Disfunción ejecutiva en niños con autismo

La disfunción ejecutiva en niños con autismo es una cuestión clave. La función ejecutiva en sí se refiere a la planificación, la memoria de trabajo, el control de impulsos, la inhibición, la iniciación y el seguimiento de tareas o acciones. Todos estos elementos pueden verse afectados por el trastorno del espectro autista (TEA).

El funcionamiento ejecutivo está mediado por el lóbulo frontal, lo que significa que cualquier retraso en el desarrollo que implique al lóbulo frontal normalmente resulta en una disfunción ejecutiva. La disfunción ejecutiva se observa en afecciones como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el síndrome de Tourette, la esquizofrenia y, por supuesto, el TEA. Este artículo analizará la teoría cognitiva de la disfunción ejecutiva en el TEA.

El trastorno del espectro autista se caracteriza por dificultades en la interacción social y la comunicación social, intereses restringidos y comportamientos repetitivos. Estos rasgos del autismo hacen que el funcionamiento general sea mucho más desafiante y muchos científicos sostienen que la disfunción ejecutiva explica estos rasgos.

¿Qué es la disfunción ejecutiva?

El lóbulo frontal se conoce como la sede de la cognición y el procesamiento de orden superior. Desempeña un papel en el funcionamiento neuropsicológico y, durante el desarrollo de niños y adultos, también participa en la regulación de funciones cognitivas de orden superior que ayudan a realizar tareas complejas. Estas funciones cognitivas de orden superior son las que conocemos como “funciones ejecutivas”. Según Otero, et al. (2014), estas funciones de orden superior incluyen procesos psicológicos como la selección y percepción de información importante, el mantenimiento y recuperación de información en la memoria de trabajo; comportamiento, planificación y organización autodirigidos; regulación de comportamientos y capacidad de controlar la respuesta a un entorno invariable; Toma de decisiones.

A través de investigaciones en neuropsicología, los científicos han descubierto que cualquier daño en el lóbulo frontal provoca dificultades como torpeza social o comportamiento social inapropiado, falta de iniciación, impulsividad, falta de concentración y participación en las tareas, y desinhibición. En consecuencia, el daño al lóbulo frontal equivale a una disfunción ejecutiva.

La disfunción ejecutiva describe una variedad de dificultades cognitivas, conductuales y emocionales que son causadas por trastornos del desarrollo neurológico o como resultado de una lesión traumática del lóbulo frontal. Los desafíos debidos a la disfunción ejecutiva incluyen dificultad para planificar, organizar, resolver problemas y administrar el tiempo.

Disfunción ejecutiva en el autismo

El vínculo entre la disfunción ejecutiva y el autismo radica en la presentación de conductas, en relación con áreas clave que abarca la función ejecutiva. Por ejemplo, algunos rasgos del autismo incluyen dificultad para iniciar nuevas tareas y tendencia a concentrarse en tareas específicas, la aparición de comportamientos repetitivos que dificultan la realización de otras tareas y dificultades para controlar los impulsos o la autorregulación.

A menudo, algunos niños con autismo se benefician de la guía de otros para iniciar y finalizar tareas, o requieren indicaciones constantes para que las rutinas se vuelvan más frecuentes. De estos, uno de los puntos fuertes de muchos niños autistas es que se benefician de un estilo de vida rutinario y organizado/estructurado; Desafortunadamente, para algunos, adoptar estos estilos de vida requiere apoyo externo.

Por lo tanto, el funcionamiento ejecutivo es una capacidad autoempoderada para participar en diversas tareas de nuestro entorno que requieren un funcionamiento ejecutivo sin la guía o el estímulo de otra persona. Para comprender en qué áreas la mayoría de los niños muestran signos de déficit de funciones ejecutivas, veamos los dominios que abarcan el funcionamiento ejecutivo por separado.

Áreas afectadas por la disfunción ejecutiva en el autismo

Planificación

La planificación es dinámica y requiere que el individuo comprenda el concepto de cambio, se adapte a esos cambios, tenga la capacidad de tomar decisiones e implemente y revise un plan en consecuencia. La planificación requiere que seamos flexibles y conscientes de que algunas cosas no siguen un formato lineal y, por lo tanto, debemos poder ajustarnos en consecuencia.

