¿Cómo lidiamos con el trauma?
Todos enfrentamos traumas de un tipo u otro, pero generalmente somos expertos en hacer frente a nuestros mini-traumas.
El verdadero desafío es aprender a abordar y sanar las experiencias verdaderamente traumáticas de la vida: agresión sexual, presenciar violencia extrema, vivir con violencia doméstica, experiencias de combate, etc.
Nuestras ideas sobre qué es el trauma, cómo nos afecta y cómo abordarlo de la manera más efectiva han recorrido un largo camino desde nuestra comprensión inicial, y ahora existen múltiples opciones para tratar el trauma y ayudar a quienes lo sufren a vivir su mejor vida.
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Comprender el trauma: el psicoanálisis de Freud y más
Las conceptualizaciones del trauma han cambiado bastante con el tiempo, al igual que los métodos y enfoques para tratarlo.
La palabra “trauma” proviene del término griego para penetración o herida, una indicación de cuán graves pueden ser los efectos del trauma (Valent, 2003). En general, el trauma no se entendía del todo bien, ni siquiera se consideraba seriamente como una lesión psicológica, hasta el psicoanálisis de Freud a fines del siglo XIX.
Freud fue uno de los primeros en profundizar en el trauma, especialmente el trauma sexual experimentado por las mujeres cuando eran jóvenes. Para Freud, el abuso sexual temprano era a menudo la causa de los problemas de las mujeres.
En lugar de culpar de la histeria y otros síntomas de trauma (como él los veía) a la retribución divina o al acoso de entidades malvadas, Freud popularizó la idea de que el trauma podría causar problemas psicológicos duraderos como evitación, represión y neuroticismo (Valent, 2003).
Sin embargo, es claro hoy que muchas de las teorías de Freud se quedan cortas al revisar la evidencia. El trauma no siempre es sexual, y los síntomas con frecuencia no están relacionados con las disfunciones sexuales.
Por ejemplo, el psicoanálisis se aplicó en gran medida durante las secuelas de la Primera y Segunda Guerra Mundial, ayudando a los veteranos «conmocionados» que sufrían lo que ahora entendemos como trastorno de estrés postraumático o TEPT (APsaA, 2018). Mucho de lo que hemos aprendido sobre el trauma y las respuestas comunes proviene del trabajo de psicoanalistas e investigadores del trauma y el psicoanálisis.
Además del psicoanálisis, existen otras formas más modernas de entender y tratar el trauma. La Terapia Cognitivo-Conductual (o CBT, por sus siglas en inglés) ha hecho grandes avances en el tratamiento de aquellos que sufren los efectos de un trauma severo, y muchos médicos también han tenido un gran éxito con la terapia de trauma positivo.
Un enfoque que se desarrolló específicamente para los jóvenes que sufren después de una experiencia traumática es la Terapia Cognitiva Conductual Centrada en el Trauma. No tiene la larga e ilustre historia que tiene el psicoanálisis, pero cuenta con el apoyo de varios estudios de eficacia y ensayos clínicos.
Siga leyendo para conocer más sobre este tratamiento para el trauma en niños y adolescentes.
¿Qué es la Terapia Cognitivo-Conductual Centrada en el Trauma?
La Terapia Cognitivo-Conductual Centrada en el Trauma, o TF-CBT, es un programa de tratamiento basado en la evidencia destinado a ayudar a los niños y sus familias a lidiar con las consecuencias de una experiencia traumática (Universidad Médica de Carolina del Sur, sin fecha).
La Terapia conductual cognitiva general (CBT, por sus siglas en inglés) ofrece métodos efectivos para tratar los trastornos relacionados con el trauma y promover la curación, pero la TF-CBT ofrece métodos ampliados, incorpora técnicas de la terapia familiar y utiliza un enfoque extremadamente sensible al trauma. TF-CBT también es relativamente a corto plazo, no dura más de 16 sesiones para la mayoría de los clientes.
