Cómo manejar a un narcisista: 4 cuestiones que lo vuelven loco

Con el objetivo de ayudarte a aprender cómo manejar a un narcisista, quiero que pienses en los altibajos de la narrativa de tu vida. Hay algunas experiencias, logros y relaciones que se han desarrollado bastante bien y por eso puedes estar agradecido. Luego hay otras situaciones que han salido mal (por decir lo menos) que han generado dolor y arrepentimiento. Algunas de las circunstancias de tu vida son bastante comunes y predecibles, mientras que otras surgieron de la nada de forma bastante inesperada. Muchos episodios de tu vida podrían describirse como salvajes, mientras que otros serían catalogados como mundanos.

En otras palabras, ha tenido que dejar espacio para una amplia gama de personas, lugares, sucesos, resultados y acontecimientos.

Ahora, consideremos cómo los narcisistas tienden a responder a lo mismo. Muchos de ellos se describirían a sí mismos como espontáneos, de espíritu libre, tranquilos y aventureros. Y todavía… y todavía. Los narcisistas tienen una gran necesidad de control y se les conoce como ensimismados. Le dan poca prioridad a la empatía o a la compenetración relacional sincera. Cuando no obtienen lo que quieren, pueden manipular, explotar, exigir, degradar, avergonzar, criticar y coaccionar. Eso es justo lo que hacen.

Entonces, a pesar de sus frecuentes proclamas de flexibilidad o apertura de mente, los narcisistas pueden tener una mentalidad fija, al menos en lo que respecta a la dimensión de la relación. Y hay 4 problemas comunes que pueden volverlos locos específicamente. Comprender estos 4 problemas comunes es importante para manejar a un narcisista. Echemos un vistazo a ellos:

Interrupciones

Los narcisistas operan con una agenda sólida sobre cómo debes pensar, sentir o actuar. La mayoría son lo suficientemente inteligentes como para saber (intelectualmente) que la vida no puede caber exactamente en una caja ordenada, pero una vez que están “en la misión” de conseguir lo que quieren, insisten en la conformidad. Las personas que no cumplen sus órdenes, o los acontecimientos que no se desarrollan según el guión no son sólo pequeñas molestias, sino obstáculos que hay que eliminar. Los narcisistas viven con la idea: «¡Deberías saber lo que quiero y dejar de arruinar mi mundo!»

Complejidad

No sólo cada uno de nosotros experimenta interrupciones, sino que habitualmente nos relacionamos con personas que tienen diferentes necesidades, sentimientos, preferencias, interpretaciones, hábitos de estilo de vida, influencias culturales, objetivos y anhelos. Cada uno de estos asuntos da testimonio de la complejidad de la vida. Desafortunadamente, cuando los individuos perpetúan demasiada complejidad, los narcisistas pueden alimentar la idea: “Deja de esperar que me adapte y me comprometa. ¡Solo necesitas amoldarte a mí!

Inclusión

A medida que persisten las disrupciones y la complejidad, nos enfrentamos a la perspectiva de incluir en nuestro mundo a aquellos que difieren. Las personas pueden ser «otras». Las personas sanas pueden adaptarse a todo tipo de anomalías en el estilo de vida. Aprecian la necesidad de combinarse y adaptarse, sabiendo que no se puede esperar que ningún grupo actúe, programe, priorice o interprete al unísono. Los narcisistas, sin embargo, ven la inclusión de aquellos que no están “en el club” como poco más que una molestia. Quieren que los demás se mezclen y se adapten a ellos, pero tienen poca necesidad de corresponderles.

Autonomía

Al final, los narcisistas deben determinar qué hacer con la autonomía de cada persona. Es un hecho básico que cada persona puede elegir cómo pensar y actuar como quiera. Pero con esa fuerte necesidad de control, la autonomía de los demás puede ser un anatema para los narcisistas. Les gusta la idea de tener su autonomía, pero pueden ser bastante reticentes cuando indica el deseo de elegir cómo serás.

Disrupción, complejidad, inclusión y autonomía… estas cuestiones pueden sacar a relucir la locura de los narcisistas. Pueden pensar:

Debo neutralizarte.

Debo mostrarte quién manda.

Debo romper tu espíritu.

Debo encajarte en mi molde.

Debo castigarte por estar separado de mí.

Debo tener la última palabra.

Cuando eres tú quien crea esta disrupción y complejidad, y buscas una apreciación más amplia de la inclusión y la autonomía, ¿cómo vas a resistir las actitudes enloquecedoras del narcisista que quiere que dejes de ser lo que eres?

Considere estos pensamientos:

No me disculpo por ser yo.

No seré encasillado en el molde de nadie.

Siempre estaré en modo de crecimiento. Las experiencias únicas no sólo no me perturban, sino que me mantienen comprometido con la vida real.

Me definiré de adentro hacia afuera, no al revés, como podrías insistir.

Cuando escuche tus palabras, las mediré cuidadosamente y luego tomaré el camino que tenga sentido para mí.

Prosperaré, sobreviviré, inspiraré.

La disrupción, la complejidad, la inclusión y la autonomía sacan a relucir lo peor del narcisista controlador, pero ese no tiene por qué ser tu caso si aprendes a manejar a un narcisista. Puedes anclarte en una filosofía que reconozca esto: a medida que tu vida está expuesta a una amplia gama de personas y eventos (incluso aquellos que no son agradables), puedes ser una mejor persona. Estará en la posición de convertirse en una persona empática y decidida que transmite: “Mi competencia y compostura no están dictadas por lo externo. Puedo elegir cómo viviré, tal como lo hace cada persona en mi presencia”.

Dr. Les Carter

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