Las personas que están decepcionadas corren un mayor riesgo de sufrir dificultades físicas o emocionales, o ambas. Tales individuos parecen tener una mayor frecuencia de dolores de cabeza, dificultades gastrointestinales, palmas húmedas y transpiración excesiva que aquellos con puntajes bajos en esta escala. Para algunos, estar muy decepcionados por períodos prolongados de tiempo puede conducir a problemas de estrés crónico.
La decepción es el resultado de pensamientos y expectativas que no están en consonancia con la realidad. Sus expectativas y esperanzas para los demás pueden ser demasiado altas para la situación actual. Incluso si cree que sus expectativas son apropiadas y realistas, es posible que no lo sean en absoluto. Una solución es cambiar sus expectativas a niveles más realistas.
Algunas decepciones son en realidad predecibles y prevenibles. Otros son totalmente inevitables. Es importante diferenciar entre los dos para que pueda responder adecuadamente.
La decepción repetida puede ser el resultado de un patrón de pensamiento defectuoso o irracional. Si se siente decepcionado con frecuencia, evalúe lo que está pensando y trate de cambiar los patrones de pensamiento defectuosos.
Cosas que puede hacer para ayudar con su decepción
Cambia tus expectativas Las expectativas juegan un papel central en la decepción y el estrés resultante. Evalúe lo que espera de su familia y compañeros de trabajo. Verifique si sus expectativas son justas y razonables. Si no, cambia tus expectativas.
Determine si su decepción es específica de una persona o situación, o de casi todos los aspectos de su vida. Al hacer esto, podrá enfocar sus energías de manera más efectiva. Escriba ejemplos específicos y busque la causa, no solo el síntoma, de su estrés.
Pregunte a los demás si creen que sus expectativas están fuera de línea con lo que es razonable y posible. Pueden tener una mejor o al menos una perspectiva diferente. Escuche lo que dicen y, en su caso, haga los cambios necesarios.
Redirige tu pensamiento La buena noticia es que puedes controlar cómo piensas (aunque no tienes control sobre las acciones o pensamientos de los demás). Si alguien constantemente no puede darte lo que quieres, entonces en algún momento puede estar en tu mejor interés aceptar a la persona tal como es. Como último recurso, puede optar por no pasar tiempo con esa persona.
Deja de pensar en tus decepciones. Morar no cambia a la persona ni a la situación. A veces nos preocupamos tanto por pensar en una situación que no satisface nuestras necesidades que creamos un estrés innecesario. Pensar no cambia una situación negativa, pero cambiará cómo te sientes. Cuando te sorprendas pensando negativamente, redirígete y concéntrate en soluciones positivas.
Recupere el control de sus pensamientos y planee para el próximo encuentro. Un maestro del estrés siempre está buscando formas de recuperar el control de sus pensamientos. Este es el primer paso para dar ese salto de sentirse fuera de control a tener el control de su vida.
Comunicarse de manera más efectiva Reconoce que tienes poco control sobre los demás. Sin embargo, tienes cierta influencia. La decepción puede reducirse o eliminarse mediante una mejor comunicación. Escuche más lo que los demás realmente dicen y, cuando sea necesario, repita lo que escucha. La mayor parte del estrés es causado por no entender lo que la persona dice y quiere decir. Al reafirmar lo que se dijo, se reducen los problemas desde el principio. Intenta comenzar con «si te entiendo correctamente, lo que estás diciendo es…»
También puede pedirles a otros que repitan lo que creen que dijo. Por ejemplo, podrías preguntarle a un empleado: “John, ¿podrías decirme lo que me escuchaste decir para que ambos tengamos claro lo que quiero?”. Esta es una herramienta simple pero poderosa.