Eres más que tinta; eres mi legado de aprendizaje y mis lecciones para el mundo.
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Tengo seis tatuajes. Cuentan la historia de mi vida. La tinta invita a otros a lo más profundo de mi corazón. El alma de mi filosofía. Y los amo a todos. Todos y cada uno.
No me avergüenza mostrarlos en público; De hecho, soy maestra de escuela y nunca diseño ingeniosamente mis atuendos para ocultar estos retratos de mi personalidad. Quiero que mis alumnos los vean. Así me entenderán. Así que tal vez, sólo tal vez, pueda enviarles un mensaje.
¿El primer mensaje? Di tu verdad, en voz alta y orgullosa.
Todavía encuentro tan notable que se nos aliente a adoptar estilos de vida alternativos, aprovechar nuestra diversidad y juzgar el carácter por la conducta, no por el color o el credo, pero aún así se sigue despreciando garabatear nuestro “evangelio” en nuestro cuerpo.
De todos modos, atesoro cada uno de los patrones cosidos en mi piel, porque no solo hablan con los demás, sino que también hacen algo más profundo. Me hablan. Cada vez que me sumerjo en la bañera por la noche, cada momento los miro por la mañana mientras me preparo para el día. Me “cantan”. Me recuerdan lo que quiero que signifique mi vida.
Entonces, aquí está mi carta de amor para cada uno.
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Te amo por recordarme mi capacidad y potencial, por volverme a enseñar diariamente que mi pequeño cuerpo de cinco pies y dos pulgadas contiene una poderosa fuente de influencia. Soy el creador de mis circunstancias, de mi “historia”. Y nadie puede incursionar en mi trama a menos que yo decida permitirles el acceso a mis páginas. Soy una reina, en parte azúcar y especias, en parte pantera, y puedo rugir con mi agudo acento sureño tan fuerte y ferozmente como cualquier león, tan formidable como cualquier macho que se “domine” sobre mí, con sus abultados bíceps gritando fuerza y dominación. Mi empaque es pequeño, pero mi naturaleza no es pasiva. Es atronador; contiene el poder de un océano tempestuoso, el poder…