Psicología humanista: definición, teoría y ejemplos

Psicología humanista: definición, teoría y ejemplos

La psicología humanista sostiene que los seres humanos deben ser entendidos como individuos distintos y completos, en lugar de ser caracterizados por sus problemas de salud mental.

Al mismo tiempo, la psicología es social: existe en el espacio desordenado en el que los seres humanos, con sus cerebros casi indescriptiblemente complejos, intentan darle sentido al mundo y a los demás. En este sentido, los pequeños detalles pueden distraernos de la visión general. Si estoy deprimido, analizar el panorama general de mi vida puede resultar tan útil, o incluso más, que tratar de averiguar exactamente qué partes de mi cerebro podrían estar comportándose de manera atípica.

La psicología humanista es un enfoque para comprender la experiencia humana que adopta un enfoque de “visión global”. A diferencia de muchos otros campos de la psicología, se centra en la experiencia integral del ser humano. Como veremos, esto le otorga una perspectiva valiosa y algunas limitaciones sustanciales.
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¿Qué es la psicología humanista? (Una definición)

La psicología humanista es un campo de la psicología que se basa en la creencia de que los psicólogos deben abordar a los seres humanos como entidades únicas y completas. En lugar de centrarse en aspectos individuales de la existencia de una persona, como sus relaciones con sus padres o sus pensamientos ansiosos, la psicología humanista se centra en su capacidad de autorrealización y de ejercicio del libre albedrío (Rogers, 1961).

En la psicología humanista, lo que importa no es la ausencia de problemas de salud mental, sino que las personas integren plenamente todos los aspectos de sí mismas y de sus experiencias (Rogers, 1961). Estar psicológicamente sano, o ser una “persona plenamente funcional” (Rogers, 1961), desde la perspectiva de la psicología humanista, significa vivir de forma creativa y productiva, experimentar tanto la libertad como la responsabilidad, confiar en el propio cuerpo, estar presente y no estar a la defensiva, y vivir una vida plena.

¿Por qué es importante la psicología humanista?

La psicología humanista es importante porque ofrece un contrapunto filosófico valioso a los dos enfoques psicológicos que suelen considerarse principales: el conductismo y el psicoanálisis. Mientras que el psicoanálisis se centra principalmente en los procesos inconscientes de la mente de las personas y el conductismo se centra principalmente en lo que se puede ver y medir, la psicología humanista intenta comprender a las personas como seres completos, en lugar de a través de su comportamiento medible o del contenido de sus sueños (Maslow, 1971).

La psicología humanista también es importante porque sentó las bases de la psicología positiva, o el estudio de lo que hace que las personas funcionen bien, no peor (Seligman, 2005). Con su enfoque en el potencial humano y nuestra capacidad innata para esforzarnos por el bien, la psicología humanista ya estaba abogando por que los psicólogos se centraran menos en lo que va mal y más en lo que va bien. Por ejemplo, los psicólogos han estudiado durante mucho tiempo el concepto llamado flow: la experiencia de estar inmerso en una tarea que no es demasiado fácil ni demasiado difícil, pero muy interesante y satisfactoria (Csikszentmihalyi, 2000). Un estado de flow puede considerarse un ejemplo de autorrealización, en línea con la psicología humanista, así como una experiencia óptima, en línea con la psicología positiva. Tanto los movimientos de psicología humanista como los de psicología positiva han llamado la atención, muy necesaria, sobre los aspectos de nuestro yo que promueven el funcionamiento y el bienestar óptimos (Gable y Haidt, 2005).

Historia de la Psicología Humanista

La psicología humanista surgió formalmente en los años 1950 y 1960, pero las influencias en este campo llegaron en décadas anteriores e incluso siglos. Por ejemplo, el humanismo se basa en una larga tradición de académicos y filósofos que rechazaban la idea de que los seres humanos son como máquinas que pueden entenderse estudiando sus diferentes partes (Kendler, 1987). Ya en el siglo XIX, William James, considerado el fundador de la psicología estadounidense, había abogado por mirar a las personas desde una perspectiva humanista, es decir, desde la perspectiva de considerar al ser humano en su totalidad (Taylor, 2001).

Los psicólogos estadounidenses del siglo XX comenzaron a fusionar estas tradiciones filosóficas con sus críticas a las tradiciones psicológicas que existían en ese momento (Kendler, 1987). En la década de 1950, Abraham Maslow, famoso por su jerarquía de necesidades, tomó esta tradición humanista y la formalizó (Maslow, 1962). Maslow creía que los enfoques conductistas y psicoanalíticos que definieron a su generación ofrecían poca información sobre cómo las personas vivían de manera saludable o se desarrollaban y perseguían sus metas en la vida. Veía la psicología humanista como una forma de abordar la falta de campos de la psicología que estudiaran a las personas como seres completos.

Muchos estudiosos coinciden en que esta era una crítica válida y muy necesaria del estado de la psicología en ese momento (Buhler, 1971). El psicoanálisis se ocupaba principalmente de las experiencias de los pacientes “neuróticos”, mientras que el conductismo utilizaba modelos animales para hacer predicciones sobre cómo actuarían los seres humanos. En ambos enfoques faltaba un enfoque en el resto de la humanidad: todas las personas que no padecían enfermedades mentales agudas pero que, no obstante, vivían vidas que podrían mejorarse mediante la investigación psicológica.

