Control Freak: Definición, Psicología y Características

Control Freak: Definición, Psicología y Características

El término “control freak” se utiliza para describir a alguien que tiene una poderosa necesidad de orden y control sobre su vida. ¿Cuál es la ciencia detrás de esta tendencia?

Si bien no puedo identificarme personalmente con su perspectiva, entiendo que la necesidad de control existe en un espectro: algunas personas se sienten bastante cómodas dejándose llevar por la corriente, mientras que otras quieren tener el control tanto como sea posible. Algunas personas incluso llegan al extremo de llamarse a sí mismas o a alguien más un maniático del control por el nivel de deseo que sienten de que las cosas salgan «tal como son».

Creo que el término “obsesionado con el control” no hace más que aumentar el estigma en torno a la salud mental. Aplicar etiquetas estigmatizadoras a las personas que tienen un control excesivo (hay un término clínico para eso) no les ayudará a controlar sus tendencias excesivas. Pero podemos hablar del control excesivo como una tendencia humana, echando un vistazo a la literatura psicológica para ver cómo funciona y cómo las personas gestionan este aspecto de sus personalidades.

Antes de continuar leyendo, si eres terapeuta, entrenador o emprendedor del bienestar, asegúrate de obtener nuestro curso gratuito. Libro electrónico sobre el crecimiento empresarial y el bienestar para obtener consejos de expertos y recursos gratuitos que le ayudarán a hacer crecer su negocio exponencialmente.​​​​​​​​​​

¿Es usted terapeuta, entrenador o emprendedor del bienestar?

Agarra nuestro Libro electrónico gratuito Para aprender cómo
¡Haga crecer su negocio de bienestar exponencialmente!

Ahorre cientos de horas de tiempo Gane más $ más rápido
Aumente su credibilidad Ofrezca contenido de alto impacto

¿Qué es un maniático del control? (Una definición)

Una persona que tiene un control excesivo, a veces conocida como un maniático del control, intenta organizar el mundo que la rodea tanto como sea posible para sentirse mejor (Lynch et al., 2016). Un maniático del control mantiene su entorno lo más ordenado posible teniendo una rutina y minimizando las desviaciones de esa rutina, evitando situaciones que no puede controlar y, a menudo, manteniéndose desconectado de los demás. Por ejemplo, puede creer que compartir sus emociones con los demás hará que las situaciones se salgan de control, por lo que evita entrar en ese tipo de situación en primer lugar.

Para algunas personas, el exceso de control está relacionado con un impulso hacia el perfeccionismo (Lynch et al., 2016). El miedo al fracaso o a la imperfección puede hacer que las personas eviten situaciones que pueden no salir bien y que controlen su entorno tanto como sea posible. El exceso de control también puede ser una respuesta a la depresión (Lafrance y Stoppard, 2006); en un estudio de mujeres que habían estado deprimidas, describieron que tenían expectativas poco realistas de sí mismas y esperaban que si tan solo pudieran perfeccionar sus espacios domésticos o a sí mismas como esposas y amas de casa, su depresión se aliviaría.

En algunas personas, la tendencia al control excesivo es tan intensa y rígida que se las puede diagnosticar con el llamado trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva (TOCP) (Koutoufa y Furnham, 2014). Se trata de un diagnóstico psiquiátrico poco comprendido que, aunque suena similar al trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), en realidad es bastante diferente. La característica distintiva del TOC es la preocupación obsesiva por las consecuencias negativas de la vida, que se controla mediante la participación en conductas compulsivas que parecen reducir la preocupación (Asociación Estadounidense de Psiquiatría, 2013). Las personas con TOCP no se involucran en rituales ni compulsiones; en cambio, intentan gestionar toda su vida con el mayor control posible.

En realidad, la superposición entre el TOC y el TOCP es bastante pequeña (Albert et al., 2004). Las personas con TOC pueden ejercer control en algunas áreas específicas de sus vidas, ya que tienen miedos muy específicos del contexto, como dejar el horno encendido. En el resto de sus vidas, pueden moverse libremente y sin necesidad de controlar sus circunstancias. Por otro lado, las personas con TOCP evitarán muchas situaciones o intentarán controlar rígidamente casi cualquier situación en la que se encuentren.

Lo opuesto a ser un maniático del control

El opuesto del sobrecontrol es el subcontrol, que en parte significa ser muy desorganizado e impulsivo (Vanderbleek y Gilbert, 2018). Mientras que las personas con sobrecontrol muestran poca emoción y siguen un horario estricto, las personas con subcontrol son muy espontáneas, emocionalmente expresivas y menos conscientes y agradables. Así como el sobrecontrol puede hacer la vida más difícil, el subcontrol también puede causar angustia. Una persona con sobrecontrol puede dejarse poco tiempo para la diversión y la relajación, mientras que la espontaneidad de una persona con subcontrol puede hacer que no haga mucho trabajo.

Características y personalidad de un fanático del control

Las personas con un alto nivel de control excesivo suelen compartir rasgos y características de personalidad (APA, 2013). Se las puede describir como perfeccionistas, muy orientadas a los detalles, trabajadoras, excesivamente rígidas y con un nivel tan alto de escrupulosidad que casi nunca pueden cambiar o transigir en su moral y principios.

El exceso de control es un rasgo más común en las mujeres que en los hombres y parece estar presente en entre el 2% y el 8% de la población (APA, 2013). Un rasgo definitorio de estas personas (y, lo que es más importante, algo que las diferencia de las personas con TOC) es que, por lo general, no consideran que su comportamiento sea perjudicial o indeseable. Muy por el contrario, las personas excesivamente controladoras suelen considerar que sus comportamientos reflejan valores fundamentales y objetivos personales muy importantes que poseen (Taylor et al., 2011). En otras palabras, una persona con TOC puede sentirse muy frustrada por sus comportamientos compulsivos y no querer que otras personas sepan de ellos. Pero cuando se trata de personas a las que podríamos llamar fanáticos del control, su nivel excesivo de control parece esencial para quienes son y tal vez incluso lo perciban como una de sus mejores cualidades.

