Vergüenza: significado, ejemplos y psicología

Vergüenza: significado, ejemplos y psicología

La vergüenza puede ser una emoción dolorosa y poderosa. Exploremos sus causas y la psicología que la sustenta.

Y, lo que es más importante, ¿cómo podemos afrontarlo? En este artículo, exploraremos qué provoca la vergüenza, analizaremos la psicología que se esconde detrás de esta emoción y ofreceremos algunas sugerencias para suavizar sus efectos.
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¿Qué es la vergüenza? (Una definición)

La vergüenza es un estado emocional que se caracteriza por sentimientos de incomodidad, timidez y torpeza que resultan de un error o un paso en falso percibidos, o de la exposición no deseada de información confidencial o privada sobre uno mismo. Por lo general, surge cuando una persona cree que sus acciones, apariencia o comportamiento no han estado a la altura de las normas sociales, las expectativas o los estándares personales, lo que genera una sensación de humillación.

La vergüenza es una emoción universal que experimentan personas de todas las edades y en todas las culturas. Y, como la mayoría de nosotros hemos experimentado, su intensidad puede variar de leve a grave.

Lo opuesto a la vergüenza

El opuesto de la vergüenza es la confianza en uno mismo. Es un estado mental que se caracteriza por una sensación de aplomo, compostura y falta de timidez. Cuando alguien tiene confianza, se siente seguro de sí mismo y de sus habilidades y no se pone nervioso ni se siente humillado fácilmente en situaciones sociales.

Por el contrario, la vergüenza indica que te concentras en cómo te ven los demás y que percibes que te están juzgando mal. Además, la vergüenza suele ir acompañada de sentimientos de inutilidad. Pero cuando tienes confianza en ti mismo, tu sentido de autoestima no se ve afectado fácilmente, incluso cuando cometes un error.

¿Por qué es importante la vergüenza?

Aunque la vergüenza es emocionalmente dolorosa, cumple importantes funciones sociales y psicológicas.

  • Función social: El deseo de evitar la vergüenza nos impide actuar de maneras que violen las normas sociales y la moralidad. La vergüenza demuestra que nos preocupamos por lo que piensan los demás, lo que nos impulsa a comportarnos de una manera que promueve los vínculos con los demás (Nikolić et al., 2020).
  • Comunicación: La vergüenza suele ir acompañada de comportamientos externos como sonrojarse, moverse nerviosamente y evitar el contacto visual. Esta comunicación no verbal indica a los demás que lamentamos nuestras acciones y que nuestro comportamiento no fue intencional (Robbins y Parlavecchio, 2006).
  • Cómo evitar conflictos: Señalar que nuestro comportamiento no fue intencional o que nos sentimos arrepentidos nos ayuda a evitar conflictos con los demás.
  • Autorreflexión y aprendizaje: Como la vergüenza es desagradable (por decir lo menos), nos enseña a evitar la conducta que la desencadenó y a aprender de nuestros errores. Nos impulsa a considerar cómo podríamos hacer las cosas de manera diferente en el futuro.
  • Promover la rendición de cuentas: Cuando nos sentimos avergonzados por algo que hemos hecho, eso nos impulsa a asumir la responsabilidad de nuestras acciones y a enmendar el daño.
  • Mejorar la cooperación: No querer sentirnos avergonzados nos impide actuar únicamente por interés propio. La mayoría de nosotros no queremos que nos consideren esa persona egoísta a la que no le importan los demás.
  • Empatía¿Alguna vez te has sentido avergonzado por otra persona? De esta manera, la vergüenza fomenta la empatía, lo que conduce a un comportamiento más prosocial.
  • Vínculos sociales: Expresar vergüenza puede generar una sensación de vulnerabilidad y apertura, lo que puede fortalecer los vínculos sociales. Cuando compartimos experiencias embarazosas con otras personas, podemos fomentar un sentido de camaradería y confianza, ya que demostramos nuestra voluntad de ser auténticos y revelar nuestros defectos.

Causas de vergüenza

Los investigadores creen que se necesitan dos factores para que se produzca la vergüenza. El primero es que percibas que no has estado a la altura de tus estándares personales o que no te has comportado adecuadamente. El segundo es la presencia de otras personas y la sensación de que te están juzgando negativamente. En otras palabras, se siente como si hubieras cometido un error público (Müller-Pinzler et al., 2015).

En lo que respecta a la vergüenza, “fallar” suele significar comportarse de una manera que no se corresponde con la imagen que uno tiene de sí mismo o violar una expectativa social. Incluye cosas como cometer un error en público, sentirse poco inteligente, mostrar falta de aplomo (verse torpe, caerse, tener una conversación incómoda) o revelar información personal por accidente. Pero no te sentirás avergonzado a menos que también tengas el deseo de cumplir con las expectativas de los demás y la necesidad de ser aceptado socialmente (Withers, 2016).

Pero ¿cuáles son las causas fisiológicas de la vergüenza? ¿Qué sucede en el cerebro?

Una zona del cerebro, la corteza cingulada anterior pregenual (pACC), es especialmente activa cuando sentimos emociones autoconscientes como la vergüenza. Es una estructura pequeña con forma de bumerán ubicada detrás de los ojos (Sturm et al., 2013).

El pACC se ve afectado por enfermedades de los lóbulos frontal y temporal del cerebro. Un estudio demostró que el pACC es más pequeño en personas con un tipo de demencia llamada demencia frontotemporal. Curiosamente, las personas que sufren este tipo de demencia dicen y hacen cosas socialmente inapropiadas sin ningún signo de vergüenza. E incluso en personas sanas, aquellas que no se avergüenzan fácilmente tienen un pACC más pequeño que el promedio (Weir, 2012).

