Empático: definición, tipos y características

Empático: definición, tipos y características

¿Qué son los empáticos y cómo sabes si eres empático?

Finalmente, hay unos pocos selectos que me dicen que, aunque les encantaría ser terapeutas, nunca podrían hacerlo porque les preocupa demasiado: se involucrarían demasiado y les resultaría muy difícil dejar el trabajo al final del día.

Creo en esas personas y creo que son lo que recientemente hemos llegado a llamar empáticos. Cosas que pueden sonar cliché o irracionales para algunos de nosotros son exactamente las experiencias que podrían definir a un empático: llorar cuando se enteran de una tragedia en algún lugar lejano, o tal vez querer adoptar a todos los animales callejeros que encuentran. Muchas personas tienen un gran corazón, pero los empáticos sienten tanta facilidad con los demás que puede resultarles difícil bajar la intensidad de sus sentimientos. Esto puede hacer que ser terapeutas sea abrumador para ellos, pero también puede empoderarlos para ser amigos, compañeros de trabajo y familiares muy dedicados, afectuosos y altruistas. Veamos qué tiene que decir la ciencia sobre estos tipos de personas con un alto nivel de empatía.
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¿Qué es un empático? (Una definición)

Un empático es una persona que se comporta habitualmente de forma muy empática (Hall y Schwartz, 2019). Esto parece deberse a que tienen una predisposición natural a sentir empatía, y la experimentan con mayor facilidad e intensidad que otras personas. Los empáticos no solo experimentan las emociones de otras personas con facilidad, sino que también adoptan la perspectiva de esas personas y se comportan con más compasión y cuidado que otras personas.

Tal vez, incluso con esta breve descripción, se pueda ver cómo los empáticos son capaces de brindar un apoyo increíble a otras personas y, al mismo tiempo, pueden sentir que toda la experiencia de estar profundamente inmersos en los sentimientos de los demás es demasiado. Esto es especialmente cierto en el caso de los empáticos que se encuentran, como suele suceder, en las profesiones de ayuda. Si bien sus habilidades empáticas los convierten en cuidadores muy atentos y reflexivos, pueden llegar a agotarse profesionalmente a medida que experimentan angustia empática, el estrés y la agitación emocional asociados con estar continuamente expuestos a las dificultades y el dolor de otras personas (McCray et al., 2008).

Lo opuesto de un empático

Hay personas que sienten poca o ninguna empatía por los demás y, con razón, se las puede considerar lo opuesto a los empáticos. El rasgo de ser insensible hacia los demás es común en ciertos trastornos psiquiátricos, como la psicopatía y la sociopatía (Blair, 2007); las personas con estos diagnósticos pueden o no ser conscientes de las emociones de los demás, pero es casi seguro que sienten muy poco de lo que sienten los demás. En uno de los ejemplos más escalofriantes que recuerdo, un asesino en serie y psicópata se sorprendió una vez al enterarse de que la expresión facial que ponían sus víctimas justo antes de atacarlas brutalmente era, de hecho, la emoción de la que había oído hablar llamada “miedo”.

Los psicólogos se han preguntado por qué algunas personas son tan poco empáticas y se ha planteado la hipótesis de que pueden tener dificultades para reconocer expresiones faciales emocionales. Por ejemplo, un estudio descubrió que las personas con un alto nivel de empatía tenían más facilidad para reconocer rostros que habían visto antes que las personas con un bajo nivel de empatía (Bate et al., 2010). Sin embargo, este hallazgo no es uniforme en todas las personas con déficit de empatía, por lo que puede ser que el deterioro de su capacidad para sentir lo que sienten los demás se produzca en otra parte de su proceso de percepción e interacción con los demás (Blair, 2007).

Otro posible candidato para esta brecha son las respuestas faciales a las emociones de otras personas. Curiosamente, las personas que obtienen puntuaciones más altas en las medidas de empatía tienen una respuesta facial más reflejada a las emociones de los demás (Balconi y Canavesio, 2013). Su tendencia a imitar las expresiones de los demás puede ayudarles a sentir más profundamente lo que esos otros están experimentando.

Existen desventajas obvias tanto en ser extremadamente empático como en no serlo en absoluto. Como terapeuta, sé que necesito encontrar el equilibrio adecuado. Si tengo muy poca empatía, mis clientes se sienten controlados o analizados, pero no atendidos ni comprendidos. Si tengo demasiada empatía, puedo intentar salvar a mi cliente de sus sentimientos, perdiendo el foco en lo que sus emociones intentan decirle en ese momento.

Ejemplos de empáticos

El término empático no es un diagnóstico establecido como el trastorno bipolar o el trastorno de ansiedad generalizada, lo que significa que es una etiqueta que las personas eligen para sí mismas en función de sus experiencias al estar cerca de otras personas que son emocionales. Los empáticos que conozco son cuidadosos con la energía que invitan a sus vidas. Saben que si escuchan un podcast sobre un tema angustiante o ven una película trágica justo antes de acostarse, pueden estar demasiado alterados para conciliar el sueño. A menudo tienen que establecer límites en cuanto a los temas de conversación o el apoyo que pueden brindarle a un amigo.

Los empáticos que conozco son precisamente las personas que uno quiere tener cerca durante una situación emocionalmente angustiante. Parecen tener un sentido intuitivo de lo que necesitan otras personas que están pasando por dificultades. Cuando cuentan con los recursos necesarios, estos empáticos se lanzan directamente a una situación difícil, ofrecen una comprensión profunda de lo que están atravesando otras personas y toman medidas instintivamente para ayudarlas a superar sus sentimientos.

