Cada persona (incluido usted, incluido yo) es un trabajo en progreso. Nadie puede afirmar con precisión: “Estoy plenamente actualizado; Soy 100% puro”.
Pensarías que tal noción sería evidente por sí misma, pero intenta decírselo a un narcisista. Pueden estar tan decididos a mantener un Yo Falso que les resulta muy difícil reconocer lo obvio. E incluso si admiten defectos, inevitablemente va seguido de la palabra pero.
«Puede que yo no sea perfecto, pero tú tampoco lo eres».
“Puede que haya cometido un error, pero sigo siendo mejor que la mayoría. Y además mi error fue culpa de otra persona”.
“¡Quejate de mí todo lo que quieras, pero si lo haces, no me lo creo!”
Debido a su insaciable necesidad de ser especiales, de estar por encima de la refriega, es poco probable que escuches a un narcisista decir con sinceridad: «Tengo trabajo que hacer en lo más profundo de mi personaje, así que tengamos algunas discusiones honestas sobre eso».
¿Por qué les resulta tan difícil a los narcisistas admitir la necesidad de un cambio? ¿Es tan difícil?
Examinemos algunas posibles explicaciones de por qué no están dispuestos a cambiar:
1. Están cautivos de su propio complejo de Dios.
Los narcisistas han determinado que su palabra debe ser definitiva en todos los asuntos. Impulsados por un pensamiento autoritario blanco y negro, no pueden permitir que otros vean su mortalidad. Su pensamiento preadolescente les lleva a suponer que si no se les tiene en la más alta consideración, implicaría que son los más bajos dentro del grupo. Ser superior se ha convertido en su estrategia para defenderse de luchas secretas con la humildad.
2. Los narcisistas son adictos.
Así como los alcohólicos o los drogadictos tienen que volver repetidamente a su dosis para sentirse bien en el momento, los narcisistas se alimentan de la oferta narcisista. No es que quieran ser admirados, deben serlo. Asimismo, deben ser los mejores, infalibles, irreprochables, especiales, únicos y mejores que. Sólo cuando experimenten la euforia que esas presunciones fugaces les proporcionan podrán sentirse interiormente tranquilos.
3. Sus estados de ánimo no se basan en la intuición.
Si bien los narcisistas se consideran intelectualmente iluminados (y algunos incluso tienen un coeficiente intelectual alto), no pueden traducir los principios psicológicos en patrones de estilo de vida saludables. Son propensos a la ira, el enfado, la impaciencia, la irritabilidad, la tensión, el desprecio y la ansiedad. No pueden pensar: “Necesito examinar cuál es la base de mis muchos estados de ánimo erráticos”. En cambio, repiten sus problemas día tras día sin sabiduría.
4. Son psicológicamente vagos.
Llevando más allá el último punto, el cambio requiere que cada persona considere sus acciones en el contexto de su impacto sobre los demás. La empatía es un ingrediente necesario. Pero los narcisistas no hacen ningún esfuerzo por reflexionar sobre la historia de fondo de otra persona, ni están dispuestos a considerar las circunstancias atenuantes que hacen que los acontecimientos se desarrollen de manera problemática. Buscan respuestas simplistas a problemas complejos.
5. Confunden disciplina con ser controlado.
El cambio requiere disciplina. Es tedioso y los frutos deseados pueden requerir tiempo para mostrarse. Pero debido a su gran necesidad de tener el control, los narcisistas se resisten al esfuerzo necesario simplemente quejándose: «Nadie me va a decir cómo debo vivir». La apertura al debate y la rendición de cuentas no se ajustan a su guión.
6. Prefieren luchar antes que admitir la necesidad de adaptarse.
Para los narcisistas, en lugar de aceptar la interdependencia entretejida en toda la humanidad, ven las relaciones como una competencia. Alguien tiene que ganar, es decir, alguien tiene que perder. Siendo esa su presunción, equiparan la admisión de necesidad con ser un perdedor.
En pocas palabras, los narcisistas no están dispuestos a cambiar.
Los narcisistas, por definición, no han desarrollado un aprecio por la búsqueda de prioridades superiores como el amor, el servicio, el honor, el perdón, la paz y el respeto. Llegaron a la edad adulta recelosos de admitir la necesidad de crecer porque apenas aprendieron a confiar o a hacer introspección. En lugar de ello, se comprometieron tempranamente con una forma de vida de “yo primero, sólo yo”. Eso es lo que los guía cuando entablan todo tipo de relaciones. Hasta que puedan dejar de lado su egoísmo abovedado y opten por recibir tutoría, su forma de vida permanecerá como está… atrapada en rutinas predecibles.
Al reconocer que se trata de personas de mentalidad cerrada e impulsadas por el miedo, puedes superarlas con cierta determinación. Es decir, puedes decidir abrazar tu propia humanidad, sabiendo que en realidad eres un trabajo en progreso… y esperas ver adónde conducirán tus esfuerzos. Simplemente no esperes que los narcisistas del mundo se unan a tu esfuerzo. Simplemente admitir la presencia de debilidad es un signo de madurez, un rasgo que escasea entre los narcisistas.
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~ Dra. Les Carter