El concepto de la rueda en la antigua Mesoamérica

El concepto de la rueda en la antigua Mesoamérica

Agradecemos sinceramente a Javier Urcid, Profesor de Antropología y Profesor de la Cátedra Jane de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Brandeis, Massachusetts (EE. UU.) por este intrigante artículo sobre la eterna cuestión de si la rueda era ‘conocida’ en la antigua Mesoamérica. Esta es una versión extendida en inglés del artículo original en español escrito por el profesor Urcid en Arqueología Mexicana (septiembre-octubre de 2017).

Foto 1: Una rueda de agua que mueve un molino; Códice Tepetlaoztoc (colonial temprano) fol. 42v (detalle). Museo Británico (Click en la imagen para ampliar)

En círculos de especialistas y no especialistas queda la pregunta de por qué no se inventó la rueda en Mesoamérica, pregunta que implícitamente presupone dos ideas perniciosas: 1) que los cambios tecnológicos son parte de un desarrollo incremental y unilineal del intelecto humano desligado de un contexto social, político y económico, y 2) que el concepto que subyace al uso de la rueda sólo es aplicable a las tecnologías de transporte mecanizado o motorizado. De ahí que la ausencia de transporte rodante en la época prehispánica se utilice para comparar paternalistamente los “logros” de varias civilizaciones, perpetuando a su vez una perspectiva occidental y colonialista en el estudio de las antiguas culturas mesoamericanas.

Foto 2: Diseños de espirales de huso azteca – ilustraciones de Miguel Covarrubias (arriba); verticilos de cerámica con motivos de sol y flores de Xaltocan, México (abajo) (Haga clic en la imagen para ampliar)

En una publicación seminal encabezada por Alfonso Caso, y con contribuciones de Matthew Stirling, Samuel Lothrop, Eric Thompson, José García Payón y Gordon Ekholm titulada “¿Sabían los pueblos indígenas de Mesoamérica la rueda?” [¿Conocieron la Rueda los Indígenas Mesoamericanos? (1946)], Caso argumentó que el concepto de movimiento de rotación tiene, además de su implementación en las tecnologías de transporte, varias otras aplicaciones como el huso-espira para torcer el hilo (foto 2), el fondo cóncavo como base para la fabricación manual de recipientes de cerámica (foto 5 ), troncos de madera para deslizar enormes bloques de piedra u otros objetos pesados, y los posibles rodillos de piedra caliza que aparentemente fueron utilizados como compactadores y niveladores en la construcción de caminos en ciertos lugares de la Península de Yucatán. A esto se suman las pequeñas impresiones a través de sellos cilíndricos (Borhegyi 1970) y el uso del taladro (para hacer fuego, ahuecar vasijas de piedra, perforar ornamentos de diversos materiales, o hacer trepanaciones – foto 6).

Foto 3: Silbatos con ruedas y figurillas fabricados en el siglo VIII d. C. (ver más abajo para más detalles) (Haga clic en la imagen para ampliar)

En esa misma publicación, Caso y sus colegas también destacaron los pocos ejemplos conocidos en ese momento de figurillas y silbatos de barro que representaban a varios animales que habían sido encontrados junto con pequeños discos de cerámica con una perforación en el centro. Caso, Stirling y Ekholm argumentaron de manera convincente que estos ejemplos tenían que ser originalmente objetos rodantes que tenían hachas de madera (la madera ya se descompuso con el tiempo) y cuatro ruedas (foto 3). Con base en las muchas aplicaciones utilitarias del concepto de movimiento rotatorio y la evidencia proporcionada por las figurillas y silbatos con ruedas, Caso y sus colegas concluyeron que la rueda fue un invento independiente en Mesoamérica, y además de tener varios usos prácticos, tenía otro uno de orden simbólico.

Foto 4: Dos sellos cilíndricos prehispánicos de Veracruz en el Museo de Antropología de Xalapa (ver abajo para más detalles) (Click en la imagen para agrandar)

Con algunas excepciones (Hernández 1950, 1969, von Winning 1960, López Valdés 1966, Boggs 1973, Stocker et al. 1986, Diehl y Mandeville 1987), la idea de que las figuritas rodantes y los silbatos eran juguetes ha persistido desde entonces. Ello a pesar de que -como acertadamente observó Hernández (1950: 39)- “el juguete es casi siempre una pequeña réplica de modelos a mayor escala”, además de que los contextos de los pocos ejemplos bien documentados no parecen para apoyar la idea (Stirling 1940, 1962, Diehl y Mandeville 1987). A su vez, la interpretación de que las figurillas con ruedas y los silbatos fueron concebidos y utilizados como medios de enseñanza y entretenimiento infantil ha llevado a los estudiosos a reflexionar sobre el caso de la rueda en Mesoamérica de manera limitada.