Beneficios de ser empático

Los biólogos y psicólogos evolutivos hablan de los beneficios de tener lo que se denomina una “teoría de la mente”, o la conciencia de que otra persona está teniendo su propia experiencia del mundo, y tal vez también una idea de cómo es esa experiencia (Yager, 2015). ¿Por qué esto es adaptativo? Ser capaz de anticipar lo que otros quieren y necesitan nos convierte en seres sociales más hábiles, capaces de negociar, defender y compartir con éxito más recursos.

Este tipo de “lectura de la mente” no debería funcionar sólo a nivel cognitivo, donde entendemos cómo probablemente piensan los demás, sino también a nivel emocional. Entender cómo se sienten los demás (lectura de la mente emocional) debería ser tan ventajoso desde el punto de vista evolutivo como captar cognitivamente la experiencia de otra persona (Yager, 2015).

Esta hipótesis evolutiva parece estar respaldada por la investigación. Las personas con un nivel más alto de lo que se denomina “empatía rasgo”, es decir, que son empáticas de manera constante y natural, parecen vivir vidas más plenas, con mayor felicidad, crecimiento personal, autoaceptación y sentido de propósito en la vida (Choi et al., 2016). Esto puede deberse a que el ejercicio de la empatía a menudo nos lleva a realizar acciones prosociales o altruistas, lo que puede dar como resultado relaciones mejores y más duraderas.

La capacidad de sentir y pensar junto con otra persona también parece ayudarnos a afrontar situaciones interpersonales difíciles: las personas con un alto nivel de empatía obtienen más apoyo social y utilizan menos habilidades de afrontamiento deficientes y más habilidades de afrontamiento adaptativas que las personas con un bajo nivel de empatía (Sun et al., 2019). Creo que lo he experimentado personalmente, ya que a menudo puedo entender por qué alguien podría haber hecho algo que me molestó sin darse cuenta. Si bien no quiero descartar por completo mi respuesta enojada o frustrada, me ayuda a no seguir enojada si entiendo rápidamente de dónde viene la otra persona e incluso siento un poco de lo que probablemente estaba sintiendo.

Empático vs. Empático

La mayoría de las veces, usamos las palabras empático y empático de manera bastante intercambiable. Tal vez sea más preciso pensar que empático es una palabra que describe a personas y personalidades, mientras que empático describe ciertas acciones o momentos en el tiempo (Song et al., 2019). Esta puede ser una distinción útil en el sentido de que incluso las personas que no son muy empáticas por naturaleza pueden tener momentos de mucha empatía. Sin embargo, no me preocuparía demasiado por qué palabra uses: la gente entenderá tus intenciones de cualquier manera.

Empáticos e intuición

Los empáticos pueden parecer muy intuitivos, pero los psicólogos han comenzado a señalar cómo llegan a comprender naturalmente a los demás al captar señales no verbales (Yager, 2015). Por ejemplo, las conductas que ya hemos analizado, como la mentalización (lectura de la mente) y la imitación de las expresiones faciales de los demás, parecen ser procesos naturales que los empáticos llevan a cabo y que les proporcionan, tal vez no del todo a nivel consciente, información crucial sobre el estado de la otra persona. Cuando, inconsciente o conscientemente, imitamos el comportamiento de los demás, parece que podemos suponer razonablemente que lo que nuestra experiencia en ese momento contiene es también lo que está atravesando la otra persona. Todo este proceso es intuitivo en el sentido de que ocurre tan rápidamente y con tan poco esfuerzo consciente que puede parecer sencillo y automático. Y hasta cierto punto, lo es.

Empáticos y narcisistas

Los narcisistas están tan absortos en sus propias experiencias que les resulta difícil sentir empatía por los demás (Petric et al., 2019). En este sentido, también son lo opuesto a los empáticos, para quienes puede resultar difícil evitar sentir las emociones de los demás.

Tipos de empáticos

No existen exactamente diferentes tipos de empáticos, pero sí diferentes tipos de empatía (Yaghoubi Jami et al., 2019). Muchos psicólogos distinguen, de maneras que ya se han hecho en este artículo, entre empatía cognitiva y afectiva. La empatía cognitiva consiste en comprender la experiencia de otra persona a nivel de pensamiento, es decir, comprender plenamente cuál es su patrón de pensamiento. En este nivel de empatía, uno comprende el estado emocional de la otra persona, pero no lo experimenta junto con ella. La empatía afectiva es lo que sucede cuando dejamos que esas emociones se conviertan también en nuestras emociones.

Ambos tipos de empatía son útiles e importantes para relacionarse con otras personas. Por ejemplo, queremos que los profesionales sanitarios sientan al menos empatía cognitiva con los pacientes; una comprensión total de los sentimientos y pensamientos de la otra persona puede ser necesaria para ayudar a orientarlos en la toma de decisiones médicas eficaces. Por otro lado, la empatía cognitiva puede no ser tan útil como la empatía afectiva cuando su amigo llama para decirle que hoy ha roto con su pareja.

Rasgos de un empático

Como ya hemos establecido, los empáticos son buenos en acciones empáticas: comprender y sentir las emociones de los demás, mostrar compasión y adoptar la perspectiva de los demás (Salovey y Mayer, 1990). Pero la investigación nos dice mucho más que es interesante sobre los empáticos. Por ejemplo, las personas con un alto nivel de…