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El clima está cambiando. Ahora hace fresco por las mañanas y el anochecer llega un poco antes que hace unas semanas.
Pronto llegará el clima de suéter, el tipo de clima que nos encantaba. Nos tomaríamos de la mano y caminaríamos juntos por el campus universitario, hablando de nuestros sueños. Me acercarías frente a ti y me rodearías con tus brazos, besando la parte superior de mi cabeza mientras yo charlaba mientras avanzábamos juntos. Nunca me sentí incómodo cuando caminábamos de esta manera.
Después, años después, caminaríamos así por nuestro barrio. Paseos nocturnos mientras se pone el sol. Regresábamos a nuestra casa, la casa a la que nos mudamos después de nuestra boda, y sabía que me quedaría dormido con el sonido de los latidos de tu corazón.
Ha pasado algún tiempo desde que te vi. Desde que te dejé. Y aún así, te veo en todas partes. Mientras escribo esto, estoy rodeado de papeles y libros. Estoy en la escuela otra vez, para crearme una vida en mis propios términos. Donde no tengo que responder ante nadie. Donde no tengo que responderte.
Aún así, incluso a medida que sigo adelante, vuelvo a tus años y años. Cuando estudiaba en la universidad, tomábamos descansos juntos para tomar café con leche en el campus. Cuando estudiaba mi maestría, tomábamos descansos y caminábamos por la ciudad, deambulando y mirando todos los lugares donde no podíamos permitirnos comprar.
Tu cara está tan jodidamente clara en mi mente. Incluso mientras me enamoro más de mi pareja actual, incluso mientras navego por este nuevo territorio con este nuevo hombre, pienso en ti.
Pienso en cómo planearías nuestras vacaciones, cómo encontrarías todas mis actividades favoritas y te asegurarías de que las hiciéramos. Pienso en las citas nocturnas, los restaurantes, los museos. Los jardines y arboretos, las ciudades y los campos.
Me mostraste gran parte del mundo.
No ha sido fácil. Saber que has seguido adelante y que yo, el que me fui, todavía lucho por suavizar los bordes de tu memoria.
Mi nuevo hombre, no es perfecto. Él no recuerda las cosas que le digo como tú lo hacías. No planea aventuras reflexivas ni cocina platos exóticos conmigo. No me agarra la mano, con emoción en sus ojos, para sacarme por la puerta para que podamos atrapar…