¿Qué indicaba la pezuña de un ciervo, pegada al pie de alguien?
Ciervo
El venado común de cola blanca (Odocoileo virginianus) es la más grande de las dos especies de ciervos que se encuentran en toda Mesoamérica y ha sido cazado en la región desde los tiempos más remotos. En marcado contraste con la difícil situación de los elefantes y rinocerontes hoy en día, cazados únicamente para sacar provecho de sus cuernos y colmillos, en el México antiguo, las astas de los ciervos eran solo un subproducto útil entre varios, comenzando con la carne misma… (Escrito por Ian Mursell/Mexicolore)
Foto 1: Un imitador de ciervo de hueso tradicional; una membrana cubre un extremo (Haga clic en la imagen para ampliar)
La carne de venado no solo era un alimento básico en una fiesta, sino que era una ofrenda de comida muy estimada para los dioses y los antepasados. La cacería en sí implicaba el acecho de cazadores que se acercaban sigilosamente, camuflados con pieles, atraían a los ciervos imitando su grito de apareamiento, metían a los animales en una red, los atrapaban con lazos o trampas y los lanzaban o disparaban con flechas. Los ciervos con lanzas están representados tanto en los códices mayas como en los del centro de México. Las cacerías exitosas se celebraban con ritos especiales. Sin embargo, había límites estrictos en la cantidad de ciervos (y otros mamíferos grandes) que podían matarse: ‘Durante una cacería, era necesario pedir permiso a los dioses para matar a un animal, y la cantidad de ‘víctimas’ tenía ser acorde con las necesidades del cazador, de lo contrario sería castigado” (Pecci, 2007: 50). Incluso hoy, señala Benson, «los cazadores modernos piden permiso para cazar a los señores de la tierra del inframundo» (2001: 320).
Imagen 2: Un ciervo con lanza – a veces representado en códices sin cuernos, posiblemente, según Seler, para representar a una diosa en forma de ciervo (Haga clic en la imagen para ampliar)
La caza de ciervos estaba asociada con la guerra y con el sacrificio de cautivos humanos. El mes 14 del calendario agrícola, Quecholli, estaba dedicado al dios otomí Mixcóatl, patrón de los cazadores. En preparación, se fabricaron flechas y dardos para la caza y la guerra. ‘Cuando hicieron las flechas, por espacio de cinco días todos sacaron sangre de las orejas, y [with] con la sangre que les sacaron, ungieron sus propias sienes. Decían que hacían penitencias para ir a cazar venados’ (Códice Florentino, Libro 2). El emperador Moctezuma recompensó a los cazadores exitosos de venados y coyotes con capas adornadas con plumas y obsequios de comida y bebida.
Foto 3: Tributo anual a los aztecas en forma de 800 pieles de venado de la provincia de Tepeacac; Códice Mendoza, fol. 42r (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
Las propias capas a menudo estaban hechas de piel de venado, la piel y la piel de los conejos eran subproductos animales importantes y terminaban en manos de artesanos que las convertían en sandalias y capas de lujo. La provincia de Tepe(y)acac fue la única en el imperio azteca que sólo rindió tributo a Tenochtitlan en forma de cal, pieles de venado y ciertos productos de madera. Cada año se enviaban a la capital unas 800 pieles de venado (foto 3); esta provincia fría y seca (que cubre gran parte del centro y sur del actual estado de Puebla) era una región clave para la caza, donde la gente local adoraba a Camaxtli, dios de la caza.
bultos sagrados, o tlaquimilolli – receptáculos del poder divino y materializaciones de la presencia divina que servían como instrumentos para comunicarse con los «dioses» – estaban envueltos en piel de ciervo. Eran símbolos muy visuales de autoridad política (y divina), que los mexicas portaban con orgullo en su legendario viaje desde Aztlán hasta la cuenca del centro de México.
