Condicionamiento clásico: definición, ejemplos y teoría

Condicionamiento clásico: definición, ejemplos y teoría

El condicionamiento clásico constituye la base de muchas conductas aprendidas en humanos y animales. Aprenda sobre el condicionamiento clásico y su impacto en la conducta aquí.

Para cualquiera que haya tenido un perro, esto probablemente no le suene raro. Pero lo que está sucediendo aquí es una gran ilustración de un fenómeno psicológico mucho más profundo: el condicionamiento clásico. El condicionamiento clásico es un proceso de aprendizaje que constituye la base de muchas respuestas físicas y emocionales. Comprender los fundamentos del condicionamiento clásico puede ofrecer nuevos conocimientos sobre nuestros propios comportamientos, así como sobre los de otras personas y animales. Es un fenómeno simple con implicaciones complejas y de amplio alcance.

En este artículo, describiremos qué es exactamente el condicionamiento clásico, su historia, los experimentos fundamentales en su estudio y cómo se manifiesta en las conductas cotidianas.

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¿Qué es el condicionamiento clásico? (Una definición)

Para empezar, analicemos la definición de condicionamiento clásico. El condicionamiento clásico es una forma de aprendizaje estudiada y conceptualizada originalmente por Ivan Pavlov (más adelante hablaremos más sobre su obra) a finales del siglo XIX. En este proceso, un estímulo incondicionado, un estímulo inherentemente relevante que provoca una conducta automática y un estímulo previamente neutral se combinan repetidamente en la experiencia de un sujeto. Con el tiempo, el sujeto se condiciona a producir la misma conducta automática, la respuesta condicionada, al experimentar el estímulo previamente neutral.

Un popular libro de texto introductorio de psicología lo explicó así:

«La operación esencial del condicionamiento es un emparejamiento de dos estímulos. Uno, inicialmente neutro en el sentido de que no provoca ninguna respuesta, se denomina estímulo condicionado (EC); el otro, que es el que provoca una respuesta de manera constante, se llama estímulo incondicionado (EE.UU.)La respuesta provocada por el estímulo incondicionado es la respuesta incondicionada (UR). Como resultado del emparejamiento de los estímulo condicionado (EC) y el estímulo incondicionado (EE.UU.)el estímulo condicionado previamente neutral llega a provocar la respuesta. Entonces se llama respuesta condicionada (RC).” – (Morgan y King, 1966)

En el caso de mi perro, el estímulo emocional más importante es mi pareja, cuya llegada se ha asociado repetidamente con los estímulos neutros de la luz del atardecer y el sonido de la puerta del apartamento al abrirse. Debido a esta asociación y a la consiguiente, estas imágenes y sonidos que antes eran neutros ahora provocan la misma respuesta que ver a mi pareja (emoción), incluso si no aparece.

Desglosado en términos formales:

  • Estímulo incondicionado (EI) – Apariencia de papá
  • Respuesta incondicionada (UR) – Emoción, meneo de cola
  • Estímulo condicionado (EC) – Luz del atardecer, sonido de la puerta de entrada.
  • Respuesta condicionada (RC) – Emoción, meneo de cola

Otro punto importante a tener en cuenta es que la proximidad temporal de los dos estímulos es fundamental para la formación de la asociación condicionada. El estímulo condicionado sirve efectivamente para predecir el estímulo incondicionado: cada vez que papá llega a casa, el sonido precede inmediatamente a su aparición. Si los dos eventos no estuvieran tan cerca en el tiempo, la relación probablemente no se formaría (Rescorla, 1988).

Condicionamiento clásico e Ivan Pavlov

Gran parte de nuestra comprensión inicial del condicionamiento clásico provino del trabajo de Ivan Pavlov, un fisiólogo ruso de finales del siglo XIX y principios del XX. Incluso si nunca has hecho un curso de psicología, es probable que hayas oído hablar de Pavlov y sus perros. Son una referencia cultural omnipresente, desde las tramas de los dibujos animados hasta las letras de los Rolling Stones. Pero ¿cómo nos enseñaron sobre el condicionamiento clásico?

El descubrimiento del condicionamiento clásico por parte de Pavlov no se produjo mediante un estudio del aprendizaje, sino mediante un experimento en el que se estudiaba el proceso fisiológico de la salivación en perros (Mallea et al., 2019). Tras años de estudiar la producción de jugos gástricos en perros a los que se les ofrecía comida, Pavlov observó que la salivación comenzaba incluso antes de ver la comida: la respuesta se producía en cuanto los perros oían los pasos del experimentador que se acercaba a alimentarlos. Para un perro ingenuo, los pasos carecen esencialmente de significado y no generan ninguna respuesta. Pero después de que señalaran de forma fiable la llegada de la comida, los perros producían la misma respuesta (salivación) al sonido de los pasos que a la comida en sí.

Después de presenciar esto, Pavlov comenzó a explorar más profundamente lo que él consideraba «secreciones psíquicas» causadas por estímulos distintos de la exposición directa a la comida y cómo se pueden refinar y cambiar. Por ejemplo, Pavlov ponía un metrónomo a una velocidad particular cada vez que alimentaba a un perro; a partir de entonces, escuchar un metrónomo a cualquier velocidad provocaba una respuesta en el perro. Sin embargo, si se presentaban múltiples velocidades pero la comida aparecía solo con una velocidad, la respuesta del perro se volvía más perspicaz: podía discriminar entre estímulos significativos y neutrales (Specter, 2014). Este fue solo el comienzo de una investigación que buscaba comprender los límites y las posibilidades del condicionamiento clásico.

