Apelación a la falacia de la fuerza (Descripción + 9 ejemplos) –

Todos los días, en conversaciones, debates y negociaciones, los humanos utilizan diversas tácticas para persuadirse unos a otros. Pero no todas las tácticas son iguales. Algunos se apoyan en la lógica y la evidencia, mientras que otros recurren a medios más agresivos.

Apelar a la fuerza es una estrategia retórica en la que uno intenta persuadir a otro mediante amenazas, intimidación o cualquier forma de daño implícito en lugar de presentar argumentos válidos.

Comprender la dinámica de esta táctica no solo le brinda la conciencia para identificarla en acción, sino que también le brinda el conocimiento para navegar discusiones donde la fuerza reemplaza a la razón.

¿Qué es la falacia de la apelación a la fuerza?

Al intentar persuadir a alguien, puedes utilizar la lógica, la evidencia o apelar a sus emociones. Pero a veces, en el fragor de una discusión o de una discusión apasionada, es posible que notes que entra en juego una táctica diferente.

Esta es la definición de la apelar a la fuerza. En latín esto se llama «argumento ad baculum«, que se traduce literalmente como «argumento al garrote» o «apelación al palo».

Ahora imagina que estás en un patio de recreo y un niño le dice a otro: «Ponte de acuerdo conmigo o te quitaré el juguete». Suena infantil, ¿verdad? Sin embargo, esta táctica no se limita al patio de recreo. Es un método antiguo que también se cuela en las conversaciones de adultos.

Un llamado a la fuerza elude una discusión genuina. En lugar de basarse en un razonamiento sólido, recurre a las amenazas y la intimidación.

Aquí hay un desglose simple: es como intentar ganar una carrera no corriendo más rápido sino atando los cordones de los zapatos de tu oponente. No estás ganando según tu habilidad; estás manipulando la situación para forzar un resultado.

Descubrirá que esta táctica es sorprendentemente común. Desde las salas de juntas hasta los ámbitos políticos, muchos han utilizado el llamado a la fuerza como herramienta para lograr sus objetivos. Es sólo uno de los muchos argumentos falaces que usa la gente.

Y si bien puede parecer eficaz a corto plazo, a menudo tiene consecuencias a largo plazo. Las relaciones pueden deteriorarse, la confianza puede erosionarse y resulta más difícil alcanzar un consenso genuino.

Orígenes y evolución del Argumentum ad Baculum

El recurso a la fuerza no es un invento moderno. Sus raíces se remontan a tiempos muy remotos en la historia, dando forma a conversaciones y decisiones de gran importancia.

La idea surgió ya en tiempos de Aristóteles. Retóricadonde describió cómo la gente argumenta.

Imaginemos imperios y reyes antiguos usando puro poder y fuerza para hacer que sus súbditos obedecieran. No siempre se trataba de la fuerza de sus argumentos sino de la fuerza de sus ejércitos y amenazas.

En la antigua Roma, por ejemplo, los senadores a veces influían en las decisiones no sólo mediante discursos elocuentes sino reuniendo a sus partidarios armados frente al Senado.

Esta demostración de fuerza fue un mensaje claro: esté de acuerdo conmigo o afronte las consecuencias. Y aunque el ejército literal no siempre está presente en los escenarios modernos, la estrategia subyacente sigue siendo la misma.

Avance rápido hasta el período medieval. El recurso a la fuerza adoptó una forma ligeramente diferente. Los monarcas y los líderes de la iglesia emitirían decretos y excomuniones para doblegar a la gente a su voluntad.

No estar de acuerdo con ciertos puntos de vista podría tener consecuencias nefastas, incluido el destierro o algo peor. Aquí, el poder de la posición y la autoridad espiritual se utilizó para silenciar el desacuerdo y la verdad.

Los métodos han evolucionado, pero el principio sigue siendo coherente. Ya sea un líder empresarial que insinúa despidos si no se cumplen ciertos términos o un político que sugiere sutilmente repercusiones por el incumplimiento, el llamado a la fuerza está vivo y coleando.

Pero, como verá, comprender su historia le brinda una capacidad más refinada para detectarlo en el presente. Y saber dónde ha estado puede ofrecer pistas sobre hacia dónde podría ir a continuación.

Por qué ocurre una falacia

Comprender la psicología de por qué las personas recurren a la fuerza puede compararse a comprender por qué alguien podría recurrir a los gritos en una discusión acalorada.

