Aunque todavía es un misterio, se cree que la etiología del autismo es una combinación de factores genéticos y ambientales. Se cree que el autismo se desarrolla en algún momento durante el embarazo y los primeros tres años de vida (autismo de aparición temprana) o, como en el autismo regresivo o de aparición tardía, algunos niños parecen haberse desarrollado normalmente hasta los 12 a 24 meses antes de perder habilidades.
Históricamente, el autismo ha sido considerado un trastorno psiquiátrico o del neurodesarrollo, según la clasificación del DSM-V. Sin embargo, las investigaciones actuales apuntan a muchos problemas médicos subyacentes, que involucran al intestino y al sistema inmunológico, que pueden afectar los protocolos de tratamiento y también exacerbar los síntomas conductuales y los déficits cognitivos. A medida que aumenta nuestra comprensión de estas comorbilidades médicas, también debe hacerlo nuestra conciencia de los síntomas en todas las edades; lo más importante, en la infancia. La identificación temprana de las señales de alerta médicas aumenta la probabilidad de una intervención adecuada, que puede prevenir problemas de salud crónicos y disminuir los comportamientos desadaptativos, mejorando la calidad de vida.
En los niños con TEA, estos primeros signos médicos y de desarrollo a menudo se presentan en grupos, pero pueden ser muy difíciles de reconocer. Los síntomas pueden malinterpretarse fácilmente y, por lo tanto, los padres pueden pasarlos por alto y no informarlos a los médicos. Además, dado que algunos de los síntomas pueden ser episódicos, es poco probable que un médico los observe en una visita de control del bebé sano, lo que disminuye la posibilidad de una evaluación adicional.
Entonces, ¿cuáles son estos primeros signos y síntomas médicos y qué debe hacer si sospecha que su hijo puede presentarlos?
Banderas rojas médicas
Convulsiones
Según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, alrededor del 20-30% de las personas con autismo desarrollarán epilepsia en la edad adulta. Con frecuencia, los niños pequeños con autismo sufren convulsiones subclínicas, que no presentan síntomas. Los síntomas de las convulsiones parciales simples pueden ser leves, como la mirada, el aura, un breve aumento o disminución del tono muscular o sensaciones inusuales que afectan los cinco sentidos. Entonces es fácil comprender cómo tanto los padres como los médicos pueden pasar por alto estos síntomas en un niño pequeño.
Si le preocupa que su hijo pueda presentar alguno de estos signos u otros signos de convulsiones, lo mejor es hablar con su pediatra y solicitar una derivación a un neurólogo pediátrico.
Desórdenes gastrointestinales
Los trastornos gastrointestinales son la afección médica comórbida más común del autismo. Los estudios demuestran que el 70% de los niños con TEA tienen algún tipo de trastorno gastrointestinal que puede incluir:
- ERGE (enfermedad por reflujo gastroesofágico)
- Constipación
- Intestino irritable
- Problemas de motilidad
- Gastritis
Los trastornos gastrointestinales en niños con TEA suelen ser difíciles de reconocer y tratar debido a problemas de comunicación. Los bebés, que aún no pueden comunicarse, son particularmente difíciles de diagnosticar. Los primeros signos de malestar gastrointestinal se pueden observar en la irregularidad de las deposiciones, diarrea o estreñimiento. Es importante señalar que el reflujo en los bebés no tiene por qué ser “visto” como regurgitación para estar presente. El reflujo también se exacerba al acostarse; por lo tanto, los bebés que tienen problemas para dormir pueden mostrar signos de ERGE.
Observe a su hijo para detectar un aumento en comportamientos que pueden incluir aplicar presión sobre el abdomen, inclinarse sobre los muebles para presionar el abdomen y golpearse los costados, el pecho o la barbilla. A menudo, estos comportamientos se malinterpretan como conductas autolesivas cuando en realidad son un indicio de dolor gastrointestinal o reflujo.
Hable con su pediatra sobre los síntomas; sin embargo, si los síntomas gastrointestinales persisten, solicite una derivación a un gastroenterólogo pediátrico.
