Pesimismo versus optimismo: cómo la mentalidad afecta el bienestar

Las experiencias de vida se interpretan a través de nuestros propios filtros internos.

La forma en que nos explicamos los eventos a nosotros mismos (es decir, el estilo explicativo) es un factor clave en la forma en que respondemos.

El pesimismo, el optimismo y el realismo representan tres estilos explicativos particularmente destacados e interconectados.

Este artículo describirá estas mentalidades y su relación con la salud psicológica. También se incluyen consejos, libros, citas y recursos de .com. Así que síganos mientras inspeccionamos cómo nuestra forma de pensar influye en cómo navegamos por el mundo.

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¿Qué es el pesimismo en psicología?

El pesimismo es un tipo de estilo explicativo en el que los individuos “esperan el resultado desventajoso cuando se enfrentan a eventos de impacto emocional desconocido” (Herwig et al., 2010, p. 789).

Los humanos constantemente buscan significado para explicar los eventos de la vida. Cuando una persona ve las situaciones desde una mentalidad pesimista, esto se considera un sesgo negativo (Dember, Martin, Hummer, Howe y Melton, 1989).

Las personas que son pesimistas a menudo interpretarán los eventos negativos como internos, globales y estables; mientras que los eventos positivos a menudo se ven como externos, específicos e inestables (Gillham, Shatte, Reivich y Seligman, 2001). Estas relaciones se presentan en la Figura 1 a continuación.

El estilo explicativo afecta muchos aspectos de la vida. Por ejemplo, es menos probable que una persona con un sesgo negativo se sienta resistente cuando se enfrenta a factores estresantes porque sentirá una falta de control personal.

Considerar que los eventos indeseables se deben a causas internas estables tiene un impacto negativo en la autoestima (Gillham et al., 2001). Por el contrario, una disposición optimista se asocia con una depresión y síntomas físicos reducidos (Gillham et al., 2001).

Sin embargo, es importante señalar que una asociación entre el pesimismo y los resultados negativos no siempre es sencilla, ya que es posible sentirse simultáneamente pesimista y optimista acerca de una situación. Además, el pesimismo defensivo en realidad puede ser beneficioso en algunas situaciones.

Figura 1: Relación entre estilo explicativo, evento y percepción

Pesimismo vs Optimismo y Realismo

Si bien los estudios a menudo han informado mejores resultados de los optimistas frente a los pesimistas (Scheier, Carver y Bridges, 1994), investigaciones más recientes también han abordado el papel de una mentalidad realista, en la que las expectativas se basan en la realidad frente a la fantasía o la ilusión.

Como ejemplo notable, Chipperfield et al. (2019) abordaron el papel de los estilos explicativos en un estudio longitudinal de 18 años que evaluó las expectativas de salud y los resultados de salud entre los adultos mayores canadienses.

Los investigadores encontraron que tener expectativas de salud realistamente pesimistas (frente a optimistas poco realistas) estaba relacionado tanto con la reducción de los síntomas depresivos como con el riesgo de muerte. De manera similar, el optimismo poco realista (frente al optimismo realista) cuando la salud se está deteriorando se asoció con una tasa de mortalidad un 313 % más alta.

Claramente, el optimismo versus el pesimismo no es blanco o negro. Hay espacio para el realismo en esta ecuación; el optimismo realista cumple una función protectora al permitir que una persona permanezca optimista mientras acepta la realidad de las situaciones difíciles.

Un pesimista ve un túnel oscuro.
Un optimista ve la luz al final del túnel.
Un realista ve un tren de carga.
Un conductor de tren ve a tres idiotas parados en las vías.

3 ejemplos de diferentes mentalidades

Las siguientes viñetas destacan cómo la mentalidad afecta la forma en que una persona responde a una situación desafiante.

Stephanie es una mujer activa de 32 años que últimamente se ha sentido fatigada, con mucho dolor muscular y rigidez. También ha notado que ha sido torpe, olvidando cosas y que uno de sus ojos está borroso.