Foto 5: La fabricación de vasijas redondas sin torno de alfarero (ver más abajo para más detalles) (Haga clic en la imagen para ampliar)

Varios autores se aferran a la idea de que las innovaciones culturales y tecnológicas sólo pueden tener un punto de origen en el tiempo y el espacio, y adoptan el modelo difusionista para argumentar que el concepto de la rueda en Mesoamérica, aunque tuviera una aplicación simbólica, debió ser un préstamo de Oriente Medio o Europa (¡pero antes del siglo XVI!) (López Valdés 1966). Incluso gran parte de la discusión sobre los objetos con ruedas mesoamericanos se ha centrado en determinar dónde se originó la innovación y cómo se propagó (Von Winning 1950).

Foto 6: Trepanaciones realizadas con tecnología de perforación (ver más abajo para más detalles) (Haga clic en la imagen para ampliar)

Otros autores toman las innovaciones tecnológicas como un proceso teleológico. En el mismo diálogo encabezado por Caso, Stirling sugiere una noción de tecnología centrada exclusivamente en la eficiencia y el progreso. Afirma: “Parece increíble que, habiendo conocido durante cinco siglos el principio de la rueda, nadie hubiera pensado en usarlo de manera más general. Es más aceptable suponer que al depender de la locomoción humana y ser constreñido por las limitaciones del terreno, no me di cuenta su valor como medio práctico de mejorando transporte (Caso et al., 1946: 200). Asimismo, en un anuncio conjunto del Centro de Análisis Naval (en Virginia) y el Instituto Franklin (en Filadelfia) que buscaba profesionales en física, matemáticas y economía, se profesaba que “los indios precolombinos tenían juguetes con ruedas, pero no hay vehículos de carga con ruedas. Incluso con un hombre como motor principal, podrían haber duplicado o triplicado las cargas sobre sus caminos, a veces excelentes. Ellos no supieron explotar su inventiva. Una de las varias misiones del Grupo de Evaluación de Operaciones de la Marina es asegurar que los nuevos conceptos no permanezcan en el escenario del juguete si se pueden utilizar de manera rentable para transportar una carga” (Anónimo 1963: i).

Foto 7: Porteadores aztecas al servicio de los mercaderes en sus viajes; Códice Florentino Libro IV (Click en la imagen para ampliar)

En debates más recientes se ha comentado que “la tecnología del transporte también fue bastante sencillo. Aunque se entendió el uso de la rueda (como lo demuestran los juguetes con ruedas), no se aplicó al transporte debido a la falta de animales de tiro adecuados y el topografía montañosa tortuosa. Por lo tanto todo el transporte terrestre en el México antiguo era realizado por porteadores humanos (especialistas conocidos [in nahuatl] como llamame), mientras que el transporte por agua en canoa era común tanto en el interior como en la costa (Smith 1987: 239).
Tal miopía, que alude a una visión progresista, oa la falta de ingenio, oa la maximización como valor intrínseco a todo quehacer humano, tropieza inmediatamente con múltiples obstáculos.

Foto 8: La rueda en los dispositivos de transporte movilizados por la fuerza humana (ver más abajo para más detalles) (Haga clic en la imagen para ampliar)

La falta de animales de tiro no es necesariamente una limitación para aplicar el principio del movimiento rotatorio a la rueda, ya que es posible diseñar tecnologías de transporte sobre ruedas utilizando la fuerza humana (foto 8), y muchas regiones de Mesoamérica se caracterizan por formaciones geológicas planas y valles aluviales, y no solo para paisajes montañosos. Los antiguos pobladores de la península de Yucatán, por ejemplo, construían caminos delimitados por muros de piedra (sakbejo’ob) que en ocasiones se rellenaban hasta dos metros y medio de altura para compensar el desnivel de la topografía, tienen un ancho de hasta quince metros y conectar edificios dentro de una misma comunidad (el más corto conocido con una extensión de 150 metros), o enlazar los centros monumentales de asentamientos distantes (el más largo con una longitud de 100 kilómetros). Pero estos caminos, además de materializar las relaciones de poder, eran utilizados para el tránsito de peatones, incluyendo el movimiento de mercancías, procesiones y peregrinaciones.