Alergias y sensibilidades alimentarias
Las investigaciones sugieren que el 36% de los niños con TEA tienen alergias alimentarias. Las alergias son una respuesta inflamatoria del sistema inmunológico para defender al cuerpo contra irritantes. Las alergias pueden ser genéticas, especialmente en familias que tienden a tener antecedentes de eccema, asma y alergias estacionales. Las alergias alimentarias pueden causar problemas gastrointestinales, así como irritabilidad y dolor, lo que podría exacerbar las respuestas conductuales.
Según el Dr. Raffi Tachdjian, Alergia/Inmunólogo de The Autism Think Tank, Nueva Jersey, “los primeros signos de alergias alimentarias en los bebés pueden ser heces con sangre, vómitos, diarrea, comportamiento inquieto o errático y arqueamiento de la espalda. Después del año de edad, puede aparecer hinchazón y urticaria”. Los niños con TEA suelen reaccionar a la leche de vaca (caseína) y al trigo, las nueces, los huevos y la soja; sin embargo, se deben considerar pruebas de alergia en un amplio espectro de alimentos alergénicos si se sospecha alergia o sensibilidad.
Se recomienda una consulta con un alergólogo/inmunólogo certificado si sospecha alergias alimentarias.
El eccema, una dermatitis atópica, suele tener una base alérgica y es muy común en niños con TEA. Los niños con eccema suelen tener alergias alimentarias y los desencadenantes alimentarios pueden provocar brotes. El Dr. Tachdjian dice: «Al igual que la alergia al níquel o al maquillaje, el eczema puede tener una respuesta inmediata o retardada y desconcertar a los padres al no correlacionarse en el tiempo con un posible desencadenante alimentario». El eccema causa picazón y malestar, por lo que es importante consultar a su pediatra si nota manchas de eczema en su hijo.
Si el eccema se propaga o se observan brotes en respuesta a ciertos desencadenantes alimentarios, es mejor consultar con un alergólogo/inmunólogo pediátrico.
Aunque muchas de estas “señales de alerta” se pueden observar en el niño neurotípico, lo que puede ser motivo de preocupación es el momento y la combinación de estos síntomas. Esencialmente, esta es la razón por la que es tan difícil hacer un diagnóstico temprano. Los padres deben conocer los signos de desarrollo y las comorbilidades médicas más comunes para poder describir comportamientos y síntomas a pediatras y especialistas médicos.
Siempre consulte a su pediatra y solicite derivaciones a especialistas como neurólogos, alergólogos/inmunólogos, gastroenterólogos, patólogos del habla y el lenguaje y fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales. La intervención temprana es imperativa para un pronóstico positivo.
Infecciones de oído
Si bien las investigaciones muestran solo un riesgo ligeramente mayor, los padres frecuentemente informan que sus hijos con TEA tuvieron frecuentes ataques de infecciones de oído. Las infecciones de oído pueden ser una debilidad del sistema inmunológico conocida como inmunodeficiencia. Las infecciones de oído frecuentes pueden provocar retrasos en el habla y el lenguaje, ya que las frecuencias de los sonidos del habla no se pueden percibir con normalidad. Los signos de infecciones de oído en los bebés pueden incluir irritabilidad, falta de apetito e insomnio. También puede causar síntomas físicos como orejas rojas, vómitos y diarrea. Es posible que los niños con TEA no perciban el dolor de la misma manera que los niños neurotípicos y es posible que no muestren signos de comportamiento como irritabilidad o llanto de dolor. Por eso, es importante reconocer los signos físicos.
Si su bebé o niño pequeño tiene infecciones de oído frecuentes, pídale a su pediatra que lo derive a un inmunólogo y a un especialista en oído, nariz y garganta.
Es fundamental que se preste atención a los marcadores tempranos que podrían ayudar a identificar al niño vulnerable que puede tener el sistema inmunológico comprometido, permitiendo a los padres y médicos limitar mayores exposiciones ambientales y al mismo tiempo seguir el desarrollo. El autismo es un trastorno médicamente complejo; por lo tanto, el reconocimiento temprano tanto de las señales de alerta del desarrollo como de las complicaciones médicas asociadas podría mejorar los resultados generales.
Este artículo apareció en Número 53 – Trabajando hacia el futuro