El enfoque de la Terapia Cognitiva Conductual Centrada en el Trauma se aplica en un entorno seguro y estable para alentar a los clientes a compartir sus sentimientos y tiene como objetivo ayudar a quienes han experimentado un trauma a aprender cómo manejar las emociones difíciles de una manera más saludable.
El terapeuta priorizará el desarrollo de habilidades tanto para el niño como para los padres, y asignará tareas para que las familias practiquen estas habilidades (Child Welfare Information Gateway, 2018).
Los 8 componentes de PRÁCTICA de TF-CBT
La Terapia Cognitiva Conductual Centrada en el Trauma se administra en ocho componentes que comprenden tres fases distintas.
Además de estos ocho componentes, existe otro componente complementario para los padres del niño en terapia. El componente de crianza consta de una sesión individual solo para padres para cada uno de los ocho componentes de PRÁCTICA.
Estas sesiones ayudarán a los padres a desarrollar sus habilidades de crianza y mejorarán las interacciones entre padres e hijos a través de técnicas como elogios, atención efectiva y programas de refuerzo de contingencia (Cohen, nd).
Además, estas sesiones están destinadas a ayudar a los padres a conectar los problemas de comportamiento de sus hijos con el trauma que han experimentado, un paso vital para abordar adecuadamente los problemas y promover la curación.
TF-CBT comienza con la fase de estabilización.
Fase uno: estabilización
En la fase uno, el terapeuta guiará a los clientes a través del enfoque de la Terapia conductual cognitiva centrada en el trauma, brindará psicoeducación sobre el trauma y la curación, y los ayudará a desarrollar las habilidades que necesitarán para promover una curación y un desarrollo significativos.
P – Psicoeducación
La primera fase comenzará con un primer paso importante: aprender sobre el trauma. Los padres y el niño recibirán información sobre el trauma y las reacciones comunes a las experiencias traumáticas. El terapeuta repasará el trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) y los problemas comunes de comportamiento con los clientes y se asegurará de que el niño y los padres tengan reacciones normales y comprensibles y que sus sentimientos sean válidos.
Finalmente, este componente se cierra animando a los padres y al niño a que hay esperanza de recuperación. El terapeuta reconocerá que aunque sea un largo camino y se requiera mucho esfuerzo, es posible volver a vivir una vida feliz y saludable.
R – Habilidades de relajación
El segundo componente son las habilidades de relajación. Estos están destinados a ayudar al niño a revertir los efectos de excitación fisiológica del trauma que ha sufrido, aunque también se pueden enseñar habilidades de relajación a los padres en la sesión de crianza.
Las habilidades y técnicas de relajación que se pueden enseñar incluyen:
- respiración enfocada
- Atención plena
- Relajación muscular progresiva
- Ejercicio
- Yoga
- Canciones
- Baile
- Haciendo burbujas
- Lectura
- Oración
- Otras actividades divertidas/relajantes
Estos se pueden usar en cualquier momento, pero es probable que los niños los encuentren especialmente útiles cuando aparezcan recordatorios de trauma (desencadenantes que traen recuerdos del trauma).
A – Habilidades de Regulación Afectiva
Similar al componente de habilidades de relajación, este componente se incluye para ayudar al niño a aprender algunas estrategias útiles para identificar, modular y regular cualquier estado afectivo perturbador que pueda surgir, especialmente aquellos que son el resultado de la experiencia traumática.
Hay muchas habilidades y técnicas de regulación afectiva que se pueden cubrir en este componente, que incluyen:
- resolución de problemas
- Control de la ira
- enfoque actual
- Obtener apoyo social
- Actividades de distracción positivas
- Uso de habilidades en relación con recordatorios de trauma
C – Habilidades de procesamiento cognitivo
El componente final de la fase uno es el componente de habilidades de procesamiento cognitivo. Al igual que los dos componentes anteriores, la intención es ayudar al niño a desarrollar las habilidades necesarias para hacer frente a su estrés y lograr una curación significativa de su trauma.
