Los dioses en el México central prehispánico (1)
Esta es la primera parte de un ensayo introductorio sobre este tema tan importante escrito generosamente especialmente para nosotros por el profesor Guilhem Olivier, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la Ciudad de México.
En vísperas de la Conquista, el sistema religioso de los habitantes del centro de México formaba parte de una tradición milenaria compartida por muchos otros pueblos de México y Mesoamérica. Vale la pena señalar que muchos aspectos de este sistema todavía existen hoy en las comunidades ‘indígenas’, incluso después de convertirse al cristianismo. Antes de examinar el complejo mundo de los dioses, es necesario subrayar hasta qué punto ‘lo religioso’ entró en la vida de los mexicas. En esencia, cualquier actividad, desde la más importante, como la entronización de un rey, hasta la más cotidiana, como la caza, tenía una dimensión religiosa: algo basado en mitos, regido por dioses y que exigía rituales apropiados.
Foto 2: Quetzalcóatl como portador del cielo, Códice Borgia pl 51 (Click en la imagen para ampliar)
visión del mundo
Para comprender el papel de los dioses en la religión mexica, dioses que llegaron a dominar un gran imperio durante los siglos XV y XVI, debemos comenzar por familiarizarnos con la forma en que los mexicas percibían el universo. A grandes rasgos, los mexicas concebían la tierra como una superficie plana, rectangular o redonda, rodeada por un mar que se elevaba en el horizonte hasta alcanzar los cielos. Estos estaban sostenidos por 4 dioses – Tlahuizcalpantecuhtli, Xiuhtecuhtli, Quetzalcóatl y Mictlantecuhtli – cada uno asociado a un punto cardinal: a su vez, Este, Norte, Oeste y Sur (Foto 2).
Foto 3: Los 13 ‘cielos’ y los 9 inframundos, Codex Vaticanus-Latinus 3738, pls 1 y 2 (Haga clic en la imagen para ampliar)
En la dimensión vertical del cosmos, los mexicas creían en la existencia de 13 niveles de ‘supermundo’ y 9 de inframundo. Cada uno de estos niveles estaba habitado por dioses, estrellas y otros seres mitológicos. Esto se ilustra en el Códice Vaticano-Latino 3738donde se representan los ‘cielos’: la Luna moraba en la primera, Citlalicue ‘La con falda de estrellas’ en la segunda, Tonatiuh, el Sol, en la tercera, y así hasta la 13 y más alta, Omeyocan, ‘Lugar de la Dualidad’, hogar de la pareja original, Ometecuhtli y Omecíhuatl (Foto 3).
Foto 4: Un ‘tonalpouhque’ (‘El que posee la cuenta de los días’) muestra a una mujer el día 10-Conejo en un códice, cuando su hijo va a ser bautizado, Códice Florentino Libro 4, fol 34v (Haga clic en la imagen para agrandar)
De importancia crítica también fueron las formas en que los mexicas percibían el tiempo. Básicamente había dos calendarios: uno solar de 365 días (xiuhpohualli en náhuatl) compuesta por 18 ‘meses’ de 20 días más 5 días ‘aciagos’; y otro ritual uno de 260 días (tonalpohualli), formado por la combinación de signos de 20 días con 13 números. Cada mes o ‘veinte’ de veinte días iba acompañado de importantes fiestas en los principales pueblos y ciudades del imperio mexica. El calendario ritual se utilizó para calcular las fechas de nacimiento, que influyeron en el carácter y el destino de las personas, y los días adecuados para ciertas actividades (sembrar, cosechar, viajar, cazar, casarse, curar, elegir un rey, etc.) (Foto 4) .
Foto 5: Tlaltéotl o Coatlicue, diosa temerosa de la tierra, estatua, Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México (Click en la imagen para ampliar)
mitos
Nos limitaremos a algunas de las historias que cuentan la creación del Cielo y la Tierra, la creación de los humanos y la ‘Leyenda de los Soles’.
Fueron los dioses nacidos de Ometecuhtli y Omecíhuatl, la primera pareja, quienes decidieron crear el Cielo y la Tierra. En ese momento el único ser existente era Tlaltéotl, quien flotaba sobre aguas prístinas. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca entraron en el cuerpo de Tlaltéotl y lo partieron en dos mitades, creando así el Cielo y la Tierra. Erigieron cuatro pilares para evitar que Tlaltéotl se cerrara de nuevo (Foto 5). La primera pareja, furiosa por el ultraje cometido, se enmendó con Tlaltéotl al ordenarle a las plantas que crecieran de su cuerpo y la sangre de las víctimas del sacrificio para regarlo.
