Autopercepción: definición, teoría y preguntas

Autopercepción: definición, teoría y preguntas

La autopercepción es la forma en que nos vemos a nosotros mismos, y no nos vemos exactamente como somos en realidad. Siga leyendo para conocer la teoría de la autopercepción y cómo podemos llegar a vernos a nosotros mismos con mayor precisión.

La forma en que me veo a mí mismo es un aspecto de quién soy que evoluciona constantemente. En otras palabras, mi autopercepción siempre está cambiando: está sujeta a los caprichos de cómo me siento en un día determinado, lo que sucede a mi alrededor y lo último que alguien me dijo. Para las personas con ciertos trastornos de salud mental, la autopercepción es un proceso constantemente difícil y doloroso; para todos nosotros, puede variar de gratificante a absolutamente humillante. ¿Por qué es así? Aprendamos sobre la ciencia detrás de la autopercepción, para que podamos vernos a nosotros mismos de la manera más amorosa y eficaz posible.

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¿Qué es la autopercepción? (Una definición)

La autopercepción es el proceso de observar e interpretar los propios comportamientos, pensamientos y sentimientos, y utilizar esas observaciones e interpretaciones para definirse a uno mismo (Robak, 2001). Se cree que, como no podemos saber con certeza ciertas cosas sobre nosotros mismos, nos fijamos en nuestros propios comportamientos para saber cuáles son nuestras creencias y actitudes (Bem, 1972).

Por ejemplo, a muchas personas les resulta difícil identificar exactamente lo que sienten en una situación determinada. Al carecer de esa conciencia de sí mismas, pueden intentar inferir su estado emocional a partir de sus acciones. Por ejemplo, si una amiga me dice que la ascendieron recientemente, puedo notar que pongo excusas para salir de la habitación o evitar interactuar con ella. Si bien no sé si estoy celosa de su éxito, puedo inferir razonablemente a partir de mis conductas evasivas que estoy experimentando algún tipo de sentimiento negativo hacia ella.

Lo opuesto a la autopercepción

Lo opuesto a la autopercepción es ignorar las propias conductas, emociones y sentimientos, o negarse a reflexionar sobre esas acciones. Como se señaló anteriormente, la dificultad significativa para hacer un seguimiento preciso de las propias acciones o reflexionar sobre ellas suele estar relacionada con problemas de salud mental. No tener un sentido estable de uno mismo suele ser muy perturbador para las personas, como estar en un mar tempestuoso sin una vela, un remo o un ancla. Como resultado, gran parte de la psicoterapia gira en torno a ayudar a las personas a desarrollar habilidades eficaces de autopercepción.

Por qué es importante la autopercepción

Gran parte de nuestro sentido de identidad se deriva de nuestra autopercepción. La autopercepción es importante porque, como se señaló anteriormente, a muchas personas les resulta difícil identificar sus sentimientos y pensamientos, pero las conductas son manifestaciones concretas y obvias de algo dentro de nosotros; por lo tanto, podemos usarlas para emitir juicios sobre lo que realmente está sucediendo en nuestro interior (Bem, 1972). Pensemos en el dicho “las acciones hablan más que las palabras”. Parece que intuitivamente confiamos en que nuestras propias acciones reflejan quiénes somos mejor que nuestros pensamientos o sentimientos (Bem, 1972).

Esto no quiere decir que nuestras autopercepciones sean siempre precisas. Yo solía percibirme como una “persona que simplemente no se enoja” porque prácticamente nunca demostraba enojo en mis acciones. Con el tiempo, me di cuenta de que si bien nunca actuaba impulsado por un enojo evidente, sí tenía conductas pasivo-agresivas y guardaba mucho resentimiento. era Una persona enojada: simplemente no me permití actuar de la manera en que tradicionalmente me enojo. Esto me permitió seguir percibiéndome como una persona “no enojada”.

La autopercepción es especialmente importante si optamos por utilizarla como una forma de entender los problemas de salud mental. Una forma de analizar los trastornos psicológicos es que ciertos tipos de autopercepciones son más perjudiciales o menos eficaces que otros (Yee y Bailenson, 2007). Por ejemplo, cuando me olvido de llamar a un amigo a la hora a la que habíamos acordado hablar, el hecho de que lo perciba como un rasgo fijo (“soy una persona olvidadiza que siempre defrauda a la gente”) o como algo modificable (“la próxima vez debería ponerme un recordatorio, eso suele ayudarme a evitar una situación como esta”) influirá poderosamente en las emociones que sienta después de cometer ese error. El primer pensamiento es probable que me lleve a sentir vergüenza o tristeza, mientras que el segundo es un pensamiento más adaptativo que puede ayudar a minimizar mis sentimientos negativos.

Teoría de la autopercepción

La teoría de la autopercepción fue creada por el psicólogo Daryl Bem (1967) y describe el patrón que ya hemos estado discutiendo: que sacamos conclusiones sobre lo que pensamos y sentimos al observar y reflexionar sobre nuestras propias conductas.

Bem (1972) observó que nuestra autopercepción cambia de una circunstancia o experiencia a otra. No se me ocurre un ejemplo más claro de esto que cuando las personas visitan a sus padres u otros miembros de la familia. Puede que te consideres un líder eficaz y decisivo de tu familia y de tu equipo de trabajo, pero las mismas acciones empiezan a parecerte controladoras cuando estás con tus hermanos menores, que siempre se quejaban de que los mandabas cuando éramos niños.

