¿Cómo es la ensalada perfecta? Aunque pueda parecer fácil, no lo es. Si quieres una ensalada ligera, debes tener en cuenta todos los ingredientes y el aliño. Pasarte con el aceite o abusar de las salsas envasadas puedes convertir una simple ensalada en una bomba de relojería. O bien, elige solo cuatro trozos de lechuga hará que te quedes con hambre y que caigas en el picoteo descontrolado.
En la galería encontrarás las calorías que se encuentran escondidas en los tipos de ensalada más habituales. Además, te dejamos algunos consejos a continuación para que puedas disfrutar de este plato, de la manera más saludable posible y sin perder un ápice de sabor.
No todas las ensaladas son iguales.
Te dices que vas a comer solo una ensalada para bajar de peso, pero ¿cuál? Como has visto en la galería, puedes tomar una verde de solo 181 calorías o una rusa que llega a las 569 calorías. La diferencia sale cara. Una ensalada puede ser una opción ligera o tener incluso más calorías que una hamburguesa completa con queso, según los ingredientes y el aliño que le pongas. ¡Ojo con el aliño! Cada cucharada de aceite –ya sea de oliva, girasol, maíz…– son 90 kcal. Mejor medir la cantidad antes de aliñar.
La mejor lechuga romana
Cuando la base de la ensalada vaya a ser lechuga, utilice preferiblemente romana en lugar de iceberg, ya que esta contiene más agua y te saciará menos tiempo. Además, la lechuga romana aporta más vitamina A y vitamina K. La romana, como las espinacas y la rúcula, también es más rica en folato, vitamina del complejo B.
Fibra y proteínas: añádele legumbres
Según la revista Obesity, tomar legumbres incrementa un 31% la sensación de saciedad. Y sus carbohidratos son de absorción lenta, por lo que el hambre tarda más en aparecer. También baja el colesterol “malo”.
Con cáscara de cítricos
Incorporar a la ensalada un poco de ralladura de naranja o de limón, no solo le dará un toque especial de sabor y aroma, sino que además te estarás protegiendo tu salud. Según un estudio de la Universidad de Arizona (EE. UU.), tomar una cucharada de ralladura de limón a la semana puede reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad cutánea en un 30%.
Fruta fresca en lugar de pasas
Las pasas o los arándanos secos son dos opciones frecuentes cuando queremos dar un toque dulce a las ensaladas. Son deliciosos, sí, pero con media taza estás agregando 40 g de azúcar. En cambio, si incorporas fruta fresca, como media taza de uvas o de granada, solo estarás sumando 12 g de azúcar al plato. Vale la pena.
Col rizada, también cruda
Esta col rizada es baja en calorías, pero muy rica en fibra, hierro, calcio, antioxidantes… Cuanto más la cocinas, más nutrientes pierde. Así que, ¿por qué no añadirla a tus ensaladas? Unta las hojas con una mezcla de aceite de oliva, zumo de limón y sal para reducir su amargor.
Huevo, aliados de verduras
Para que tu ensalada sea un plato completo y más saciante, debes incluir proteínas que sean bajas en grasas. Tienes muchas opciones: huevo cocido, daditos de pollo a la plancha, atún en conserva, taquitos de jamón… Sin embargo, el huevo tiene una ventaja añadida. Según una investigación de la Universidad de Purdue (EE. UU.), la grasa que hay en la yema ayuda a absorber entre 3 y 8 veces más carotenoides de las verduras, unos antioxidantes que ayudan a reducir el riesgo de algunas enfermedades oftalmológicas.
Cereal saciante: Con quinoa, menos hambre
Añadir cereales (arroz, búlgaro, cuscús…) es una apuesta segura para que las ensaladas te llenen más. Y si los usas en versión integral, aguantarás aún más tiempo sin hambre. Uno de los cereales más saciantes es la quinua, ya que su contenido en proteínas es mucho mayor que el de los otros cereales. Una taza de quinoa cocida aporta alrededor de 10 g de proteínas.
Casa de campo de queso
El queso proporciona proteínas y calcio. El cottage en concreto es muy recomendable porque es un queso fresco ligero rico en caseína, un tipo de proteína que el cuerpo digiere de forma más lenta, por lo que sacia más tiempo. Y gracias a su textura cremosa, puedes incluso ahorrarte el aliño.
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