Foto de Xavier Mouton Photographie en Unsplash
Reprimo mi terror cada minuto del día. Cada vez que me despierto por la noche del sueño inquieto al que me he acostumbrado, ya tengo miedo.
Espero que estés dormido. Siento tu pena, siento tu desconexión..tanto que mi alma, mi espíritu y mi pecho están cóncavos con esa misma pena, tristeza y pena. Mi ser se ha reducido al ancho y la tenacidad de un hilo de saliva, agobiado por tus cargas que se han vuelto mías, listas para romperse.
Imágenes tuyas en el otro extremo de una soga, a propósito, porque simplemente no puedes soportarlo, o en el otro extremo de una aguja, porque no quisiste hacerlo, pasan ante mí todo el día, todos los días, interrumpiendo mi cordura.
El que dejaste atrás, me mira fijamente esas veces que me despierto en las noches. Me mira a través de las tablillas de su cama en mi habitación. Se parece a ti. Llora, no realmente por la botella, sino por una respuesta. Tal como yo.
Me obligo a aceptar la idea de que tendré que aceptar la idea de que no puedo curar a alguien y no puedo convencerlo de que necesita estar bien si decide no estarlo.
No puedo hacer que te importe. No puedo obligarte a dejar de consumir heroína ni ninguna otra droga. No puedo obligarte a dejar de hacer cosas malas y no puedo obligarte a hacer cosas buenas.
No puedo evitar que robes, mientas, ames a la gente mala y que ignores y huyas de la bondad y de mí y de mi amor y preocupación por ti. No puedo hacer nada para cambiar tu vida.
Tienes que hacerlo. Tienes que hacerlo todo, aunque no puedas hacerlo solo y no puedas. Tienes que tomar todas esas decisiones tú mismo y pedir la ayuda que necesitas y permitirme a mí y a otras buenas personas amarte de verdad.
Odio las drogas. Odio a las personas que te dan drogas, que las consumen contigo, que te alientan a consumirlas y a todos esos “amigos” que no tienen las pelotas para enfrentarte y decirte que salgas de esa vida. .
Odio que llames amigos a cualquiera de ellos. Ninguno de ellos te ha amado. Te amo. Te quiero muchísimo. Y huyes de mí. Ninguna mamá merece esto y ningún niño merece esto.
Tú, hijo mío, no mereces esta vida de mentira y muerte y no puedo comprender qué es lo que dentro de ti te ha hecho elegirla.