Foto 6: Mictlantecuhtli, dios del inframundo: estatua de barro hallada en la Casa de las Águilas, recinto sagrado, Tenochtitlan (Click en la imagen para ampliar)
Entre los mitos que hablan de la creación del ser humano destaca la historia de cómo Quetzalcóatl descendió al inframundo, donde el dios Mictlantecuhtli cuidó los huesos de los gigantes que habían habitado la Era anterior (Foto 6). Después de completar varias tareas, incluida la de soplar con éxito una caracola que Mictlantecuhtli había bloqueado, Quetzalcóatl rescató los huesos y regresó con ellos a la superficie terrestre. Desafortunadamente, sin embargo, tropezó en este viaje y los huesos se rompieron en pedazos más pequeños, del tamaño de seres humanos. Los huesos fueron triturados por la diosa Quilaztli, y Quetzalcóatl se pinchó para rociar sobre ellos su sangre: de esta mezcla nacieron los seres humanos.
Foto 7: La era del viento (‘Ehecatonatiuh’), destruida por un huracán que transformó a los humanos en monos. En la parte superior aparece Quetzalcóatl-Ehécatl, dios del viento, cuyo doble era un mono. Codex Vaticanus-Latinus 3738, f6 (Haga clic en la imagen para ampliar)
Otros mitos hablan de las diferentes épocas que precedieron a nuestra era mundial actual. Las historias que sobreviven hablan generalmente de cinco eras llamadas Soles. Cada era fue destruida por un cataclismo -implícito en el mismo nombre del Sol particular- y la última era, la que vivimos hoy, terminará con un gran terremoto. Algunas fuentes indican en qué se transformaron los humanos con cada destrucción: en peces con el diluvio, en monos con el huracán, en mariposas, perros y pavos con la lluvia de fuego (volcánico) (Foto 7). Como ha demostrado Michel Graulich, datos mitológicos clave apuntan al hecho de que Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se turnaron para desempeñar el papel del Sol. La lucha entre estas dos deidades se puede ver claramente en el relato de la caída de la mítica ciudad de Tollan, en la que Quetzalcóatl, Sol de la cuarta era, es derrotado por Tezcatlipoca. Para los mexicas, el quinto Sol estaba naturalmente gobernado por Huitzilopochtli, su dios tribal, quien ha sido confundido con Tezcatlipoca (foto 8). No es de extrañar que al final de la quinta era, con la Conquista, la llegada de los españoles fuera vista por los aztecas como el regreso de Quetzalcóatl.
Foto 8: Huitzilopochtli (izquierda) con atributos de Tezcatlipoca (pie arrancado), en el ‘Teocalli de la Guerra Sagrada’, Museo Nacional de Antropología (Click en la imagen para ampliar)
El Universo de los Dioses
Los primeros cronistas españoles quedaron asombrados por la gran cantidad de dioses mesoamericanos que encontraron, ¡nada menos que 2.000 según López de Gómara! Resulta extremadamente difícil resumir los innumerables rostros que podían mostrar los antiguos dioses mexicanos. Elementos como agua, aire, tierra y fuego; espacios físicos como cerros o ríos; fenómenos naturales como rayos o lluvia; animales, plantas e incluso ciertos objetos como instrumentos musicales podrían ser dioses o receptáculos de fuerzas divinas. Incluso algunos individuos (esclavos o cautivos de guerra, pero también sacerdotes o líderes ‘poseídos’ por una deidad particular) podrían volverse xiptla (‘imagen’ o ‘representante’ en náhuatl) de los dioses en cuestión, ya sea sólo en esa ocasión o para el resto de sus vidas. Igualmente, un dios como Quetzalcóatl – o cualquier deidad – podría tomar la forma de un elemento de la naturaleza como el aire (Foto 9), como un planeta (Venus), aparecer bajo la forma de un animal (mono, zarigüeya… .), un esclavo cautivo (su ‘imagen’ en Cholula) o un líder político (8-Venado ‘Garra-Jaguar’ en la cultura regional de La Mixteca).
Foto 9: Quetzalcóatl como dios del viento, con su ‘pico de pájaro’, Códice Telleriano-Remensis, f8v (Click en la imagen para ampliar)
Los antiguos mexicanos usaban estatuas de madera, arcilla, piedra e incluso incienso de copal o caucho para crear representaciones físicas de sus dioses. Por ejemplo, el Tepictoton, los dioses de la montaña – Popocatépetl, Iztaccíhuatl, Tláloc, Poiauhtécatl, etc. – estaban representados por figurillas hechas de semilla de amaranto, frijol y semillas de calabaza (Foto 10). Otros objetos como la muerte o los bultos sagrados (tlaquimilolli) podría representar deidades. Sabemos que contenían elementos asociados con dioses: cenizas, espejos, piezas de jade, bastones, fragmentos de obsidiana, flechas, etc. (Foto 11). Estos bultos sagrados podían identificar las comunidades particulares de las que provenían, ya que contenían reliquias que les legó su dios patrón, como un signo de elección divina. Significativamente, estos fardos jugaron un papel clave en las ceremonias de coronación real en el centro de México (Foto 12).
Nota
Las imágenes 10, 11 y 12, la conclusión del artículo (incluida una lista de los dioses más importantes), la bibliografía y las fuentes de imágenes aparecen en la Parte 2 – enlace a continuación…
Este artículo fue subido al sitio web de Mexicolore el 28 de agosto de 2011