Las habilidades de procesamiento cognitivo ayudan al niño a:
- Reconocer las conexiones entre sus pensamientos, sentimientos y comportamientos.
- Reemplace sus pensamientos dañinos o inútiles por otros más precisos o útiles.
Para identificar qué pensamientos son dañinos o inútiles, el niño puede hacerse dos preguntas sobre un pensamiento en particular:
- ¿Es preciso?
- ¿Es útil / me hace sentir mejor?
Si la respuesta a cualquiera de las preguntas es «No», es probable que el pensamiento se marque para su posible eliminación y se reemplace con un pensamiento más preciso y/o más positivo.
Estas habilidades generalmente se ponen a prueba durante la siguiente fase cuando el niño está construyendo su narrativa de trauma.
Fase dos: narrativa del trauma
T – Narración y Procesamiento del Trauma
En esta fase, el terapeuta guiará al niño a través de la creación de una narrativa del trauma.
La narrativa del trauma es el relato del niño de la historia de su(s) experiencia(s) traumática(s). A menudo son bastante difíciles de comenzar, ya que las emociones engendradas por el trauma original pueden regresar a medida que la víctima recuerda los detalles de los eventos, pero será más fácil a medida que avance el proceso.
El niño puede encontrar útil comenzar centrándose en los hechos: quién, qué, cuándo y dónde de la experiencia. A continuación, pueden agregar los pensamientos y sentimientos que surgieron durante la experiencia.
Una vez que se sienten cómodos enumerando o describiendo sus pensamientos y sentimientos durante la experiencia, pueden pasar a los momentos más difíciles o perturbadores de su trauma. Esto será difícil, pero es necesario armar una narrativa integral del trauma.
Finalmente, el niño debe tomar lo que ha producido hasta ahora y resumir todo y crear una narración fluida, con la opción de agregar un párrafo final sobre cómo se siente ahora, qué ha aprendido y si ha crecido a partir de la experiencia. .
A medida que el niño trabaja en su narrativa, el terapeuta debe mantener actualizados a los padres en las sesiones individuales para padres. Una vez finalizada la narración del trauma, el niño puede compartir la narración completa con sus padres.
Fase Tres – Integración / Consolidación
En la fase tres, el objetivo es consolidar las lecciones aprendidas, continuar desarrollando habilidades y mejorar las conexiones, y preparar a la familia para el éxito futuro.
I – Dominio in vivo de los recordatorios de trauma
Los recordatorios de trauma son estímulos que el niño puede experimentar en su vida cotidiana y que pueden traer recuerdos intensos, dolorosos y debilitantes del trauma sufrido. También es posible que estos recordatorios salten los recuerdos por completo y envíen al niño directamente a la excitación fisiológica que podría provocar pensar en el trauma (haciendo que el niño hiperventile sin saber exactamente por qué, por ejemplo).
El componente de dominio in vivo implica ayudar al niño a superar su evitación de recordatorios generalizados y trabajar para dominar recordatorios más específicos. El terapeuta desarrollará una jerarquía de recordatorios y trabajará con el niño para dominar gradualmente los estímulos temidos, trabajando desde el menos temido hasta el más temido.
Este componente puede comenzar en la fase de estabilización, pero tardará varias semanas en completarse.
C – Sesiones conjuntas de padres e hijos
Durante TF-CBT, las sesiones conjuntas de padres e hijos son oportunidades clave para que el terapeuta ayude a las familias a reconectarse y planificar la curación y el crecimiento continuos.
Es en estas sesiones que el niño puede compartir su narrativa de trauma con sus padres y trabajar juntos para mejorar su comunicación tanto sobre el trauma como en general. Estas sesiones también pueden ayudar a las familias a abordar la sexualidad saludable y desarrollar un plan de seguridad familiar para posibles amenazas o crisis futuras (cosas como intimidación, drogas y violencia doméstica).
Una vez que los padres y el niño se comunican de una manera más saludable y productiva, y una vez que el niño ha trabajado en su narrativa de trauma y ha adquirido las habilidades necesarias para sobrellevar su trauma…