Cuando levantas la voz, a menudo no es porque creas que tu argumento se fortalece con el volumen, sino que surge de una reacción emocional, a menudo instintiva. La apelación a la fuerza aprovecha este lado instintivo de la naturaleza humana.

Primero, está el elemento de control. A veces, cuando las personas sienten que están perdiendo el control de una situación o un debate, instintivamente pueden usar la fuerza o la intimidación para recuperar el control.

Es una respuesta primaria, como la forma en que un animal podría gruñir o silbar cuando está acorralado. Al recurrir a las amenazas, el individuo intenta establecer dominio en la conversación.

Luego está el aspecto de miedo. Para muchos, el miedo a posibles daños o pérdidas es un poderoso motivador. A menudo puede eclipsar el razonamiento lógico.

Cuando alguien utiliza la apelación a la fuerza, apuesta a que este miedo te hará hacer lo que quiere. No están tratando de persuadirlo de que su punto de vista es correcto; te están persuadiendo de las posibles consecuencias de no estar de acuerdo con ellos.

Por último, hay un elemento de desesperación. A veces, cuando los individuos se dan cuenta de que su argumento carece de una base sólida, pueden recurrir a la apelación a la fuerza como último esfuerzo para que su oponente acepte su conclusión.

Al comprender los desencadenantes psicológicos detrás de los argumentos contundentes, estará mejor equipado para reconocerlos cuando surjan.

La mayoría de las veces, es posible que la persona que presenta el argumento ni siquiera se dé cuenta de que ha realizado un ataque personal o una amenaza velada. El argumentador cree que es un argumento válido.

Diferencia entre persuasión y coerción

En las discusiones, debates y discusiones, a menudo se intercambian la persuasión y la coerción. Pero son tan diferentes como el día y la noche.

Si bien ambos apuntan a cambiar la opinión o el comportamiento de alguien, los métodos y las intenciones subyacentes pueden variar drásticamente.

Persuasión es como si un amigo te empujara suavemente para que pruebes un plato nuevo en tu restaurante favorito. Presentan razones, comparten experiencias y apelan a su curiosidad. Es un intercambio mutuo donde la elección final recae en usted.

La persuasión opera sobre la base del respeto mutuo. Se trata de presentar argumentos convincentes y permitir que el oyente tome una decisión informada.

En cambio, coerción Se siente como si alguien le estuviera dando de comer ese nuevo plato a la fuerza sin su consentimiento. No hay elección, sólo una consecuencia implícita si te resistes.

La coerción implica presión, que a menudo adopta la forma de amenazas o intimidación. La esencia de la coerción no es convencer sino obligar.

Las diferencias son claras cuando se presentan una al lado de la otra:

PersuasiónCoerciónAcercarseApela a la lógica, las emociones y los valores compartidos. Se basa en el miedo, las amenazas y la fuerza.Respeto por el oyenteRespeta la autonomía del oyente. Busca despojarla.Naturaleza de la conversaciónUna vía de doble sentido, que invita al debate. Unidireccional, que exige cumplimiento.

Lugares comunes donde surge la apelación a la fuerza

En el lugar de trabajo o nuestros trabajos, algunos jefes podrían decir cosas como: «Vende más cosas o podrías perder tu trabajo». Usan el miedo para hacer que los trabajadores obtengan mejores resultados.

A continuación, está el gobierno. Algunos líderes utilizan amenazas para mantener el poder o lograr que la gente esté de acuerdo. Podrían asustar a otros para asegurarse de salirse con la suya.

Esto también sucede en el hogar. Se trata de relaciones cercanas. Lamentablemente, en algunas familias o entre amigos, alguien puede usar amenazas como: «Haz esto o ya no seré tu amigo». Las amenazas pueden ser personales e hirientes.

En TELEVISOR, vemos anuncios o comerciales. Algunos anuncios te hacen sentir que debes comprar algo ahora o te lo perderás. Este es un tipo de amenaza que te preocupa no obtener algo bueno.

Finalmente, está el escuela. En este caso, un profesor podría decir: «Piensa de esta manera o obtendrás una mala calificación». Los estudiantes pueden sentir que tienen que estar de acuerdo, incluso si piensan de manera diferente.

Cómo responder a las falacias de apelación a la fuerza

Cuando alguien intenta utilizar amenazas para obligarte a hacer algo, puede resultar aterrador y confuso. Pero recuerda, tienes el poder de elegir cómo reaccionas.

