Ella no tenía una relación con su hija y no quería que mamá tuviera una relación conmigo.
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De niña y luego de adolescente, adoraba a mi abuela más que a nadie en el mundo.
Ella era una mujer fuerte que siempre quise ser cuando sea grande. Ella era elegante, hermosa y logró construirse una vida por sí misma, y si no fuera por ella, toda nuestra familia no tendría comida en la mesa ni un techo sobre nuestras cabezas.
Quería una vida tan grandiosa como la de ella y quería construirla para mí, tal como ella lo hizo. Entonces la admiré en silencio, haciendo lo mejor que pude para ser la niña que merecía su amor y atención.
Todavía recuerdo el verano cuando las cosas empezaron a cambiar. Tenía doce años y mi abuela creía que ya no era una niña. Y así, ella asumió el papel de mi mentora, de una figura de autoridad, y nuestra relación floreció.
Tendríamos interminables horas de conversaciones sobre su pasado, sus mayores logros y cómo llegó a donde estaba ahora. Ella me contó todos sus secretos para encantar a la gente y tener éxito. Ella me dio la hoja de ruta de las cosas que hacer y no hacer. Y la escuché, empapándome de esa información como una esponja.
Ella era la mujer más fuerte que conocía y estaba orgulloso de que me eligiera como su confidente más cercana. En ese momento, también comencé a sentir vergüenza de mi madre, y el odio hacia ella nació en mi corazón joven e ingenuo.
Nunca tuvimos una buena relación porque yo era una niña salvaje y fogosa, y ella era una mujer joven y suave que no sabía cómo tratar conmigo. Había luchado contra la depresión, el alcoholismo y un marido abusivo, y todo eso la debilitaba ante mis ojos infantiles.
Odiaba a mi madre porque me mintió acerca de quién era mi padre biológico. Ni siquiera se molestó en decirme que el hombre al que crecí llamando papá Ni siquiera era mi verdadero papá. Mi abuela fue quien tuvo el coraje de contarme la verdadera historia de cómo nací.
Odiaba a mi madre porque tenía que vivir en una casa con un hombre sexista y abusivo porque ella era demasiado débil para dejarlo. Odiaba tener que vivir en una casa sucia, vieja y llena…