El gran mercado de Tlatelolco
‘Nos volvimos a mirar la gran plaza y la muchedumbre de gente que en ella había, comprando unos y vendiendo otros, de modo que el murmullo y murmullo de sus voces y palabras que usaban se oía a más de una legua de distancia. Algunos de los soldados entre nosotros que habían estado en muchas partes del mundo, en Constantinopla, en toda Italia y en Roma, dijeron que un mercado tan grande y tan lleno de gente, y tan bien regulado y arreglado; nunca habían visto antes. (Compilado por Ian Mursell/Mexicolore)
Foto 1: Impresión del artista por Felipe Dávalos (Haga clic en la imagen para ampliar)
Bernal Díaz de Castillo y sus compatriotas estaban ‘asombrados por la cantidad de personas y la cantidad de mercancías’ que contenía el gran mercado de Tlatelolco, que visitaron a los pocos días de llegar a Tenochtitlan. ‘Cada clase de mercadería se guardaba por sí sola y se le señalaba su lugar fijo.’ Al tratar de describir el mercado, Díaz casi se desespera («Nunca terminaré si lo cuento todo en detalle»), sugiriendo que incluso una visita de dos días no sería suficiente para asimilarlo todo. Esta es una versión abreviada de su relato de testigo ocular (aunque puesto en papel medio siglo o más ‘después del evento’): –
Los caciques que nos acompañaban hacían de guías. Cada clase de mercadería se guardaba por separado y se le señalaba su lugar fijo. Comencemos por los comerciantes de oro, plata y piedras preciosas, plumas, mantos y objetos bordados. Luego había otras mercancías que consistían en indios esclavos tanto hombres como mujeres… Después había otros comerciantes que vendían grandes piezas de tela y algodón, y artículos de hilo torcido, y estaban los cacahuateros que vendían cacao…
Foto 2: versión mural de Diego Rivera (Click en la imagen para ampliar)
Estaban los que vendían telas de henequén y cuerdas y las sandalias con que calzaban, que son de la misma planta, y raíces dulces cocidas, y otros tubérculos que sacan de esta planta, todo se guardaba en una parte del mercado en el lugar que se les asigne. En otra parte habia pieles de tigres [jaguars] y leones [pumas]de nutrias y chacales, ciervos y otros animales y tejones y gatos monteses, unos curtidos y otros sin curtir, y otras clases de mercancías.
Pasemos y hablemos de los que vendían habas y salvia y otras legumbres y hierbas en otra parte, y de los que vendían aves, gallos con barbas, conejos, liebres, ciervos, ánades reales, perros jóvenes… y también mencionar a los fruteros, ya las mujeres que vendían cocidos, masa y mondongo en su propio sector del mercado; luego, todo tipo de cerámica hecha en mil formas diferentes, desde grandes cántaros de agua hasta pequeños cántaros, estos también tenían un lugar para ellos;
Foto 3: Algunos de los productos en el mercado; Códice Florentino Libro 8 (Click en la imagen para ampliar)
luego los que vendían miel y pasta de miel y otras golosinas como pasta de nuez, y los que vendían maderas, tablas, cunas, vigas, bloques y bancas, cada artículo por sí, y los vendedores de ocote [pitch pine for torches] leña y otras cosas de la misma naturaleza. Papel, que en este país se llama ‘ama[t]l’, y cañas perfumadas con liquidámbar, y llenas de tabaco, y ungüentos amarillos y cosas de esa especie se venden solas, y mucha cochinilla se vende debajo de las arcadas que están en aquella gran plaza, y hay muchos vendedores de yerbas y otro tipo de oficios. También hay edificios donde se sientan tres magistrados en juicio, y hay oficiales ejecutivos… que inspeccionan la mercadería. Me olvido de los que venden sal, y de los que hacen cuchillos de piedra, y de cómo los partían de la piedra misma; y las pescadoras y otras que venden unas tortitas hechas de una especie de limo que sacan de la gran laguna, que cuaja, y de esto hacen un pan que tiene un sabor como a queso.
Foto 4: Parte de una reconstrucción del mercado en el Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México (Click en la imagen para ampliar)
Hay en venta hachas de latón y cobre y estaño, y jícaras y tinajas de madera pintadas alegremente… Antes de salir de la plaza misma, había muchos más mercaderes, los cuales, según me dijeron, traían oro para la venta en granos, tal como se saca de las minas. El oro se pone en las púas de los gansos del país, púas blancas, para que se vea el oro, y según el largo y grueso de las púas se arreglan entre sí sus cuentas, cuánto tanto mantos o Cuántos guajes llenos de cacao valían, o cuántos esclavos, o cualquier otra cosa que cambiaban…
Otros han sugerido que podría agregar a la lista de Díaz lo siguiente:-
joyas, adornos corporales, conchas marinas, piedras preciosas, coral, obsidiana, pedernal, cascabeles, plumas de pavo/codorniz/faisán/águila/quetzal/flamenco/garza; tapices, mantas, capas, blusas y faldas, pieles de animales, espinas de maguey, dientes de tiburón, tambores, flautas, sonajas, dardos y lanzas; batidores de chocolate, tapices, chales, caucho, carbón, aceitunas, calabazas, raíces, hojas de cactus, maní, chiles, canela, incienso, resina, chicle, ¡y eso es solo para empezar!
La mayoría de los estudiosos estiman que el número de personas que usaban el mercado diariamente era de entre 20 000 y 40 000, con un aumento de hasta 60 000 una vez por ‘semana’ (5 días) en el día especial del mercado. El propio Cortés estimó que el número de vendedores solo era de 60.000.
NOTA: Existe cierta confusión y ambigüedad en cuanto al tamaño geográfico del mercado de Tlatelolco. Siga el siguiente enlace para obtener más información…
Imagen 5: Como imagen 4 (Haga clic en la imagen para ampliar)
Fuentes de imágenes: –
• Imagen principal: ‘Mercado de Tlatelolco como se muestra en el Museo Field de Historia Natural, Chicago’, foto de Joe Ravi (Wikipedia Creative Commons Share-Alike License CC-BY-SA 3.0)
• Foto 1: Ilustración de Felipe Dávalos/Mexicolore
• Foto 2: Foto de Sean Sprague/Mexicolore
• Foto 3: Imagen del Códice Florentino (original en la Biblioteca Medicea Laurenziana, Florencia) escaneada de nuestra propia copia de la edición facsímil de 3 volúmenes del Club Internacional del Libro, Madrid, 1994
• Fotos 4 y 5: Fotos de Ian Mursell/Mexicolore.
Este artículo fue subido al sitio web de Mexicolore el 12 de agosto de 2016