Psicología de los fanáticos del control

¿Cómo es que la gente acaba controlando tanto su entorno y su vida? Una teoría para explicar este fenómeno es que, naturalmente, tenemos dos opciones para interactuar con nuestro entorno: intentar controlarlo de forma proactiva o regular nuestras respuestas a él (Heckhausen y Schulz, 1995). El control proactivo nos da una sensación de mayor poder y parece más eficaz, por lo que nos inclinamos por él. Al mismo tiempo, también es muy adaptativo acostumbrarse a aceptar la vida tal como viene, y a las personas con un alto nivel de control excesivo les resulta difícil hacerlo.

Este fenómeno de intentar controlar el mundo exterior puede ser especialmente común en personas que crecieron en entornos muy inestables o peligrosos. Por ejemplo, la mayoría de las personas con TOCP informan haber sufrido abusos en la infancia, generalmente negligencia (Battle et al., 2004), por lo que tiene sentido que, como adultos, intenten organizar sus vidas para minimizar la probabilidad de experiencias inesperadas y dolorosas.

Otro aspecto es el de los rasgos de personalidad. Las personas con un alto nivel de control excesivo tienden a tener un nivel muy alto de escrupulosidad y un nivel bajo de extroversión y apertura a la experiencia (Reynolds y Clark, 2001). Tal vez puedas ver cómo esta combinación de rasgos predispone naturalmente a alguien a ser muy controlador: tienen una preferencia natural por el orden y una baja tolerancia a las interacciones sociales y las situaciones novedosas.

Un buen número de personas con un alto nivel de control excesivo también son muy indecisas e incluso pueden llegar a convertirse en acaparadoras con el tiempo (Riddle et al., 2016). Pueden llegar a estar tan preocupadas por averiguar la forma correcta de hacer algo que no logran ponerse en acción, y pueden llegar a estar tan preocupadas por necesitar un objeto en algún momento en el futuro que simplemente no pueden soportar separarse de él.

El controlador en una relación

Las personas con un alto nivel de control excesivo tienden a tener dificultades en sus relaciones cercanas (Mike et al., 2018). Para ellas es tan importante mantener el orden y seguir las reglas que se han impuesto que con frecuencia entran en conflicto con las necesidades o preferencias de su familia y amigos. Ante tal conflicto, pueden volverse muy exigentes y obstinadas, y luchar por encontrar una manera de llegar a un acuerdo para que se puedan satisfacer las necesidades de ambas personas.

El enfoque de los hipercontroladores en ser analíticos y seguir reglas también puede dificultarles prestar atención y sentir empatía por los sentimientos de su pareja (Cain et al., 2015). Esto puede suceder especialmente en el caso de los hombres hipercontroladores.

Síntomas de la obsesión por el control

Las personas con problemas de sobrecontrol tienen mayores índices de emociones negativas y más dificultades para regular sus emociones (Steenkamp et al., 2015). ¿Cómo podría verse esto en términos prácticos? Una persona con sobrecontrol puede tener dificultades para saber qué emociones está sintiendo, y en lugar de eso solo ser consciente de que está molesta y de que sentirse molesta le resulta intolerable. O puede tener una percepción de sus emociones pero negarse a aceptar lo que está sintiendo. Por último, por lo general tienen pocas opciones para manejar sus emociones más allá de establecer una sensación aún mayor de control en sus vidas.

Otro síntoma del exceso de control es que resulta muy difícil disponer de tiempo sin estructura (Villemarette-Pittman et al., 2004). Una persona con exceso de control planificará sus días con el mayor detalle y organización posible. Cuando se enfrente a una oportunidad de relajarse, probablemente rechazará la posibilidad y buscará en cambio más formas de ser productiva o de crear más orden en su vida.

Además, las personas con un alto nivel de control excesivo se dedican a construir y mantener sistemas en sus vidas (Baron-Cohen, 2006). Si bien esto puede convertirlas en excelentes gerentes de empresas, familias o grupos sociales, está impulsado por un deseo de comprender y tener el mayor control posible sobre estos sistemas, lo que significa que es probable que estas personas se resistan firmemente a los cambios que puedan ocurrir en dichos sistemas. La capacidad de predecir con gran precisión lo que sucederá en un sistema determinado suele ser más importante para ellas que lo bien que se sientan los demás acerca de cómo funciona el sistema. Por ejemplo, una persona con un nivel de control excesivo podría resistirse a la sugerencia de que su club de lectura se reúna treinta minutos más tarde de lo habitual o de que la familia cambie de aerolínea para aprovechar tarifas muy reducidas.

Un maniático del control en el trabajo

El exceso de control puede hacerse evidente rápidamente en el ámbito profesional, ya que las personas con un alto nivel de sobrecontrol pueden obsesionarse fácilmente con la búsqueda de la productividad (Atroszko et al., 2020). Los índices de adicción al trabajo son elevados en los hipercontroladores y, al igual que cualquier otro adicto, suelen dedicarse a su actividad mucho más allá del punto en que les produce placer. Los hipercontroladores experimentan altos índices de agotamiento y estrés laboral, pero tienen dificultades para reducir sus niveles de compromiso e inversión en su trabajo. Incluso pueden asumir trabajo extra o innecesario debido a esta tendencia compulsiva (Mudrack, 2004).

Los fanáticos del control y el TOC

Como hemos señalado anteriormente, las personas con TOC tienden a obsesionarse con unos pocos aspectos clave…