Foto 4: Un ciervo (¿hembra?) se enfrenta al dios de la lluvia Tlaloc; Códice Fejérváry-Mayer, pl. 26 (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
Para el eminente erudito alemán de finales del siglo XIX, Eduard Seler, el ciervo era y es «un animal mitológico». por excelencia‘ (1909: 112). Seler asoció a los ciervos con un ejército de estrellas celestiales, que huían de este a oeste para escapar de la poderosa estrella matutina Venus. Muchos mitos de origen mesoamericano presentan al venado, una criatura que los investigadores modernos emparejan con el sol, con la sequía y con la necesidad vital de terminar con la sequía con la ayuda de la deidad de la lluvia y el rayo Tlaloc. Hoy en Yucatán, los rituales de lluvia en un momento de sequía severa comienzan con una cacería de ciervos (Benson), y López Austin informa un viejo dicho de su región natal del norte de México que sugiere que cuando llueve mucho y, sin embargo, brilla el sol, ‘ una cierva está pariendo’: en el pasado remoto, la cierva ‘dio a luz al sol en un breve momento de liberación en el que los principios acuáticos y oscuros de su vientre preñado coexistieron con los principios luminosos y cálidos de la nueva vida solar’ (1996 : 40).
Foto 5: Cetro de cabeza de venado de ónice, Museo del Templo Mayor, Ciudad de México (L); un cetro con cabeza de venado usado por una deidad en la decapitación – Tonalamatl de Aubin pl. 19 (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
Una versión de un mito mexica ‘cuenta cómo Mixcóatl, un dios del cielo y el fuego -probablemente un dios estelar- y un cazador legendario, disparó con una flecha a un venado de dos cabezas que se convirtió en mujer, fue embarazado por Mixcóatl y dio a luz a el héroe cultural y dios Quetzalcóatl. Los dioses mexicas a veces toman forma de venado – Mixcóatl, por ejemplo – y en los códices los dioses pueden llevar un cetro con cabeza de venado; en el Tonalámatl Aubinun códice, se muestra que un cetro de este tipo se usa para decapitar a una víctima de sacrificio’ (Benson 2001: 321) (foto 5).
Se sabe que las hembras (ciervos) dan a luz con relativa facilidad en comparación con otros mamíferos y una receta azteca para ayudar en el parto incluía piel de venado quemada, en lo que de Montellano llama ‘una receta mágica que utiliza el principio de «lo similar produce lo similar»‘ (1990: 21).
Foto 6: Códice Borgia, pl. 53 (detalle) mostrando al Ciervo como icono por excelencia (Click en la imagen para ampliar)
Por supuesto, muchos códices fueron pintados sobre piel de ciervo cubierta de yeso. La importancia sagrada del ciervo está hermosamente representada, incluso de forma lúdica, en una imagen de varias capas en el Códice Borgia (foto 6). En una página hecha de piel de venado, se representa a la deidad Xochipilli (Príncipe de las Flores) vistiendo una piel de venado, sosteniendo un pliegue (de piel de venado) que muestra una secuencia de cinco de los signos del día o calendario azteca, uno de los cuales es Venado. Curiosamente, (¿masculino?) el ciervo es el número 7 en el ciclo de 20 signos, junto a (¿femenino?) el conejo (8), ambos símbolos de presa, velocidad, alerta y timidez.
Foto 7: La cornamenta de los ciervos tiene propiedades medicinales… (Click en la imagen para ampliar)
Finalmente, volvemos a las astas. En muchos lugares del mundo natural, a menudo crecen en el mismo ciclo anual que los cultivos agrícolas; también representan símbolos de renacimiento, ya que ‘se cree que el ciervo vuelve a ser joven cuando ha dejado caer sus astas; poco después, crecen las nuevas astas’ (Benson 2001: 320).
Sin embargo, también se les dio un uso práctico, en más de un sentido. De acuerdo con la Manuscrito de Badianus, un herbario azteca de mediados del siglo XVI, comúnmente llamado ‘El libro médico más antiguo de Estados Unidos’, el remedio mexica para tratar la epilepsia incluía el consumo de una mezcla extraña que contenía cuernos de venado, aprovechando la noción antigua de que ‘el olor de los cuernos de venado quemados detiene el ataques de epilepsia’. Además, se creía que la ceniza de la piel de ciervo quemada ayudaba a detener el flujo sanguíneo menstrual (de Montellano 1990: 21).