Teoría de la psicología humanista

Otra forma de pensar en la psicología humanista es como una reacción liberal a la naturaleza conservadora de otras tradiciones psicológicas (Buss, 1979). El psicoanálisis, con su enfoque en cómo los seres humanos son irracionales y están sujetos a caprichos inconscientes y fuerzas primarias destructivas, parecía ofrecer una visión pesimista y limitada de la sociedad humana. Mientras tanto, el conductismo sugería que las personas eran simplemente sus comportamientos y que sus pensamientos, valores y esperanzas para el futuro tenían poco impacto en sus vidas. Ni el conductismo ni el psicoanálisis adoptaron una visión expansiva, positiva y centrada en el ser humano del potencial humano.

Por lo tanto, la teoría de la psicología humanista se centra en cómo el progreso y el desarrollo personal, así como las ideas de libertad, impulsan el pensamiento y la conducta humana (Buss, 1979). Considera que los seres humanos son autodeterminantes, es decir, que tienen la capacidad de identificar metas y valores personales y avanzar hacia ellos. Mientras que otras teorías consideran que las personas están limitadas por sus formas desadaptativas de afrontar las cosas o por sus motivos inconscientes, la psicología humanista considera que las personas avanzan hacia un funcionamiento y un bienestar cada vez más óptimos.

Ejemplos de investigación en psicología humanística

La investigación realizada desde una perspectiva de psicología humanista asume la postura de que los seres humanos somos autodirigidos; en otras palabras, somos agentes activos en nuestras vidas, comportándonos con un propósito (Polkinghorne, 1982). Esta orientación distingue la investigación en psicología humanista de otros tipos de investigación psicológica, que a menudo se centran en comprender las asociaciones entre facetas más pequeñas de la experiencia humana. Por esta razón, la investigación en psicología humanista es difícil de financiar y de llevar a cabo (Hayes, 2012); se presta menos a los métodos empíricos tradicionales del campo y, como resultado, sus conclusiones no tienen tanto respaldo científico riguroso (Cain, 2003). Esto hace que algunas de las ideas de la psicología humanista sean difíciles de probar o refutar, lo que suele ser un objetivo principal de la investigación científica (Hayes, 2012).

Veamos un ejemplo de esto en acción. La psicología humanista se interesa por cómo entienden las personas cómo es una existencia óptima. Por ello, los investigadores entrevistaron a personas sobre este tema y luego diseñaron una escala de calificación para medir con qué intensidad las personas sienten que están viviendo la vida más significativa posible (Wong, 1998). Los investigadores con una orientación teórica diferente podrían abordar esta cuestión de forma muy diferente, por ejemplo, pensando en qué comportamientos específicos ya se sabe que hacen felices a las personas. Sin embargo, este estilo de investigación se ajusta más a un enfoque de abajo hacia arriba en el que se considera toda la gama de experiencias humanas (Aanstoos, 1985).

De hecho, puede resultar muy útil caracterizar gran parte de la investigación en psicología humanista como “de abajo hacia arriba”, es decir, que se basa en la información proporcionada por los participantes más que en las ideas que los propios investigadores tenían antes de comenzar el estudio (Gergen, 2016). Los psicólogos humanistas sostienen que este enfoque tiene menos probabilidades de caer presa del sesgo de confirmación en la investigación, la tendencia a diseñar experimentos que solo ponen a prueba nuestras nociones preconcebidas sobre el tema, dejando otros posibles resultados fuera de la mesa.

Al mismo tiempo, existen algunas coincidencias interesantes entre la psicología humanista y los enfoques tradicionales como el conductismo. Una de esas coincidencias se encuentra en las formas más recientes de terapia cognitivo conductual, como la terapia de aceptación y compromiso y la terapia conductual dialéctica (Hayes et al., 2011). Estas terapias, si bien conservan una base en los enfoques probados y verdaderos de la terapia cognitivo conductual, también incorporan ideas humanistas como pensar en los propios valores y aceptar, en lugar de tratar de cambiar, ciertas partes de la propia existencia (Hayes et al., 2011).

Principios de la psicología humanista

Uno de los principios fundamentales de la psicología humanista es la idea de que debemos estudiar a la persona como un todo (Buhler, 1971). Esto significa que alguien que tiene un diagnóstico de salud mental debe ser comprendido en toda su humanidad, no solo como una persona con depresión o un trastorno alimentario.

Otro principio fundamental es el de la intencionalidad y el libre albedrío (May, 1969). Se entiende que los seres humanos no están a merced de sus impulsos inconscientes o del condicionamiento que les imponen sus experiencias de vida, sino que poseen intenciones conscientes valiosas y significativas de quiénes serán en el mundo. De hecho, la psicología humanista sugiere que es a través de nuestras intenciones y del ejercicio del libre albedrío que desarrollamos nuestro sentido de identidad (May, 1969).

La psicología humanista se organiza en torno a la idea de cuáles son los objetivos más importantes y significativos que las personas tienen para sí mismas (Buhler, 1971). Este es un principio en el que la psicología humanista realmente se distingue de otros enfoques. Por ejemplo, el pensamiento psicoanalítico sugiere que las personas siempre están tratando de volver a un estado de homeostasis, o un estado de ser…