Vea este vídeo para recrear el descubrimiento de Pavlov:

Vídeo: Los perros de Pavlov

Condicionamiento clásico vs. Condicionamiento operante

El condicionamiento clásico puede contrastarse con condicionamiento operante, Otro proceso fundamental de aprendizaje. Mientras que el proceso de condicionamiento clásico establece una asociación entre una respuesta involuntaria (como la salivación) y un estímulo, el condicionamiento operante establece una asociación entre una respuesta voluntaria y un resultado. El condicionamiento clásico es pasivo por parte del alumno y no implica incentivos, mientras que el condicionamiento operante depende de que el alumno realice activamente una conducta (Silverman et al., 2016).

Tomemos como ejemplo a mi perra Addie. Addie ha aprendido que si se sienta junto a la puerta después de un paseo para que podamos limpiarle las patas, recibirá una golosina. Ahora hace esta acción voluntariamente después de casi cada paseo porque sabe que obtendrá una recompensa. Sin embargo, cuando no se sienta, no recibe una golosina.

Sin embargo, el condicionamiento operante no es sólo la asociación entre una acción y una recompensa. El resultado asociado con la conducta puede ser positivo o negativo, una recompensa o un castigo. Por ejemplo, el condicionamiento operante puede ser vital para aprender lecciones de seguridad. Si un niño toca una estufa caliente, formará inmediatamente una asociación duradera entre esa acción y la dolorosa quemadura resultante, lo que le impedirá repetir esa acción en el futuro.

El resultado también puede ser la eliminación de un estímulo desagradable. Un buen ejemplo de ello es el molesto pitido que producen muchos coches cuando un pasajero no se ha puesto el cinturón de seguridad. Una vez que el pasajero se pone el cinturón de seguridad (comportamiento), el pitido cesa (resultado). En el futuro, saber esto (además de los importantes beneficios de seguridad que aportan los cinturones de seguridad) hará que la persona se ponga el cinturón de seguridad inmediatamente para evitar el pitido.

Si bien un análisis más detallado de la investigación sobre el condicionamiento operante queda fuera del alcance de este artículo, comprender este proceso puede resultar interesante y útil para comprender la conducta. Tanto el condicionamiento clásico como el operante pueden aprovecharse para el cambio de conducta y el aprendizaje, pero los parámetros de cada uno difieren.

Ejemplos de condicionamiento clásico en la vida cotidiana

Hemos analizado varios ejemplos de condicionamiento clásico en perros, pero es fácil encontrar ejemplos en la vida cotidiana. A continuación, se presentan algunos escenarios en los que el condicionamiento clásico afecta el comportamiento humano:

  • Cuando ve la televisión, Ibrahim ha empezado a aprovechar las pausas publicitarias para ir a la cocina a comer algo. Ahora, aunque no tenga mucha hambre, ver anuncios entre partes de sus programas favoritos le hace pensar en comer algo.
  • Marisol fuma desde hace 10 años y casi siempre fuma un cigarrillo cuando llega a casa del trabajo. Ahora está trabajando duro para dejar de fumar, pero le resulta difícil romper ese hábito: todos los días, cuando llega a casa del trabajo, tiene muchas ganas de fumar un cigarrillo.
  • Una noche, Sam se dirige a la casa de su amigo y sufre un accidente de tráfico en una importante intersección. Al final, no pasa nada, pero está muy afectado. Ahora, cada vez que ve esa intersección o intenta conducir su coche, se le acelera el corazón y le sudan las palmas de las manos.

Quizás usted pueda pensar en algunos ejemplos de condicionamiento clásico en su propia vida.

El condicionamiento clásico y John Watson

Otro influyente investigador del condicionamiento clásico fue el psicólogo estadounidense John Watson, que trabajó en la Universidad Johns Hopkins realizando estudios sobre el desarrollo infantil a principios del siglo XX. Watson estableció la escuela psicológica del conductismo, que postula que casi todo comportamiento es producto de la influencia del entorno y no de factores innatos o hereditarios y que la mente es, inicialmente, una pizarra en blanco (Watson, 1913). Su proyecto más notable en el que exploró esta teoría en el desarrollo infantil se conoció como el experimento del Pequeño Albert.

Experimento de condicionamiento clásico: El pequeño Albert
El “pequeño Albert” era un bebé sano y corriente estudiado en el laboratorio de Watson desde los 8 meses. En 1919, Watson intentó determinar si una respuesta de miedo podía condicionarse a estímulos previamente neutrales. Comenzó observando las respuestas de referencia de Albert a una serie de estímulos: una canica, un fuego, un perro, un mono y (el más importante) una rata blanca de laboratorio. Aunque sentía curiosidad, ninguno le provocó miedo.

Cuando Albert tenía 11 meses, Watson comenzó a asociar la apariencia de la rata de laboratorio blanca con un sonido metálico fuerte, que lo sobresaltó. Después de solo 7 emparejamientos, la rata, que antes era inofensiva, ahora producía una reacción de miedo en el bebé. Además, esta respuesta parecía generalizar: Albert mostró una respuesta de miedo similar, pero menos intensa, ante un perro, un conejo, un abrigo de piel e incluso una máscara de Papá Noel. Para el pequeño Albert, “blanco y peludo” ahora se asociaba con el sonido fuerte y aterrador (Beck et al., 2009).

Desafortunadamente, Albert y su madre perdieron…