Popocatépetl

La Leyenda del Popocatépetl

Iztaccíhuatl, ‘la mujer blanca’, yace en el punto más alto del borde de las montañas que rodean el Valle de México, y cerca de ella se encuentra Popocatépetl, ‘la montaña humeante’. Ambos dominan el campo a muchas millas a la redonda y se pueden ver desde tres estados. Algunos días, sus formas cubiertas de nieve se destacan nítidas y claras contra el cielo, mientras que en otros están ocultas a la vista. Al amanecer, el sol naciente los toca con una luz cálida, y al atardecer se pierden en el juego de luces y sombras. (Escrito/compilado por Ian Mursell/Mexicolore)

Pintura de Jesús Helguera ‘La Leyenda de los volcanes’, ca. 1941, reproducido popularmente en los calendarios mexicanos modernos

Para quienes viven a la vista de su grandeza y belleza, Iztac y Popo, como los llamamos familiarmente, han adquirido atributos humanos; parecen personas reales, como los amantes de la leyenda que tantas veces escuchamos.

Pintura al óleo de Martin Stopher de ‘Popocatépetl de Cholula’ reproducida con el amable permiso de Martin Stopher (Click en la imagen para ampliar)

Iztaccíhuatl, bella hija de un poderoso emperador azteca, era la única heredera de su trono y gloria. Cuando su padre se debilitó a causa de la vejez, sus enemigos comenzaron a hacerle la guerra. Llamó en su ayuda a los más valientes de los jóvenes guerreros de sus tribus, y ofreció su trono y la mano de su hija al que venciera a sus enemigos. Entre los que entraron en la lucha estaba Popocatépetl, el más valiente de todos, que durante años había estado enamorado de la Princesa y ella de él.

Iztaccíhuatl hoy (Click en la imagen para ampliar)

La guerra fue larga, cruel y sangrienta. Cuando estaba a punto de terminar y Popocatépetl pudo regresar triunfante para reclamar sus recompensas, sus rivales enviaron la falsa noticia de que había sido asesinado. La princesa entonces se convirtió en víctima de una extraña enfermedad. Ni los hechiceros ni los sacerdotes pudieron curarla. Ella languideció y murió.

Cuando Popocatépetl regresó y la encontró muerta, nada pudo mitigar su dolor. No quería seguir viviendo, así que construyó una gran pirámide sobre la que depositó a su amada, y junto a ella otra para él, donde se encuentra sosteniendo una antorcha para iluminar su sueño eterno.

Durante los años que siguieron, las nieves envolvieron el cuerpo de la Princesa y cubrieron el de la guerrera, pero nunca apagaron la antorcha, que sigue encendida, cálida y eterna, como el amor del Popocatépetl por su Princesa.

Abreviado de “Un tesoro de costumbres mexicanas” por Frances Toor
Fotos de Popo e Izta por Ian Mursell/Mexicolore

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Esto es lo que otros han dicho:

2 A las 13:31 del viernes 1 de diciembre de 2017, anonymose escribió:

esto fue tan increíble

1 A las 12.43 horas del miércoles 10 de junio de 2009, Tecpaocelotl escribió:

Los nahuats de Morela tienen una versión diferente de esa historia:
http://www.sil.org/~tuggyd/Tetel/F003i-TresVolcanes-nhg.htm

Mexicolore responde: ¡Muchas gracias por este intrigante enlace! Dice más del origen del tercer volcán que del Popo e Izta…