Foto 8: Los sonidos de la naturaleza: un tambor de caparazón de tortuga con cuernos de ciervo como batidores (Haga clic en la imagen para ampliar)
Hay otra propiedad que poseen las astas de los ciervos: son quebradizas. Íntimamente casados, conocedores y dependientes del mundo natural que los rodeaba, los aztecas eran maestros en la imitación de los sonidos de animales, pájaros, reptiles, fenómenos naturales e incluso del ‘inframundo’. Uno de los instrumentos musicales que sabemos que tocaban -que les proporcionaba directamente la naturaleza- era el ayotel o tambor de caparazón de tortuga: algunos investigadores creen que tocar el caparazón era una forma de imitar el sonido de las gotas de lluvia que caían pesadamente sobre superficies duras e invocarlas. Dado que el caparazón de una tortuga o una tortuga también es quebradizo, las astas de los ciervos se convirtieron en baquetas o batidores perfectos…
Foto 9: Una mujer toca un ‘ayotl’ y un hombre un tambor de mano; Códice Laud, pl. 34 (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
Tanto los códices como los murales centromexicanos y mayas contienen imágenes de los ayotel, acompañado de astas de venado a modo de batidores (p. ej., fig. 9). Y como si la pobre criatura no hubiera proporcionado suficientes recursos a los humanos, también sabemos que los huesos de las piernas de los ciervos se usaban como escofinas (raspadores). Obtenga más información en el enlace a continuación. ¡NADA se desperdició!
Foto 10: Un conejo lleva la luna y un ciervo lleva el sol; ilustración basada en el Codex Borgia, pl. 33 (Click en la imagen para ampliar)
Fuentes/Referencias:-
• Benson, Elizabeth P. (2001) ‘Venado’, La enciclopedia de Oxford de las culturas mesoamericanas, Ed. David Carrasco, vol. 1, págs. 320-321
• Bray, Warwick (1968) La vida cotidiana de los aztecasPrensa de Dorset
• El Códice Florentino Libro 2 – Las Ceremonias (1961), trad. Dibble & Anderson, Prensa de la Universidad de Utah
• López Austin, Alfredo (1996) El Conejo en la Luna: Mitología en la Tradición MesoamericanaPrensa de la Universidad de Utah
• Berdan, Frances y Rieff Anawalt, Patricia (1997) El Códice Esencial MendozaPrensa de la Universidad de California
• de Montellano, Bernard Ortiz (1990) Medicina Azteca, Salud y NutriciónRutgers Press
• Pecci, Alessandra (2007) El Mundo de los Aztecas en el Códice FlorentinoBiblioteca Medicea Laurenziana/Mandragora srl, Florencia
• Seler, Eduardo (2008 [1909-10]) Las Imágenes de Animales en los Manuscritos Mexicanos y Mayastraducido del alemán por Joachim von Mentz, Casa Juan Pablos, México
• Taube, Karl y Miller, María (1993) Los Dioses y Símbolos del México Antiguo y los MayasThames & Hudson Ltd., Londres.
Foto 11: El calendario azteca o signo del día para el Venado, no. 7 en el ciclo de 20 (Click en la imagen para ampliar)
Fuentes de imágenes: –
• Principal (pintura de hilo tradicional huichol, colección privada) y fotos 1, 5L, 7 y 8: fotos de Ian Mursell/Mexicolore
• foto 2: imagen escaneada de Codex Borgia: una restauración a todo color del antiguo manuscrito mexicano por Gisele Díaz y Alan Rodgers, Dover Publications, Nueva York, 1993
• Foto 3: imagen de la Códice Mendoza (original en la Bodleian Library, Oxford) escaneado de nuestra propia copia de la edición facsímil de James Cooper Clark, Londres, 1938
• Foto 4: imagen escaneada de nuestra copia de la edición facsímil de ADEVA del Códice Fejérváry-MayerGraz, Austria, 1971
• Foto 5R: imagen descargada del sitio web de la exposición 75 aniversario del INAH https://codices.inah.gob.mx/pc/index.php
• Foto 6: Imagen de la Códice Borgia escaneado de nuestra propia copia de la edición facsímil de ADEVA, Graz, Austria, 1976
• Foto 9: imagen escaneada de nuestra propia copia de la edición facsímil de ADEVA del Códice LaudGraz, Austria, 1966
• Foto 10: dibujo (anónimo) escaneado de El conejo en la cara de la luna (véase más arriba)
• Foto 11: ilustración de y © Felipe Dávalos/Mexicolore.
Este artículo fue subido al sitio web de Mexicolore el 19 de octubre de 2020