Habilidades para escuchar: definición, ejemplos y consejos

Habilidades para escuchar: definición, ejemplos y consejos

La capacidad de escuchar es fundamental para establecer vínculos con los demás. ¿Qué se necesita para saber escuchar y cómo se puede ser un oyente más eficaz? Siga leyendo para ver ejemplos y consejos.

Dicho esto, siempre estaré agradecida de que cuando realmente necesitaba ayuda para entender algo o procesar mis emociones, podía ir a ver a mi madre a la pequeña habitación donde pintaba, leía y miraba televisión. Cuando me sentaba con ella, me prestaba toda su atención: apagaba la televisión, se daba vuelta para mirarme y mantenía el contacto visual todo el tiempo que yo quería. Me escuchaba atentamente y me brindaba empatía y consejos honestos.

Fue en esa habitación, y en menor medida en la oficina de mi padre en casa, donde aprendí a escuchar bien. Llevo esas experiencias a mi trabajo como terapeuta y al tiempo que paso con amigos y familiares que me piden que los escuche. Dicho esto, he aprendido mucho sobre cómo escuchar bien en la edad adulta, y tú también puedes hacerlo. Veamos algunos ejemplos de buenas habilidades para escuchar y consejos para desarrollar tus habilidades para escuchar.

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¿Qué son las habilidades de escucha? (Una definición)

En este artículo nos centraremos en las habilidades de escucha para las relaciones. La biología de la escucha, cómo se escucha una conferencia o una pieza musical… son temas para otro día. Las buenas habilidades de escucha para relacionarse con otras personas implican tres etapas (Bodie, 2012):

  1. tomando en cuenta la información explícita e implícita que otra persona le proporciona;
  2. sintetizar la información que estás recibiendo y relacionarla con lo que ya sabes; y
  3. Responder a la otra persona (a) demostrando que se está prestando atención y (b) haciendo preguntas aclaratorias. Esto a veces se denomina escucha activa-empática.

Veamos más de cerca la parte empática de esta escucha. Según Carl Rogers, uno de los psicólogos y terapeutas más famosos del siglo XX, las personas solo se sienten verdaderamente escuchadas y aceptadas cuando “sentimos con” ellas (Rogers, 1957). En la escucha activa, demostramos que estamos “sintiendo con” alguien en la tercera etapa, o la etapa de respuesta, de la escucha.

Esto puede suceder en dos niveles diferentes: cognitivo y emocional. Supongamos que estoy escuchando a una clienta que me cuenta sobre el estrés que el alcoholismo de su hermano mayor le está causando a su familia. Cuando pienso: “Debe ser muy difícil para ella preocuparse por él y ver que sus padres también se preocupan por él”, y ella ve que mi expresión facial refleja su propia preocupación y tristeza, estoy empatizando con ella en un nivel cognitivo. Estoy asimilando y comprendiendo el impacto emocional que está teniendo y le estoy dando una señal clara de que este proceso está sucediendo en mi caso.

Para que yo pueda empatizar a nivel emocional, necesitaría conectar con mis propias emociones (hipotéticas o reales) en una situación como esa. Cuando le sostengo la mirada y respondo a lo que dice con: “Sé lo difícil que puede ser para los familiares de personas con adicciones. Puedo sentir cuánto te pesa esto”, ella sabrá que la estoy escuchando, pero también que estoy “sintiendo con ella”.

No podemos subestimar la importancia de la empatía y de demostrar que se tiene empatía para saber escuchar bien (Rogers, 1957). Cuando nos comunicamos, a menos que lo hagamos por razones puramente transaccionales (por ejemplo, “Me gustaría un café mediano con crema aparte, por favor”), queremos sentirnos plenamente vistos y escuchados. El trabajo de un oyente hábil es no solo captar y comprender lo que se está diciendo, sino también transmitir respeto por la humanidad de la persona que lo comparte.

Por qué son importantes las habilidades de escucha

Este tipo de escucha se considera una conducta prosocial crítica (Drollinger et al., 2006), lo que significa que promueve las conexiones con otras personas y aumenta la satisfacción en las relaciones (Floyd, 2014; Gearhart y Bodie, 2011). Las investigaciones nos dicen que las personas experimentan la escucha empática como una forma de afecto por parte de otra persona (Floyd, 2014).

Las habilidades para escuchar son especialmente importantes si desea ser una presencia de apoyo en la vida de otra persona. Los clientes informan que se sienten más cómodos y capaces de revelarse a sus terapeutas cuando estos utilizan claramente las habilidades para escuchar descritas anteriormente (Myers, 2000; Rogers, 1957).

Beneficios de mejorar tus habilidades de escucha

En pocas palabras, mejorar sus habilidades de escucha le permitirá desarrollar y mantener relaciones cercanas con otras personas con mayor facilidad. Las personas con buenas habilidades de escucha obtienen mejores resultados en las mediciones de habilidades sociales (Gearhart y Bodie, 2011), por lo que es lógico pensar que mejorar sus habilidades de escucha podría mejorar su vida social en general.

Si estás en una relación romántica, o te gustaría estarlo, debes saber que muchas, si no la mayoría, de las relaciones que terminan lo hacen porque las personas involucradas sintieron que sus parejas no podían escucharlas (Amato y Previti, 2003; Gottman y Levenson, 2002; Hawkins et al., 2012). Otro beneficio de mejorar tus habilidades para escuchar es que puedes volverte más capaz de comprender tus propias emociones y empatizar contigo mismo (Barrett-Lennard, 1997).