Cuando acude a un especialista, a Stephanie le diagnostican esclerosis múltiple (EM) recurrente, una enfermedad inflamatoria autoinmune que provoca una amplia gama de síntomas neurológicos, como debilidad muscular, problemas de visión, entumecimiento muscular y dificultad para moverse. La mentalidad de Stephanie desempeñará un papel clave en la forma en que maneja su enfermedad, como se indica a continuación.

Stephanie irrealmente optimista

Si Stephanie es irrealmente optimista, es probable que vea su condición como manejable, estable y con pocas probabilidades de empeorar. No se culpará a sí misma por su condición y creerá que es una casualidad, ya que las cosas suelen salir como ella quiere.

Aunque molesta por su diagnóstico, cree firmemente que tiene el tipo de EM menos grave. Confía en que vencerá su enfermedad y seguirá con su vida. como antes.

Stephanie comienza de inmediato una dieta antiinflamatoria, asiste a fisioterapia y toma sus medicamentos con regularidad. Stephanie se siente mejor, pero luego no logra mantener los ajustes de su estilo de vida porque cree que ahora está bien. Como resultado, tiene un mal brote, termina en la sala de emergencias y se siente terriblemente decepcionada.

Stephanie irrealmente pesimista

Si Stephanie es una pesimista poco realista, es probable que vea los desafíos de la vida como estables, y este diagnóstico no es una excepción. Ella podría creer que la enfermedad es el resultado de su estilo de vida y que podría haberla evitado de alguna manera. Ella cree que la EM arruinará su vida en muchas áreas, como el trabajo y las relaciones.

Stephanie toma sus medicamentos, pero no hace fisioterapia ni cambia su estilo de vida porque siente que no tiene sentido, dado que tiene una enfermedad que no puede controlar. Debido a que no hace los cambios de salud necesarios, la EM de Stephanie empeora mucho y no pasa mucho tiempo antes de que se encuentre deprimida y desempleada.

Stephanie realistamente optimista

Si Stephanie es realmente optimista, recibirá su diagnóstico de EM con un equilibrio saludable de positivismo y aceptación. Se informará sobre la enfermedad y no se hará ilusiones sobre su pronóstico. Tomará las medidas necesarias para reducir el impacto de la enfermedad y permitirle mantener un estilo de vida significativo y saludable. Cambiará su dieta y seguirá todas las indicaciones de su médico.

Como Stephanie es plenamente consciente de la progresión potencial de la EM, no se derribará si tiene un brote. Enfrentará su enfermedad con resiliencia y continuará participando en muchas actividades que le brindan alegría.

El sesgo del pesimismo: su papel en la ansiedad y la depresión

Se ha hecho referencia a la capacidad de anticipar el futuro como “un sello distintivo de la cognición” (Sharot, 2011, p. R941).

La anticipación es necesaria para la supervivencia, ya que nos permite prepararnos para situaciones difíciles. Sin embargo, cuando le damos sentido al mundo a través de una lente pesimista, nos deja vulnerables a la ansiedad y la tristeza.

Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo el presente.

Lao Tse

Pesimismo y ansiedad

Consideremos primero la ansiedad, que generalmente implica preocupación, miedo y cavilaciones sobre el futuro (es decir, ansiedad anticipatoria). Una persona muy ansiosa a menudo tiene una corriente de «qué pasaría si» en su mente, lo que dificulta disfrutar el momento.

Si una persona es pesimista, está más inclinada a ver el peor de los casos, lo que solo alimenta la ansiedad. Además, es más probable que una persona con ansiedad crónica califique eventos futuros ambiguos como irrealmente negativos (Hartley & Phelps, 2012).

El vínculo entre el sesgo cognitivo y la ansiedad ha sido respaldado por la literatura. Por ejemplo, el optimismo se ha asociado con una reducción de la ansiedad y la depresión entre los pacientes con cáncer (Zenger, Brix, Borowski, Stolzenburg y Hinz, 2010) y con una menor ansiedad entre los estudiantes universitarios de China (Yu, Chen, Liu, Yu y Zhao , 2015) e India (Singh & Jha, 2013).