Foto 9: Palanquines en Mesoamérica (ver más abajo para más detalles) (Haga clic en la imagen para ampliar)

Más bien, y como dijo Hernández (1950: 40), los antiguos habitantes de Mesoamérica no aplicaron el concepto de movimiento giratorio al transporte “simplemente porque no quisieron, por conceptos atávicos dignos de ser tomados en cuenta”. De manera perspicaz, Hernández enfatizó el ethos indígena hacia el sacrificio y la ofrenda del esfuerzo físico a las deidades. Hoy, en el pensamiento occidental, se valora la constante innovación tecnológica que conduce al consumismo, pero en otras culturas -antiguas y modernas- se valora más el conservadurismo. En la antigua Mesoamérica hubo múltiples innovaciones tecnológicas a lo largo del tiempo (la metalurgia es un buen ejemplo), pero en otros dominios como en la lítica y la piedra tallada, dominó el tradicionalismo. En cuanto a las tecnologías de transporte, también podemos mencionar el deseo de la exhibición simbólica del rango social. Así, el privilegio de los gobernantes, nobles e incluso personificaciones materiales y humanas de deidades, se enfatizaba en contextos públicos a través de su transporte en literas (foto 9). No es de extrañar que el trabajo indígena para llevar a los exploradores estadounidenses y europeos que no estaban dispuestos a ejercer resistencia física tipificara la etapa colonialista en la historia temprana de la arqueología mesoamericana (foto 13).

Foto 10: Marcos de madera para carga y cargadores en Mesoamérica (ver más abajo para más detalles) (Haga clic en la imagen para ampliar)

Explicar por qué no fue necesario implementar el concepto de movimiento rotatorio en carretillas, carretas o cualquier otro vehículo de tracción humana también requiere considerar el contexto económico de las antiguas sociedades mesoamericanas. Por un lado hay que tener en cuenta el tipo de recursos y mercancías que se necesitaban transportar, así como los altos costes de construcción y mantenimiento a largo plazo de la infraestructura necesaria para los vehículos de ruedas (carreteras niveladas y puentes). Por otro lado, estaba la disponibilidad y baratura del trabajo humano institucionalizado en la esclavitud, el tributo en el trabajo e incluso las prestaciones del trabajo personal. A su vez, los tres factores antes mencionados llevaron al desarrollo de elaborados marcos de madera que desde la antigüedad e incluso a mediados del siglo XX fueron utilizados por los transportistas para transportar grandes cantidades de mercancías manteniendo hábilmente el equilibrio (foto 10).

Foto 11: Los vuelos comerciales supersónicos permitían viajar de Londres a Nueva York en solo 3,5 horas y, para el año 2000, el billete de ida y vuelta costaba 7.000 dólares estadounidenses. Este avión Concorde de Air France se encuentra actualmente en exhibición en el Museo Auto & Technik, Sinsheim, Alemania (Haga clic en la imagen para ampliarla)

Podemos usar un ejemplo contemporáneo para ilustrar cómo, a pesar de la existencia de conocimientos tecnológicos específicos, los altos costos no permiten su implementación. Tal es el caso del transporte aéreo comercial supersónico y el eventual colapso del Proyecto Concorde, la iniciativa conjunta de los gobiernos de Inglaterra y Francia que finalmente llevó a la construcción de 20 aviones, incluidos seis prototipos y aviones de prueba, capaces de volar a 2.180 km por hora (foto 11). Aunque el proyecto comenzó alrededor de 1954, los 14 aviones de pasajeros que operaron entre 1976 y 2003 son ahora museos vivos y testigos mudos de las fuerzas económicas y políticas que los hicieron “aterrizar”.

Imagen 12: Impresión artística de dos transportadores de carga mayas que utilizan un tumpline para entregar mercancías en un mercado local (Haga clic en la imagen para ampliar)

Fuentes de imágenes y notas adicionales: –
• Foto 1: foto de Ian Mursell/Mexicolore
• Foto 2 (arriba): imagen…