Ejemplos de habilidades de escucha

Veamos un par de ejemplos de habilidades de escucha (Nemec et al., 2017). Algunas de las habilidades de escucha más concretas y efectivas tienen que ver con la etapa de respuesta, ya que alientan a la persona que está hablando a seguir hablando, por lo que nos centraremos en ellas.

Parafraseando: Cuando parafraseamos, simplemente tratamos de poner en nuestras propias palabras lo que dijo la otra persona. No se trata de repetirle exactamente lo que dijo. Poner su punto de vista en tus propias palabras le demuestra que escuchaste con suficiente atención para interiorizar lo que dijo y puedes explicarlo tú mismo.

Si no estás seguro de cómo hacerlo, te recomiendo tener en mente una fórmula como “te sientes X porque Y”. Por ejemplo, si dijera “No podía creer que no le preguntara a nadie más qué quería antes de hacer la reserva”, podrías parafrasear “te sentiste sorprendido porque tomó esa decisión sin consultar a nadie más”.

Preguntas abiertas: Hacer preguntas abiertas demuestra al orador que, como oyente, estás interesado en lo que dice y que tienes curiosidad por saber más. Si me dijeras: “Tengo mucho que hacer antes de irme de vacaciones a casa de mis padres”, podría preguntarte: “¿Cómo te sientes al volver a casa?” o “¿Cómo te va con esa lista de cosas por hacer?”.

Silencio (Buffington et al., 2016): En determinados momentos, sentarse en silencio atento demuestra que estás escuchando activamente. Especialmente cuando alguien está molesto, puede ser más eficaz simplemente esperar a que diga más, mientras demuestras que estás prestando atención manteniendo tus expresiones no verbales enfocadas en él (por ejemplo, observándolo, permaneciendo orientado hacia él).

Reflejando sentimientos hacia atrás (Ivey et al., 2015): Cuando los sentimientos están a flor de piel, a menudo resulta muy útil que los oyentes reconozcan esos sentimientos. Por ejemplo, si un compañero de piso llega a casa y pasa varios minutos contándome lo exigente que fue su jornada laboral, tal vez le diga simplemente: “Parece un día frustrante y agotador”.

Para conocer más sobre las habilidades para escuchar, consulte este video de un entrenador de comunicación:

Vídeo: Habilidades para escuchar eficazmente

Ejercicios de habilidades auditivas

A continuación se presenta un ejercicio de escucha que se suele enseñar a las parejas que están aprendiendo a mejorar su comunicación. Lo llamamos la técnica del hablante y el oyente (Pearson et al., 2005). Una persona es el hablante y la otra es el oyente, y la pareja cambia de roles a intervalos regulares. (Puede ser útil tener algún tipo de objeto, como un bastón para hablar, para indicar quién es el hablante en ese momento).

Así es como funciona: El orador comienza a hablar sobre un tema que le interesa. Una vez que ha compartido algunas frases, hace una pausa y luego es el trabajo del oyente parafrasear lo que escuchó. No hay que discutir, interpretar ni contar su propia versión de la historia: el único trabajo del oyente es parafrasear.

Una vez que hayan hecho eso, el hablante puede decirles si su paráfrasis fue efectiva y puede aclarar cualquier punto que el oyente haya pasado por alto. Las dos personas mantienen esta estructura durante un par de rondas más (el hablante comparte y el oyente parafrasea) hasta que ellos (o su terapeuta) acuerden que es hora de cambiar de roles.

Esta es una de las primeras actividades que suelo realizar con las parejas que recién comienzan la terapia. Puede parecer rudimentaria, pero es más difícil de lo que se podría esperar. Cuando surgen temas delicados, todos podemos apegarnos tanto a nuestras propias opiniones y necesidades que nuestra capacidad de escuchar se va por la ventana. Puedo intentar escucharte, pero en realidad sólo estoy esperando para insistir en mi versión de los hechos. La técnica del hablante y el oyente obliga a todos a ir más despacio. Le da a la conversación la estructura que necesita para que cada persona Realmente se siente escuchado y comprendido..

Las parejas suelen encontrar esta actividad desafiante y gratificante a partes iguales. Es tranquilizador saber que tu pareja no va a cuestionar ni desestimar de inmediato lo que tienes que decir. Creo que esta habilidad para escuchar es particularmente eficaz en cualquier conversación en la que haya una carga emocional o un conflicto.

Habilidades de escucha en el lugar de trabajo

Las habilidades de escucha también son útiles en el lugar de trabajo. Las investigaciones indican que cuando los supervisores practican el uso de habilidades de escucha activa con las personas que están supervisando o capacitando, esos empleados experimentan un mayor sentido de autoeficacia y niveles más bajos de estrés y ansiedad (Levitt, 2002; Mineyama et al., 2007).

Consejos sobre habilidades de escucha

Mi primer y más importante consejo para mejorar la escucha es que la escucha es tanto verbal como no verbal (Bodie et al., 2015). Esto se aplica tanto al hablante como al oyente. Cuando estás escuchando, debes prestar atención a las expresiones faciales y al lenguaje corporal del hablante, no solo a sus palabras. A menudo, estas señales no verbales te dan más información sobre cómo se siente la otra persona o qué está pensando, y esta información puede contradecir lo que está diciendo. Por ejemplo, si un amigo te dice: «Realmente no me importa a dónde vamos a cenar», pero interrumpe el contacto visual contigo en medio de la oración, es posible que en realidad tenga una preferencia, pero la esté reteniendo.

Como oyente, tus expresiones no verbales también son muy importantes. Puedes demostrarle a otra persona…