Por mi parte, sé que mi autopercepción cambia mucho según mi estado de ánimo. Cuando tengo muchas dudas sobre mí misma, oigo mi propia voz aguda e insegura; cuando me siento segura de mí misma, me suena más profunda y firme. Sin embargo, otras personas me han dicho que no perciben ninguna diferencia.

No es que empecemos a percibirnos a nosotros mismos de nuevo en cada momento. Nuestras autopercepciones también se basan en gran medida en lo que ya creemos que somos. También nos percibimos a nosotros mismos de maneras que afirman ese sentido preexistente de nosotros mismos (Taylor y Brown, 1988). Este tipo de autopercepción sesgada adopta tres formas (Taylor y Brown, 1988):

1) Autoestima positivamente poco realista. Vernos a nosotros mismos a través de lentes color de rosa nos ayuda a conservar la sensación de que somos buenas personas (p. ej., “Llamé a mi molesta tía abuela porque la amo, no porque me sintiera culpable por evitar la llamada”). Puede ser muy amenazante cuando nuestras acciones parecen malas, por lo que podemos esforzarnos mucho en percibirlas a través de una lente positiva (p. ej., “¿Por qué no está agradecido de que le confesé de inmediato que le mentí en lugar de negarlo? Otras personas no serían tan honestas como yo”). Hay muchas investigaciones que sugieren que continuamente nos percibimos a nosotros mismos de manera más positiva que a los demás precisamente por esta razón (John y Robins, 1994).

2) Ilusiones de control. Podemos defender nuestras acciones asignándoles retroactivamente un propósito claro y positivo (por ejemplo, “Elegí no ir a la fiesta porque no quería correr el riesgo de tener un accidente en esa tormenta de nieve”). También podemos atribuirnos el mérito de resultados que en realidad no estaban bajo nuestro control.

3) Optimismo poco realista. Podemos ser demasiado optimistas sobre nuestras propias perspectivas porque admitir lo contrario resulta amenazador. Por ejemplo, cuando pienso en solicitar una prestigiosa beca de investigación, puedo optar por centrarme en los puntos fuertes de mi formación profesional, en lugar de pensar en los aspectos de mi currículum que podrían mejorarse.

¿Son estos prejuicios o autoengaños algo malo? Hablaremos más sobre eso en un momento, pero por ahora digamos simplemente que un poco de autoengaño puede ser útil (John y Robins, 1994).

Para entender por qué es importante la teoría de la autopercepción, también puedes ver este vídeo que la contrasta con otra teoría importante (la disonancia cognitiva) que busca explicar cómo gestionamos nuestro sentido del yo:

Vídeo: Teoría de la autopercepción (vs. disonancia cognitiva) + ejemplos

Autoimagen vs autopercepción

La autopercepción y la autoimagen se influyen mutuamente (Lewicki, 1983). Nuestra autoimagen, en cierto sentido, es el resultado duradero o la acumulación de muchas autopercepciones a lo largo del tiempo. Estas percepciones son sumamente idiosincrásicas: las personas tienen una autoestima increíblemente positiva (como en el caso del trastorno de personalidad narcisista) o una autoestima increíblemente negativa (como en el caso de las personas con depresión severa) (John y Robins, 1994).

Autopercepción vs. percepción de los demás

Percibimos a los demás de la misma manera que nos percibimos a nosotros mismos: utilizando su exterior (las conductas que adoptan en un contexto específico) para inferir su interior (sus actitudes, pensamientos y sentimientos) (Bem, 1972).

La forma en que percibimos a los demás depende en gran medida de cómo nos percibimos a nosotros mismos y de nuestra propia imagen. Los aspectos de mí que considero más importantes son los que más probablemente percibo en los demás (Lewicki, 1983). Sé que esto es cierto en mi caso: cualquier trabajo de crecimiento personal que esté realizando en un momento determinado me hace percibir a otras personas a través de esa misma lente.

Al mismo tiempo, nos fijamos estándares diferentes para nosotros mismos y para los demás. Por ejemplo, tendemos a considerar el comportamiento de los demás en términos morales más que en términos de competencia, mientras que consideramos nuestro propio comportamiento más en términos de competencia que en términos de moralidad (Wojciszke, 2005). Por ejemplo, yo podría percibir la decisión de un amigo de no decirle algo a su pareja romántica como una falla moral de su parte, pero podría excusarme por hacer lo mismo porque estaba tomando una decisión sabia para proteger la paz mental de mi pareja.

Preguntas sobre la autopercepción

Podemos inspirarnos en las preguntas de autopercepción a partir de un par de evaluaciones de autopercepción desarrolladas por psicólogos (Goñi et al., 2011). A continuación se ofrecen algunas preguntas que conviene plantearse para reflexionar sobre el propio proceso de autopercepción:

  • ¿Me considero una persona decente y honesta?
  • ¿Soy una persona de palabra?
  • ¿Necesito la aprobación de la gente para hacer cosas?
  • ¿Estoy orgulloso de lo que hago estos días?
  • ¿Me considero más o menos emocional que otras personas?
  • ¿La vida simplemente me sucede o tengo más control sobre ella?
  • ¿Mis emociones son fáciles de cambiar o persisten?
  • ¿Soy una persona que logra las metas que me propongo?


Tu respuesta a cada una de estas afirmaciones refleja una percepción general que tienes de ti mismo. Podrías considerar cómo esa percepción general podría afectar a tu autopercepción en general. Por ejemplo, si te consideras más emocional que otras personas, ¿te juzgas por eso? ¿Esa autopercepción te lleva a sentirte bien contigo mismo? ¿Mal contigo mismo?

Autopercepción vs autoconciencia

La autopercepción es nuestra interpretación de nosotros mismos…