Aquí hay algunos pasos que puede seguir cuando esto suceda:

  1. mantén la calma: En lugar de entrar en pánico, respire profundamente. Si mantienes la calma, podrás pensar mejor y decidir qué hacer a continuación.
  2. Escucha cuidadosamente: Asegúrese de comprender lo que dice la persona. A veces, la gente no tiene la intención de amenazar, pero así suena. Haga preguntas si no está seguro.
  3. Piensa antes de hablar: No respondas rápidamente. Tómate un momento para pensar en lo que quieres decir. Esto le ayudará a responder de la manera que le parezca adecuada.
  4. Pide tiempo: Está bien decir: «Necesito tiempo para pensar en esto». Esto le permite dar un paso atrás y decidir lo que quiere hacer.
  5. Habla con alguien en quien confíes: Comparte lo que pasó con un amigo, familiar, compañero de trabajo o maestro. Es posible que le den buenos consejos o le ayuden a ver las cosas de otra manera.
  6. Defenderte a ti mismo: Recuerda, tienes derecho a tus sentimientos y pensamientos. Está bien decir «No estoy de acuerdo» o «No me gusta que me amenacen».
  7. evitar daño: Si la amenaza de alguien te hace sentir inseguro, escapa de esa situación. Busque ayuda si la necesita.
  8. Aprenda sobre esto: Cuanto más sepa por qué la gente utiliza amenazas, mejor podrá manejarlas. Leer sobre ello o hablar con alguien que tenga conocimientos puede resultar útil.

Saber cómo manejar las amenazas te da más control en las situaciones.

Cómo la apelación a la fuerza afecta nuestras decisiones

Imagina tu cerebro como una computadora. Cuando obtiene diferentes datos, los procesa para ayudarle a tomar decisiones. Pero, ¿qué sucede cuando alguien lanza una advertencia importante y aterradora en su computadora? ¡Puede hacer que todo el sistema se vuelva un poco loco!

Por qué las amenazas cambian nuestras decisiones

Nuestro cerebro tiene una parte especial llamada amígdala. Piensa en ello como la alarma de tu casa. Cuando algo parece peligroso, la amígdala suena fuerte y nos dice que tengamos cuidado.

Si alguien usa amenazas o fuerza, nuestra amígdala se activa. Podríamos sentir miedo o ansiedad. Debido a esta alarma, a veces tomamos decisiones para detener el sentimiento.

Los efectos a largo plazo

Si la gente nos amenaza con frecuencia, esto puede cambiar la forma en que tomamos decisiones a largo plazo. Si alguien te amenaza con frecuencia, es posible que siempre estés atento al peligro.

Podrías empezar a evitar las cosas que amas o las personas que te agradan sólo porque temes más amenazas.

Encontrar el equilibrio en nuestras elecciones

La buena noticia es que incluso si suena la alarma de nuestro cerebro, podemos aprender a calmarlo y pensar con claridad. Respirar profundamente, hablar con alguien en quien confiamos o incluso tomar un descanso puede ayudar.

Recuerde, usted tiene el control de sus elecciones. Incluso si alguien intenta asustarte para que decidas algo, siempre puedes detenerte, pensar y elegir lo que es mejor para ti.

Ejemplos famosos de apelación a la fuerza

La historia es como un libro de cuentos gigante. Y como en cualquier historia, hay héroes, villanos y muchas lecciones que aprender.

A lo largo de los años, muchas personas han utilizado tácticas de miedo y amenazas para salirse con la suya. Echemos un vistazo a las páginas de la historia para ver algunos ejemplos famosos.

Las nuevas reglas del emperador

En el siglo I a. C., en la antigua Roma, había un emperador llamado Julio César. Quería más poder y no le gustaba que la gente le dijera que no.

Entonces, ¿qué hizo? Usó la fuerza y ​​las amenazas para que los demás estuvieran de acuerdo con él. La gente estaba asustada, entonces hicieron lo que él quería. Pero esta elección tuvo un gran efecto en la historia de Roma.

Antes de César, Roma era una república, lo que significaba que la gente tenía voz y voto en el gobierno. Pero cuando César tomó el control, se convirtió en el líder o dictador definitivo.

Este cambio marcó el fin de la República Romana y el comienzo del Imperio Romano. Debido a esto, la forma en que funcionaba el gobierno, la estructura de poder e incluso la vida cotidiana en Roma cambiaron.

Después, porque algunas personas…