¿Alguna vez has tenido momentos de ira? Por supuesto, la respuesta es sí, en el sentido de que cada persona siente esta emoción en algún nivel, y existen múltiples tipos de estilos de ira.
No estereotipemos nuestra comprensión de la ira suponiendo que sólo implica una comunicación grosera y mezquina. Sí, la gente suele abusar de él de esa manera, pero es mucho más amplio que eso. En nuestra identificación de los cinco estilos de ira se incluyen reacciones de frustración, enfado, irritabilidad, agitación, impaciencia, etc. Es una emoción de base amplia con muchas manifestaciones.
La ira forma parte del sistema de alerta de tu personalidad y se desencadena por la necesidad de preservarse.
Específicamente cuando te sientes enojado, deseas preservar:
- Tu valor como ser humano: «¡Podrías mostrarme respeto!»
- La legitimidad de tus necesidades: “Quiero que consideres mis necesidades”.
- Tus principales convicciones: “Tengo creencias que definen quién soy, fíjate en ellas”.
Está muy bien que te sientas enojado, pero a medida que reconoces la emoción, puedes profundizar más preguntando también: “¿Qué revela mi uso de la ira sobre mí en general?” Desafortunadamente, muchas personas no son disciplinadas con su ira, y ésta es poco más que una fuerza perturbadora. Otros, temiendo lo que pueda suceder al expresar enojo, permiten que la inseguridad y el pesimismo provoquen expresiones tímidas o tortuosas.
Pero aferrémonos a la idea: con todos los estilos de ira, tienes opciones. Puedes optar por dejar que siga su curso negativamente. Puedes dejar que devore tu yo interior, lo que resultará en una forma de vida infeliz. O puede optar por combinar el manejo de la ira con una forma de vida constructiva. ¿A dónde quieres llegar con eso?
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Una vez que tu personalidad registra enojo, hay cinco estilos diferentes de enojo que puedes elegir.
Examinemos los cinco estilos de ira, observando a lo largo del camino lo que estos estilos de ira revelan sobre quién eres en ese momento. Al tomar conciencia de sí mismo, podrá estar preparado para manejar la ira de maneras que mejoren, en lugar de disminuir, su calidad de vida.
- Reprimir la ira
La supresión de la ira representa un intento de evitar temporalmente el dolor. Cuando reprimes la ira, has sopesado el potencial de una lucha de poder indeseable y has elegido el camino de menor resistencia. Incluso podría haber llegado a la falsa conclusión de que si no aborda el problema que produce la ira, éste simplemente se desvanecerá y desaparecerá.
La supresión de la ira se puede abordar de muchas maneras:
- Retirarse físicamente de un problema
- Decir «estoy bien» cuando no lo estás
- Apaciguar en un esfuerzo por hacer desaparecer el problema.
- Ser demasiado discreto en sus intercambios
- Sucumbir al controlador
- Evitar temas controvertidos
- Dejar pasar frustraciones legítimas sin decir una palabra
- Sonriendo, fingiendo no sentir el resentimiento que reside en nuestro interior.
- Actuar como un jugador de equipo incluso cuando no estés de acuerdo con las reglas del momento.
Los represores hacen la falsa suposición que sigue a la filosofía de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Pueden presumir que si mantienen ocultas sus emociones, desaparecerán. De hecho, la supresión de la ira prácticamente garantiza la acumulación de otros problemas como el resentimiento, la depresión y la ansiedad.
¿Qué puede revelar la represión sobre ti?:
Tu inclinación a reprimir demuestra un miedo generalizado. Es como si temieras el conflicto porque supones que nada bueno resultará de hablar o actuar de acuerdo con tus convicciones. La represión ilustra una actitud de inutilidad y desilusión. Demuestra que has permitido que el cinismo se apodere de ti, dejándote en un estado general de pesimismo. Cuanto más comúnmente reprimes, más implica que has descartado tu propia legitimidad personal.
2. Ira abiertamente agresiva
Por lo general, cuando la gente piensa en la ira, lo que les viene a la mente es el estilo de ira abiertamente agresivo. Esto es natural, ya que es la forma más ruidosa y bulliciosa de comunicar la emoción.
