Confabulaciones: definición, causas y ejemplos

Confabulaciones: definición, causas y ejemplos

Las confabulaciones son mentiras involuntarias o creencias erróneas provocadas por la incapacidad de recordar el pasado con claridad. Las investigaciones tienen mucho que decirnos sobre por qué sucede esto y a quién le sucede.

Pero imagino que mi abuela también está perdiendo parte de su memoria, y esto la hace susceptible a otro tipo de error mental llamado confabulación. ¿Qué es una confabulación? ¿Es algo que sólo hacen las personas mayores? Veamos qué dice la ciencia.

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¿Qué son las confabulaciones? (Una definición)

Las confabulaciones, en su forma más amplia, son afirmaciones que reflejan una distorsión de los recuerdos (Metcalf et al., 2007), de modo que la afirmación está relacionada con hechos reales pero no refleja con precisión lo que sucedió. Las confabulaciones son distorsiones que se producen de manera inconsciente: las personas que dicen confabulaciones no se dan cuenta de que están mintiendo.

Para dar un ejemplo útil, volvamos por un momento a mi abuela. Supongamos que la visito en su residencia de ancianos. Me saluda con calidez y, mientras tomamos té y galletas (después de todo, es una abuela británica), empieza a recordarme la última vez que la visité, cómo dimos un paseo por los jardines, miramos fotos de mi madre de niña y cenamos en su comedor con una amiga suya. Nada de esto suena como la última vez que la visité: fue una visita breve en invierno y no habríamos salido. Me lleva un tiempo darme cuenta de que o bien está combinando en su mente visitas anteriores mías o tal vez está recordando la última vez que mi prima (con quien a veces me confunde) fue a verla.

Este ejemplo pone de relieve un par de características de las confabulaciones (Metcalf et al., 2007). En primer lugar, suelen basarse en experiencias que una persona ha tenido realmente: es poco probable que una persona confabule una experiencia en un país que nunca ha visitado o que incluya solo a personas que nunca ha conocido. En segundo lugar, las confabulaciones suelen ser bastante plausibles; sin duda he pasado un puñado de tardes con mi abuela haciendo algunas de las cosas que ella describía. En tercer lugar, en este ejemplo hipotético, mi abuela habló sin una pizca de ironía: no estaba bromeando conmigo y creía plenamente en los recuerdos que estaba compartiendo.

Dos tipos de confabulaciones

Los científicos han decidido distinguir entre dos tipos diferentes de confabulaciones (Metcalf et al., 2007). El primer tipo se denomina confabulaciones espontáneas, y se produce cuando alguien confabula sin que nadie se lo pida. Por ejemplo, una persona con demencia podría decir: “Sé que hablamos por teléfono esta mañana” a un ser querido que está de visita y con quien no ha hablado en semanas. Cuando su ser querido lo niega, la persona con demencia puede sentirse molesta o confundida porque realmente creía en el recuerdo que estaba contando (Schnider et al., 1996).

Las personas que fabulan espontáneamente actúan en función de sus recuerdos inexactos, mientras que cuando se involucran en el otro tipo de confabulación, llamada confabulación provocada, por lo general no lo hacen (Metcalf et al., 2007). La confabulación provocada ocurre cuando a una persona se le pregunta sobre su recuerdo de un evento y da una respuesta inexacta. Tal vez porque estos confabuladores han recibido una indicación de otra persona, es menos probable que se confundan con la confabulación que han hecho y también es menos probable que actúen en función de su recuerdo inexacto.

Causas de las confabulaciones

Apuesto a que a estas alturas ya tienes bastante curiosidad por saber cómo la gente acaba confabulando. ¿Cómo acabamos recordando el pasado de forma incorrecta? Hay un par de niveles diferentes en los que considerar esta cuestión. Una cosa que está clara es que la confabulación significa que algo no funciona normalmente en el cerebro, ya sea por daño cerebral, una enfermedad mental o estrés o trauma intensos (Glowinski et al., 2008). Si bien esto nos dice dónde se originan los problemas, no está totalmente claro qué es exactamente lo que sale mal en el camino hacia una confabulación. Hay tres hipótesis principales que los científicos tienen al respecto (Dalla Barba et al., 1997).

Tres hipótesis sobre las confabulaciones

En primer lugar, una persona que fabula puede estar demostrando un “mal control de las fuentes”, lo que significa que no distingue eficazmente entre sus recuerdos, conocimientos y creencias. Por ejemplo, un confabulador podría confundir haber leído sobre la Capilla Sixtina con haber visitado realmente el Vaticano.

En segundo lugar, las confabulaciones pueden ser consecuencia de recordar con precisión cosas, pero no recordar con precisión el orden en que sucedieron. Por ejemplo, una persona que haya sufrido un trauma grave puede tener problemas para recordar con precisión los detalles del suceso en el orden en que realmente ocurrieron, especialmente si el suceso ocurrió hace muy poco tiempo.

Por último, las confabulaciones pueden ocurrir porque las personas no poseen habilidades efectivas para la recuperación de la memoria en general. Es más difícil dar un ejemplo concreto de esta teoría, pero imagine que le piden que cuente, con el mayor detalle posible, lo que hizo ayer. Probablemente podría compartir muchos detalles, ¿verdad? Sin embargo, podría tener más dificultades para recordar todo si se entera a mitad del día de que su padre, o su hijo, ha estado involucrado en un accidente de coche. En ese escenario, de repente los pequeños detalles de su día podrían no ser tan fáciles de recordar, porque algo más ocupó gran parte de su atención.

