Cómo lidiar con una persona miserable

¿Cuán lamentable puede ser la vida de alguien si sólo puede sentir alegría por el dolor de otra persona?

Imagen de Nadine Shaabana, en Unsplash

Lamentablemente, no siempre podemos elegir con quién nos sentamos durante esas largas horas de nuestros días de escuela y trabajo. Pero, ¿quién no querría estar siempre rodeado de buena gente?

No nacemos preparados para afrontar el abuso de los demás. Cuando éramos niños, creíamos que todos eran amables y hermosos. No sabíamos mucho acerca de cómo la gente intentará derribarnos a medida que crezcamos porque algunos no querrán que lo hagamos.

Mientras caminamos por la vida, nos construimos para no perdernos cada vez que un miserable nos elige para hacer el mal. Y diablos, sucede.

Un día te topas con una persona que está llena de odio, envidia, rabia, ira o celos, o todos juntos. Y como si fueran adictos a gastar sus energías maldiciendo, tú, amable e ingenuo, te conviertes en su víctima en cuanto te cruzas en su camino.

Son personas que viven frustradas y comparten su negatividad con el resto de nosotros, que no te apoyan y menos abrazan tu crecimiento y éxito. Intentan ofenderte, insultarte, acosarte, infectarte con su veneno. Hay un problema técnico en sus almas.

No entenderás por qué alguien puede ser tan perverso, y cuando intentes ayudarlo con esa visión perversa que tiene de la vida, lamentablemente siempre encontrarás una puerta cerrada. Su única manera de vivir es la suya propia, dedicar su tiempo a buscar el sufrimiento, y eso es lo que mejor saben hacer.

A sus ojos, la bondad es una debilidad y sus fuertes argumentos y su verborrea manipuladora son superpoderes. Ignoran la belleza de dar y rápidamente olvidan que todos venimos del mismo lugar y terminaremos de la misma manera.

Nunca actuarán delante de los demás. Es posible que te sientas solo cuando te des cuenta de que no hay testigos que puedan apoyar o comprender cómo te sientes.

Pero no estás loco. Su abuso no está en tu imaginación, aunque a veces lo parezca. Hablarán en voz baja, actuarán discretamente (incluso en silencio) y nunca se revelarán. Esto es, por definición, agresión pasiva, será indirecta e intentará pasar desapercibida.