Este video explica muy bien esto y ofrece algunas estrategias prácticas para superar la vergüenza:

Vídeo: Cómo afrontar la vergüenza

Ejemplos de vergüenza

Esto suena como una escena de una película cursi.

Hace años, cuando trabajaba en un restaurante, uno de mis compañeros derramó una gran cantidad de vino tinto sobre un cliente. Como si eso no fuera suficiente, vestía (como ya habrás adivinado) un costoso traje blanco. ¡Qué vergüenza!

A continuación se muestran algunos otros ejemplos comunes:

  • Tropezar o caer delante de un grupo de personas.
  • Olvidar el nombre de alguien que deberías saber.
  • Pronunciar o usar mal una palabra: creer que uno parece estúpido.
  • Responder incorrectamente en un salón de clases, creyendo nuevamente que te veías estúpido.
  • Ser descubierto en una mentira o en una situación incómoda.
  • Ser sorprendido soñando despierto o sin prestar atención.
  • Hacer ruidos corporales en público: eructos, estornudos fuertes, gases.
  • Decir algo inapropiado u ofensivo sin querer.
  • Que el teléfono suene fuerte en una reunión tranquila.
  • Enviar un mensaje de texto o correo electrónico a la persona equivocada, especialmente si contiene información confidencial o personal.
  • Experimentar un problema de vestuario, como que se le baje la cremallera o se le desabroche un botón. (¿Alguien recuerda el incidente de Janet Jackson en el Super Bowl de 2004? ¡Imagínese a 90 millones de personas viéndolo!)

Psicología de la vergüenza

La vergüenza se considera una emoción autoconsciente, junto con la culpa y el orgullo. Somos muy conscientes de lo que los demás puedan pensar de nosotros. Debido al elemento autoconsciente, requiere un mayor procesamiento mental que emociones más básicas como la ira o el miedo y, por lo tanto, se considera más compleja. Tenemos que ponernos en la mente de otra persona (Weir, 2012).

La presencia de otras personas tiene un gran efecto en nuestra psicología y en nuestras reacciones emocionales ante nuestro propio comportamiento. Los estudios sugieren que la mayoría de nosotros estamos motivados a mantener una imagen social positiva siempre que actuamos en público y sentimos una incomodidad extrema si nuestra integridad social se ve amenazada (Müller-Pinzler, 2015). Un ejemplo interesante de adhesión a las normas sociales se puede ver en un campamento nudista. En esta situación, a las personas puede resultarles más embarazoso mantener la ropa puesta (Edelmann, 1981).

Otro aspecto interesante de la vergüenza es que podemos sentir vergüenza por los demás. Por ejemplo, ¿alguna vez te has sentido avergonzado por un comediante o músico que hace una actuación particularmente mala? Es probable que esto se deba a nuestra capacidad de empatía. Nuestros cerebros están programados para simular internamente las experiencias de los demás. Por eso, cuando vemos a alguien en una situación potencialmente embarazosa, la capacidad de comprender y compartir sus sentimientos se activa automáticamente.

Aunque la vergüenza se observa en personas de todas las edades después de los dos años, las situaciones que la desencadenan cambian a lo largo de la vida. A medida que maduras y te conviertes en adulto, tu sentido de las normas sociales cambia junto con lo que te resulta vergonzoso (Kill y Toprakbasti, 2021). Por ejemplo, como la mayoría de los adolescentes, me sentí muy avergonzado cuando mi madre hizo algo que me pareció inapropiado o poco cool. De adulto, comencé a verlo más como: «Bueno, esa es ella; no es un reflejo de mí».

A medida que envejecemos, lo que nos avergüenza también puede cambiar. Un estudio sugiere que los adultos mayores tienen menos probabilidades de encontrar situaciones o comportamientos vergonzosos (Henry et al., 2018). Creo que esto se debe a que la mayoría de nosotros nos sentimos más seguros y confiados en nosotros mismos a medida que envejecemos. ¡Una de las cosas buenas de hacerse mayor!

Así como la vergüenza afecta a todos los grupos de edad, también se da en distintas culturas. Pero, una vez más, lo que la desencadena puede variar. Por ejemplo, en algunas culturas, es perfectamente aceptable hablar en voz alta, por lo que alguien que creció en una cultura donde esto es la norma no se sentirá avergonzado por hacerlo. Pero alguien de una cultura donde hablar en voz alta está mal visto encontrará este comportamiento vergonzoso.

Síntomas de vergüenza

Los síntomas de vergüenza varían de persona a persona, pero estos son algunos de los más comunes:

  • Aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial: Junto con emociones como el miedo y la ira, la vergüenza activa el sistema nervioso simpático (la respuesta de “lucha o huida”), lo que provoca un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial. Sin embargo, durante la vergüenza, después del pico inicial, la frecuencia cardíaca se reduce mientras que la presión arterial continúa aumentando. Esto se considera una característica única de la vergüenza (Weir, 2012).
  • Rubor: El rubor, uno de los signos más visibles de la vergüenza, se debe al aumento del flujo sanguíneo al rostro. Sin embargo, esto no le sucede a todo el mundo y algunos somos más propensos a ruborizarnos que otros. Las investigaciones sugieren que el rubor es una respuesta fisiológica a una exposición no deseada (Robbins y Parlavecchio, 2006).
  • Sensación de calor o enrojecimiento y sudoración: Esto puede ir acompañado de rubor, ya que la sangre que sube a tu cara te hace sentir cálido.
  • Pérdida de confianza:La vergüenza puede erosionar la confianza en uno mismo, provocando que nos sintamos inseguros o inadecuados.
  • Tropiezo verbal: Esto se debe a la timidez y a la falta de confianza que conlleva la vergüenza.