Si bien la persona agresiva está en un modo de autoconservación, se la maneja de una manera que muestra poco respeto por los demás involucrados. La razón para sentir enojo puede ser realmente válida (aunque a veces no lo es), pero la transmisión es tan perturbadora que se pierde el mensaje apropiado.
La ira abiertamente agresiva se puede manifestar de estas maneras:
- Ser crítico o mandón
- Hablar dogmáticamente sobre tus creencias
- Ser contundente y agresivo
- Gritar, usar un tono de voz elevado.
- Culpar, acusar
- Entrar en peroratas o sermones largos
- Muestras o amenazas de fuerza física.
- Ser franco e insensible
- Quejándose y quejándose
- Discutir y ser sarcástico
- Maldecir, insultar, insultar
- Interrumpir, negarse a escuchar
- Impulsar una agenda a la que otros inevitablemente se resistirán.
Al utilizar el estilo de ira abiertamente agresivo, puede ilustrar una fuerte creencia de que los demás no pueden o no tomarán buenas decisiones sin que usted sea abrumador. Implica una falta de confianza en que las personas coordinarán la vida contigo si simplemente las dejas a su suerte.
Lo que la agresión abierta revela sobre ti:
Primero, cuando utilizas este estilo de ira, implica que la altivez se ha apoderado de tu personalidad. Es como si estuvieras diciendo: “Nadie lo sabe mejor que YO”. Hay poco o ningún espacio para ideas, preferencias o interpretaciones separadas. Además, el estilo agresivo ilustra poca o ninguna empatía. Seguramente la otra persona tiene sentimientos y preferencias, pero lleno de agresión has llegado a la conclusión de que la única persona cuyos sentimientos importan eres tú mismo. No estás mostrando ninguna deferencia hacia las distinciones del otro.
Asimismo, el miedo se revela a través del estilo abiertamente agresivo. La gravedad del enfado es tu forma de indicar: “Tengo miedo de que nadie me tome en serio si hablo en un tono de voz normal”. Las personas agresivas han llegado a la conclusión de que tienen que coaccionar para ser escuchadas. Su estilo abrumador es una compensación por los sentimientos de insuficiencia, por temor a no ser nadie sin este barniz cáustico.
3. Ira pasiva agresiva.
Algunas personas han decidido que hay momentos en que el estilo abiertamente agresivo creará más problemas de los que resolverá, por lo que en lugar de eso se vuelven sigilosos con ira. Al sentirse agresivos, todavía albergan desdén, pero lo comunican por medios más ocultos que les permiten estar menos expuestos.
Las personas inclinadas a la ira pasivo-agresiva han llegado a la conclusión de que “menos es más”, en el sentido de que pueden preservar sus necesidades personales y al mismo tiempo revelar poco sobre sus vulnerabilidades. Les gusta mantener a los demás adivinando porque es su propia forma de poder.
La ira pasiva agresiva se muestra con este tipo de conductas:
- Ser evasivo en general
- Encogerse de hombros y luego dar respuestas de “No sé”
- Prometer una cosa y luego hacer algo muy diferente
- Procrastinación, pereza
- Sabotear los planes de otros
- ser poco confiable
- Negarse a prepararse para tareas, asignaciones.
- Poner excusas poco convincentes para el mal comportamiento
- Dando el trato silencioso, la retirada como castigo.
- Priorizar el juego o la frivolidad cuando otros asuntos necesitan atención
- Haciendo esfuerzos a medias
- Ser un despilfarro, incluso después de que se solicite lo contrario.
A menudo, las personas pasivo-agresivas pueden sentirse recompensadas por su estilo de ira, ya que genera mucha tensión en los demás. Puede resultar empoderador.
Lo que la ira pasivo-agresiva revela sobre ti:
Las personas inclinadas a la ira pasivo-agresiva revelan bajos niveles de confianza hacia los demás. Han llegado a la conclusión de que revelarse uno mismo es demasiado arriesgado y que otros utilizarán la información en su contra. Por eso se han vuelto clandestinos. Tienen poco optimismo en cuanto a que el conflicto pueda gestionarse limpiamente, lo que les deja con pocos incentivos para compartir asuntos personales con claridad.
