Puede parecer imposible, pero no ayudas a nadie si te quedas estancado en la autorecriminación y la vergüenza.
Foto de la Biblioteca Británica en Unsplash
Cuando haces algo para lastimar a alguien que amas, ya sea que lo hayas querido o no, puede parecer imposible perdonarte a ti mismo. Se siente como si estuvieras alejándote de tu responsabilidad si te perdonas a ti mismo. Parece incorrecto perdonarse a uno mismo cuando lo que hizo le causó tanto dolor a otra persona.
Pero perdonarse a sí mismo no significa que deje de asumir la responsabilidad de sus acciones. Tampoco significa que estés libre de las consecuencias de lo que has hecho. No significa que estés tomando a la ligera tu fracaso. Simplemente significa que estás enfrentando el hecho de que eres humano. Te has enfrentado a lo que has hecho y ahora ves las formas en que necesitas cambiar y las formas en que necesitas enmendar las cosas.
Elan Morgan dijo: «No olvides incluirte en el recuento de cadáveres de las personas a las que has herido». Nosotros también estamos sufriendo. Ver lo que hemos hecho es doloroso, y castigarnos una y otra vez lo hace doblemente doloroso.
Cuando mi vida se salió de control y mi única opción fue recuperarla por la fuerza, muchas personas resultaron heridas en el proceso. Si bien nunca fue mi intención lastimar alguieny menos a mis hijos, la verdad es que mis decisiones y acciones sí los lastimaron. I tomó esas decisiones. I decidió actuar de maneras que causaron consecuencias no deseadas. Todo depende de mí.
Como madre, afrontar el hecho de que has causado daño a tus hijos es una de las cosas más difíciles que puedas hacer. Poseerlo es aún más difícil. Es muy fácil decir: «Pero siempre hice lo mejor que pude». Y es verdad. Era. Pero aun así logré lastimarlos. En consecuencia, mi hija menor se alejó de mí. Esto me hizo ensayar en mi mente todas las cosas que alguna vez hice mal y todas las formas en que fallé como madre, avergonzándome hasta sentirme como un ser humano inútil. No pude ver ninguna de las cosas buenas que hice. Había perdido por completo toda fe en mí mismo.
Mi dolor y vergüenza me hicieron caer en una espiral de odio hacia mí mismo. Hice algo terrible, así que debo ser una persona terrible. Esta percepción de mí mismo afectó cada parte de mi vida. Y el hecho de que yo fuera…