva (Festinger, 1957). Otra es que nuestra capacidad de razonar se inhibe cuando nos sentimos estresados y experimentamos la llamada respuesta de lucha o huida (también conocida como secuestro de la amígdala).
Desafortunadamente, estamos conectados neurológicamente para percibir amenazas y, por lo tanto, tenemos que practicar la positividad de manera proactiva si queremos usar todo nuestro potencial para tomar decisiones racionales (Fredrickson, 2001). Cuando estamos relajados y en un estado emocional positivo, podemos pensar de manera creativa e innovadora (Fredrickson & Losada, 2005).
Finalmente, esto incluye desarrollar una mentalidad de crecimiento: la creencia en nuestra capacidad para desarrollar y cambiar las cosas o a nosotros mismos (Dweck, 2016). Esto implica comprender que, si bien no podemos controlar todas nuestras experiencias, podemos controlar cómo elegimos reaccionar ante ellas.
Por lo tanto, comprender los fundamentos del pensamiento constructivo y los procesos de toma de decisiones, además de practicar la atención plena y la positividad para cultivarlos, son elementos esenciales del autoliderazgo.
4. Planificación y establecimiento de objetivos
Las competencias de planificación y establecimiento de objetivos incluyen dividir sueños más grandes en hitos manejables y luego optimizar cada hito en una meta.
El proceso de establecimiento de objetivos incluye la articulación de objetivos SMART, la identificación de planes de contingencia, el compromiso proactivo al documentarlo todo y el establecimiento de responsabilidades y el uso de recompensas positivas al lograr el objetivo.
5. Optimización de la motivación
La optimización de la motivación incluye la competencia de ajustar la meta de uno para que sea más atractiva. Esto se puede lograr mediante la identificación de un comportamiento objetivo intrínsecamente motivador y alineando el objetivo con los valores y el concepto de uno mismo (Ryan & Deci, 2000).
Optimizar la motivación también significa comprender el papel de la fuerza de voluntad, un recurso finito pero que se puede cultivar. Finalmente, esta competencia incluye la conciencia de que es posible que no nos sintamos preparados o confiados cuando intentamos un nuevo comportamiento objetivo. En cambio, la autoeficacia se desarrolla dando pasos pequeños y continuos hacia la meta (Bandura, 1977).
6. Aprovechar el ecosistema
El debate naturaleza versus crianza es un punto de curiosidad constante con respecto a la magnitud de la influencia que el medio ambiente versus nuestra genética tiene en nuestro comportamiento. ¿Aprendemos principalmente nuestro comportamiento a través de las circunstancias de nuestra vida, las experiencias y las personas que nos rodean? ¿O es innato y en su mayoría heredado?
En estos días, los científicos están de acuerdo en que la respuesta generalmente no se encuentra en ninguno de los extremos de la escala. En cambio, sabemos que por lo general ambos…