Pensar es obviamente una habilidad importante. Los seres humanos tienen la poderosa capacidad de pensar en el pasado y el futuro, hacer narraciones sobre nuestras vidas que nos ayuden a navegar por nuevas situaciones y considerar las consecuencias de nuestras acciones.
No nos limitamos a atravesar la vida persiguiendo lo que nos da placer sin importar las consecuencias (en su mayoría). Esto es porque podemos pensar.
Pensar, sin embargo, no es todopoderoso. El mundo es impredecible y nuestras emociones son rebeldes. Pensar puede hacernos sentir que tenemos el control, incluso cuando en realidad no lo tenemos. Nos volvemos adictos a pensar, pasamos muchas noches sin dormir pensando mentalmente en problemas que simplemente no podemos resolver.
La palabra “consciente” significa que estamos usando nuestras habilidades cognitivas, nuestra racionalidad y nuestra inteligencia para estar presentes y tomar decisiones conscientes: estamos llenos de mente. Pero nuestras mentes pueden ser salvajes y confusas, llenas de suposiciones, expectativas y ansiedades que pueden o no estar enraizadas en la realidad.
Nuestros cerebros también tienen diferentes mentes dentro de ellos: tenemos partes racionales y lógicas y partes primarias y emocionales de nuestros cerebros que pueden reaccionar de manera opuesta a la misma situación. Entonces, ¿cómo desarrollamos una relación compasiva con nuestras propias mentes? ¿Cómo rompemos nuestra adicción a pensar?
No creas todo lo que piensas
Nuestros cerebros están llenos de errores y fallas que incluyen sesgos inconscientes, inseguridades y reacciones basadas en el miedo, algunas de las cuales son instigadas en el sistema nervioso, que no tiene tiempo para la lógica. Cuando alguna situación en el presente desencadena una situación similar en el pasado, el cerebro fabrica conclusiones similares antes de recopilar información única sobre lo que realmente está sucediendo ahora. Podemos ser demasiado rápidos para llenar los vacíos de lo que no sabemos, como lo que alguien más está pensando o lo que sucederá en el futuro.
Hable con alguien sobre lo que está pasando
Somos notoriamente malos en la introspección. Cuando necesitamos resolver un gran problema, a menudo tenemos la necesidad de ir solos al bosque y pensar las cosas sin distracciones. Si bien puede haber valor en eso, la introspección por sí sola tiene un límite. Al carecer de información nueva, la mente se convierte en un disco rayado, saltando en el mismo lugar una y otra vez. Somos animales sociales con capacidad de aprender unos de otros; nuestros amigos y terapeutas pueden ser más capaces de ver dónde se salta nuestro registro que nosotros.
Descansar un poco
Nuestra masticación mental nos mantiene despiertos por la noche porque queremos resolver un problema antes de irnos a dormir. Sin embargo, el sueño puede ser un lugar útil para la cognición. Es un poco como un ciclo de enjuague mental: nos despojamos de pensamientos y recuerdos superfluos, y lo que se cierne más se queda con nosotros. Nuestros sueños, donde se elevan los límites de la realidad y la lógica, pueden ayudar a revelar una nueva perspectiva. Muchas mentes brillantes han descubierto soluciones innovadoras mientras soñaban.
Regreso al Cuerpo
El cuerpo y la mente no están tan separados como parece. Nuestros cerebros y sistemas nerviosos se comunican constantemente, y si hemos comido o hecho ejercicio puede cambiar enormemente nuestro estado de ánimo. El miedo y la ansiedad en el sistema nervioso en realidad pueden cerrar nuestra capacidad de pensar con claridad. Las prácticas físicas relajantes, como el yoga o salir a caminar, pueden restablecer el sistema nervioso y hacer que nuestro cerebro racional vuelva a estar en línea.
Pensar es ciertamente importante, pero funciona mejor en relación con nuestro ser físico, social y emocional. Hay verdadera sabiduría en salir de nuestras cabezas de vez en cuando y humillarnos ante todo lo que no sabemos.
Este artículo es cortesía de Espiritualidad y Salud.