Conociendo a mi hermana por primera vez

Nunca digas nunca

Foto proporcionada por el autor.

RRecientemente conté la historia de cuando me enteré a los 47 años de que tenía una hermana (“Una carta oculta me trajo una hermana secreta”). Ella es producto de una aventura que tuvo mi papá cuando yo era un bebé. Hasta entonces ni mis hermanos ni yo teníamos idea de su existencia.

Conocer a un hermano por primera vez como adulto es un territorio emocional nuevo. Los adultos entienden la relación entre hermanos de forma tridimensional, la familiaridad que surge al compartir el mismo entorno y normas durante los años de formación. Superponer esa relación a un extraño se siente incómodo. Sin una historia compartida, te mueves en la oscuridad tratando de encontrar qué los convierte en hermanos, consciente de que si no lo haces, solo te quedará la biología flotando en un charco de anticipación.

Lo único que sabíamos sobre Pam era su nombre y el nombre de la ciudad del norte de Minnesota donde vivía, a 240 kilómetros de los suburbios de Twin Cities donde viven mis tres hermanos mayores. El acoso en Facebook hizo el resto.

Me esforcé en redactar un mensaje introductorio, sin estar seguro del tono correcto. Por lo que sabía, mis palabras serían la primera vez que Pam se daría cuenta de nosotros. ¿Cuántos detalles debo entrar? ¿Paso de puntillas por ser gay, a pesar de que hace años confesé lo que pensaba que era toda mi familia?

Hice mi mejor esfuerzo, presentándome y resumiendo cómo la encontré, agregando un resumen de cada hermano y terminando con: “Tengo tantas preguntas. No estoy seguro de cómo te sientes al respecto, ni de lo que sabes, ni de si quieres saber más. Me gustaría conocerte y ojalá conocerte algún día si quieres. Espero que haberme puesto en contacto contigo no te moleste”. Con los dedos cruzados, hice clic en enviar.

Extendí la mano, con el corazón en juego, con la esperanza de encontrar a la hermana que siempre había querido regresar, lo suficientemente mayor como para saber que la vida no es una película de Hallmark Channel.

Finalmente llegó su respuesta.

No sólo sabía que existimos, sino que durante años había estado deseando conocernos. “Es curioso”, escribió, “sé que tengo cuatro hermanos y yo soy la hermanita. He debatido durante años si contactarlo o no. No me molesta en absoluto. De hecho, hace que mi corazón cante un poco”.

Intercambiamos mensajes y llamadas telefónicas. Le envié por correo electrónico fotografías de papá, completando detalles de su historia familiar. Mi…