Bien, volvamos al cerebro en sí: parece que casi todo el que fabula tiene algún tipo de actividad o daño cerebral inusual o tiene un diagnóstico psiquiátrico que también podría reflejar un funcionamiento atípico del cerebro (Schnider, 2003). Las personas con diagnósticos como trastorno de estrés postraumático (TEPT), demencia, esquizofrenia y otras enfermedades neurodegenerativas pueden participar en confabulaciones. Las personas con lesiones cerebrales, como conmociones cerebrales graves, aneurismas y traumatismos craneoencefálicos por objetos contundentes, también confabulan.

¿Qué es exactamente diferente en el cerebro de alguien que fabula? Puedo resumir brevemente gran parte de la neurociencia diciendo que la mayoría de los estudios muestran daños o funcionamiento anormal en las regiones cerebrales asociadas con la memoria y en la corteza prefrontal, donde se lleva a cabo la mayor parte de nuestra toma de decisiones complejas (Metcalf et al., 2007; Nedjam et al., 2004; Schnider, 2003). Sin embargo, dado que muchas regiones cerebrales están involucradas en los procesos de almacenamiento y recuperación de recuerdos, muchos tipos diferentes de lesiones cerebrales pueden llevar a una persona a comenzar a fabular.

Ejemplos de confabulaciones

Me gusta la forma en que un investigador caracteriza las confabulaciones, describiéndolas como recuerdos precisos con situaciones y momentos imprecisos (Kopelman, 2010). Es probable que este tipo de confabulación se produzca en respuesta a una pregunta (en otras palabras, es una confabulación provocada). Un buen ejemplo de este tipo de confabulación es saber que ya conociste a una persona antes, pero recordar de forma imprecisa (con absoluta convicción) dónde la conociste.

Al mismo tiempo, las confabulaciones también pueden ser inusuales o improbables (Metcalf et al., 2007). Por ejemplo, una persona con psicosis podría relatar con detalle que había dado a luz recientemente, a pesar de no tener hijos o haber dado a luz por última vez hace décadas. O un médico jubilado podría “recordar” de repente que hay pacientes esperándolo, a pesar de que dejó su consultorio hace varios años.

Proceso de pensamiento de confabulación

¿Qué es lo que piensa una persona que fabula? Un estudio esclarecedor de Kopelman (1987) demostró que las personas con amnesia, que a veces son conocidas por fabulaciones, son tan buenas para recordar con precisión lo que oyeron en la última hora como las personas sin amnesia para recordar lo que aprendieron hace una semana.

Si me preguntaran qué estaba haciendo hace una semana, respondería con total convicción. Podría cometer un par de errores, pero me sentiría bastante seguro de lo que estoy diciendo. Las personas que fabulan tienen una experiencia similar: han recordado, no han notado nada anormal en el proceso y creen lo que están diciendo (Kopelman, 1987).

También podemos pensar en la confabulación como una forma de llevar los patrones ordinarios de elaboración o invención a un nivel mucho mayor. Todo recuerdo es a la vez un acto de recuperar lo sucedido y de reinterpretarlo (Wheeler y Buckner, 2004). Mientras que alguien que no confabula puede exagerar ligeramente un recuerdo para hacerlo más entretenido o dramático, esa misma tendencia, gracias a un funcionamiento atípico del cerebro, puede ser más exagerada durante la confabulación.

Confabulación vs. delirio

Los delirios son pensamientos que se resisten a las pruebas que los contradigan y que, por lo general, resultan incomprensibles para los demás. En este sentido, se diferencian de todas las confabulaciones espontáneas, salvo las más extravagantes (Langdon y Bayne, 2010). Los delirios suelen ser el resultado de procesos cerebrales que parecen mucho menos conectados con la realidad o con experiencias previas, mientras que las confabulaciones casi siempre tienen algún fundamento en una realidad pasada (Schnider, 2003). Por último, los delirios suelen centrarse en acontecimientos presentes o futuros, mientras que las confabulaciones suelen ser recuerdos plausibles pero inexactos.

Confabulación vs. mentira

¿Es mentira la confabulación? Es, sin duda, una afirmación de algo que no es cierto, pero es algo que se cree plenamente que es cierto. Cuando las personas confabulan, por lo general no saben nada mejor: simplemente están recordando el pasado lo mejor que pueden. En este sentido, la confabulación es una mentira honesta. Si bien puede reflejar un deseo inconsciente de recordar cosas con precisión o de aparentar una determinada apariencia, no es un engaño deliberado (McKay y Kinsbourne, 2010).

Trastorno de confabulación

No existe un trastorno de confabulación. En cambio, podemos pensar en la confabulación como un síntoma de varios tipos de trastornos neurológicos y psiquiátricos, todos los cuales implican daño cerebral o actividad cerebral anormal.

Confabulaciones en la demencia

Las fabulaciones son comunes en las personas con demencia, cuyos cerebros se vuelven menos efectivos a medida que envejecen (Tallberg, 2007). Un aspecto importante de la demencia es la pérdida de memoria, algo de lo que la persona con demencia puede no ser completamente consciente. Por lo tanto, es probable que fabulen con mayor frecuencia a medida que el funcionamiento de su cerebro continúa cambiando.

Confabulaciones en alcohólicos

La mayoría de las personas que beben en exceso…