De manera similar, en un estudio longitudinal a gran escala que incluyó a adolescentes australianos, aquellos que eran más optimistas tenían casi la mitad de probabilidades de estar en riesgo de síntomas depresivos (Patton et al., 2011).

Finalmente, en su metanálisis, Alarcon, Bowling y Khazon (2013) encontraron que el optimismo estaba relacionado con muchos aspectos del bienestar positivo, incluida la felicidad y la satisfacción con la vida. Como era de esperar, el optimismo también se correlacionó negativamente con la ansiedad y la depresión.

Pesimismo y depresión

Un estilo explicativo en el que se anticipan resultados negativos también representa un ingrediente integral de la depresión mayor (Herwig et al., 2010). Las personas con depresión a menudo se sienten impotentes y no creen que tengan los recursos para hacer frente a los desafíos. Pueden ser particularmente duros consigo mismos, participando en lo que Aaron Beck (1967, p. 234) ha denominado “sesgo sistemático contra uno mismo”.

Una persona que está deprimida puede verse a sí misma en una variedad de formas negativas que son falsas o exageradas (p. ej., «No soy bueno», «Nunca llegaré a nada», «No valgo nada»). Esta mentalidad pesimista aumenta el pensamiento depresivo, lo que sirve para exacerbar el pesimismo. Es un círculo vicioso.

La investigación empírica respalda una relación positiva entre el sesgo pesimista y los síntomas depresivos (Strunk, Lopez y DeRubeis, 2006). También se han informado asociaciones significativas entre el optimismo y el aumento de la resiliencia y la reducción de la depresión entre los adolescentes (Niu, Fan, Zhou, Tian y Lian, 2015).

De manera similar, se ha encontrado que el optimismo disposicional entre los estudiantes universitarios predice la depresión futura (Vickers & Vogeltanz, 2000). Entre los hombres de mediana edad y mayores, el optimismo también se ha relacionado con una mejor salud mental y vitalidad (Achat, Kawachi, Spiro, DeMolles y Sparrow, 2000).

¿Puede el pesimismo ser bueno?

Como casi todo en la vida, la moderación es un factor clave cuando se trata del estilo explicativo. Por ejemplo, algunas personas ven el mundo a través de lentes color de rosa.

Al hacerlo, no se dan cuenta, y mucho menos se enfrentan, a los desafíos. Esta forma represiva de ver las cosas tiene inconvenientes; El hecho de que te niegues a ver un problema no significa que no esté ahí.

Al igual que con el ejemplo anterior, ‘Stephanie optimista poco realista’ no logra comprender la naturaleza completa de su enfermedad, lo que conduce a más problemas de salud y una enorme decepción. En cambio, permitirse procesar las posibles ramificaciones de una situación es una forma de preparación mental que ayuda a suavizar la caída en tiempos difíciles.

La desventaja de un enfoque de ‘Pollyanna’ está respaldada por la literatura. Por ejemplo, Chipperfield et al. (2019) encontraron que los pronósticos demasiado optimistas estaban relacionados con un menor bienestar psicológico y un mayor riesgo de muerte.

De manera similar, la revisión de Forgeard y Seligman (2012) sugiere que el «optimismo absoluto y poco realista» puede conducir a una variedad de resultados indeseables. Por supuesto, no es saludable esperar siempre el peor de los casos, pero al fomentar el optimismo realista, podemos buscar “experiencias positivas mientras reconocemos lo que no sabemos y aceptamos lo que no podemos saber” (Schneider, 2001, p. 253). ).

Por lo tanto, siga adelante y practique el optimismo, pero asegúrese de que esté equilibrado con una buena dosis de flexibilidad y realismo.

Una nota sobre cómo cambiar su forma de pensar: 12 consejos

Los estilos explicativos no son aspectos fijos de nuestra personalidad; más bien, son estados cognitivos maleables.

Aquí hay 12 maneras de volverse más realistamente optimista:

  • Cambia tus expectativas
    Cuánto…