Estos individuos operan con miedo a la vulnerabilidad. Cuanto menos se sepa sobre ellos, mejor. Todavía tienen impulsos agresivos, pero han elegido una manera intrigante de autoconservación. Detrás de todo esto hay una tranquila sensación de tener el derecho de estar por encima de los demás, incluso cuando revelan poco sobre cómo realmente luchan por dentro.
4. Ira asertiva.
Recuerde, la ira puede tener un propósito constructivo. Cuando ha ocurrido un malentendido, cuando una persona te ha hecho daño, tu ira puede provocar decisiones decisivas y
acción correctiva. En la autoconservación, puedes hablar y actuar de manera que los demás sepan tu deseo de ser respetado. El estilo asertivo de ira se caracteriza por esfuerzos abiertos para abordar los problemas y, al mismo tiempo, elegir mantener la dignidad hacia aquellos a quienes se aborda.
Las personas asertivas no sienten la necesidad de menospreciar a los demás en el proceso de gestionar las tensiones. Pueden ser firmes, pero también respetuosos. Pueden mantener principios sólidos sin tener que invalidar los principios de los demás.
Ejemplos de ira asertiva incluirían:
- Saber cuando decir no
- Ser directo en la comunicación.
- Hablar con voz clara y concisa.
- Mostrar preocupación incluso cuando se abordan los problemas
- Demostrar confianza cuando otros no están de acuerdo
- Ser conocido como alguien que puede y cumplirá con sus responsabilidades.
- Mantenerse firme cuando otros son claramente irresponsables o indiferentes
- Cumplir con los estándares correctos sin ser degradante.
- Responder a la resistencia con calma y resolución.
Al elegir el estilo asertivo de la ira, reconoces que mereces ser escuchado y que preservar las convicciones personales es un acto de responsabilidad. Sin embargo, también puedes mantener un sentido de modestia al dejar espacio para las necesidades y perspectivas de los demás.
Lo que la asertividad revela sobre ti. A medida que manejas consistentemente la ira de manera asertiva, demuestras que eres un pensador de “panorama general”. Es decir, desea que sus elecciones momentáneas coincidan con sus planes a largo plazo. No está dispuesto a permitir que estados de ánimo insignificantes y momentáneos descarrilen su reputación como persona fuerte.
La asertividad se basa en un respeto general por el bienestar de los demás. Cuando surge un conflicto, te preocupas lo suficiente como para abordarlo, pero de manera constructiva. Al ser asertivo demuestras empatía ya que eres consciente del impacto que tu mensaje puede tener en los demás. La bondad y el amor siguen siendo fuertes y claramente consideras a los demás como tus iguales.
6. La liberación de la ira.
Hay momentos en los que sientes una oleada de ira, pero la sabiduría revela que es necesario no expresar la emoción. No es necesario abordar todas las circunstancias agitadoras. Puedes reconocer que, aunque la ira puede tener una función constructiva, hay ocasiones en las que es necesario utilizar otros rasgos de la personalidad. Esto le permite apelar a prioridades más altas.
La liberación de la ira requiere discreción al determinar que a veces se puede lograr un bien mayor simplemente aceptando las imperfecciones de la vida.
La liberación de la ira se puede manifestar de muchas maneras:
- Mostrar tolerancia hacia las diferencias de los demás.
- Ser paciente
- Elegir el perdón como medio para encontrar la paz personal
- Aceptar a los demás tal como son
- Saber cuándo no presionar un punto
- Elegir ser decente incluso cuando otros no han actuado decentemente contigo
- Mantenerse al margen de debates o discusiones infructuosas
- Reconocer que la vida no siempre es justa
- Eliminar el requisito de que los demás sean ideales
- Elegir la bondad como medio para encontrar influencia.
Al elegir la liberación de la ira, reconoces tus limitaciones personales y que la gente…