La ropa blanca y, en especial, la ropa interior y la lencería blanca suelen amarillear con el paso del tiempo y los continuos lavados. ¿Cómo blanquearla sin necesidad de usar lejía, que es muy agresiva y podría dañarla?
Blanquear sin dañar
- Con agua oxigenada. Una de las opciones clásicas para blanquear sin lejía es añadir agua oxigenada y unas gotas de amoniaco al agua del aclarado. Sin embargo, esto no es apto para las prendas más delicadas. También con agua oxigenada, pero con un poquito de detergente en lugar de amoníaco, es como se blanquean las prendas de lana que han amarilleado. Deja la prenda en remojo en agua fría con tres o cuatro cucharadas de agua oxigenada y un poco de detergente. Pasada una hora, ya puedes aclarar y escurrir sin estrujar la prenda, y dejarla secar extendida para que no se deforme.
- Zumo de limón. Es otro de los blanqueantes naturales por excelencia. Pon la prenda en remojo con un puñadito de sal, el zumo de un par de limones y un poco de jabón neutro. Deja que repose una hora más o menos y después sécala al sol. Si no tienes tiempo para dejar la prenda en remojo y estar pendiente del proceso, puedes hacerlo a toda máquina con este sencillo truco: mete medio limón dentro de un calcetín y añádelo al interior del bombo antes de iniciar el lavado normal de tu colada en la lavadora.
- Echa mano del bicarbonato. Por sí mismo no blanquea, pero neutraliza la cal y mejora la acción del detergente, además de suavizar. Solo tienes que añadir en el último aclarado un paquete de 500 gy ¡listo!
- Y ponlas al sol. Sí, al sol. Aunque es el peor enemigo de las prendas oscuras y de color porque sus poderosos rayos dañan los colores, ese mismo efecto ayuda a blanquear las prendas que han amarilleado. Solo tienes que dejar secar la prenda bien expuesta al sol y dejar que sus rayos hagan el trabajo.
Y lavar sin frotar
La ropa interior, como suele ser delicada, no conviene frotarla fuerte con las manos. El truco para hacerlo con suavidad es introducirla en una centrifugadora de ensaladas, y aclararla luego con agua fría. Envuélvela en una toalla para que acabe de absorber la humedad y tiéndela con precaución.