Hill (2004) descubrió que las dificultades de planificación varían entre cada individuo autista y los desafíos ocurren más cuando la planificación es compleja. Nuestra vida cotidiana requiere una planificación y un reajuste constantes de los planes, lo que hace que la planificación sea una tarea compleja. Hill afirma que esta complejidad en la planificación es quizás la razón por la que algunas personas autistas encuentran difícil la planificación diaria.

Además, las dificultades de planificación pueden no deberse a los síntomas del autismo; algunas personas autistas podrían tener problemas de aprendizaje subyacentes.

Flexibilidad cognitiva

La flexibilidad cognitiva es la capacidad de cambiar pensamientos o acciones según la situación, es decir, su capacidad para adaptarse a un cambio. Por ejemplo, cuando ves que lo que estás haciendo no funciona, haces cambios para adaptarte a nuevas situaciones.

La flexibilidad cognitiva hace posible el aprendizaje y la resolución de problemas. Una persona con buena flexibilidad cognitiva es capaz de tolerar cambios, es decir, tolerar planes alternativos, pasar de una actividad a otra, es capaz de ver diferentes puntos de vista y encontrar diferentes soluciones a un mismo problema.

Si analizamos situaciones cotidianas, aquí hay algunos ejemplos de flexibilidad cognitiva:

  • Cuando llega tarde al trabajo y no tiene tiempo para dejar a los niños en la escuela, ¿hace planes alternativos en el trabajo? ¿Le pides a un amigo cercano o a un familiar que lleve a los niños a la escuela? La flexibilidad cognitiva te ayuda a encontrar soluciones alternativas al problema.
  • Cuando estás preparando el desayuno y te quedas sin huevos, ¿piensas en cosas alternativas que podrías comer o preparar, o te enojas y te vas a la escuela o al trabajo? La flexibilidad cognitiva ayuda a crear opciones alternativas cuando el plan original cambia inesperadamente.

Algunos niños con espectro autista muestran signos de perseveración (comportamiento repetitivo y continuo) y tienen dificultad para regular las conductas motoras. La perseverancia en el autismo es el resultado de una mala flexibilidad mental, consecuencia de una mala función ejecutiva. Ejemplos de esto son la incapacidad para detener tareas o repetir continuamente los mismos patrones en lugar de considerar otras formas de realizar una tarea. Hill (2004) dice que la perseveración entre los niños autistas no ocurre en todos los aspectos de sus vidas, sino principalmente en ciertas actividades que requerirían tomar decisiones alternativas.

Inhibición

La inhibición es la capacidad de detener un impulso o conducta, ya sea consciente o inconscientemente.

A algunos niños con autismo les resulta difícil responder a las tareas de ir o no: la señal de ir te indica que respondas, mientras que la señal de no ir te indica que no respondas. En las pruebas, la prueba Go/No-Go es una prueba neurológica para evaluar el control inhibitorio.

Una forma de prueba de inhibición que resulta consistente entre los participantes autistas es la inhibición de una respuesta prepotente. Una respuesta prepotente es la respuesta natural al refuerzo positivo o negativo; por ejemplo, cuando me ofrecen un dulce, estoy naturalmente inclinado a aceptarlo. Una inhibición de respuesta prepotente ocurre cuando rechazo mi deseo de aceptar el dulce y rechazo la oferta.

En relación al autismo, se realizó una prueba de inhibición de respuesta prepotente en un estudio de Hughes y Russell, (1993) donde se colocaron dos cajas frente al niño, una tenía un chocolate y la otra no. Para que el niño consiguiera el chocolate, tenía que señalar la caja sin el chocolate. El resultado de la prueba fue que el niño no inhibió el deseo prepotente de señalar el chocolate y por lo tanto no recibió el chocolate.

El estudio anterior muestra la incapacidad de resistir ciertos impulsos o comportamientos que ocurren en algunos niños autistas.

Autocontrol

El autocontrol es la capacidad de controlar sus propios pensamientos y acciones.

Las dificultades en el autocontrol trabajan estrechamente con el comportamiento perseverativo y la inhibición (como se destaca, la perseveración es comportamientos continuos o repetitivos). Cuando una persona no es capaz de controlar su comportamiento por sí misma, es probable que se produzca la perseveración. El autocontrol ayuda a controlar nuestros comportamientos y a determinar qué tan excesivo es algo y cuándo debe producirse la inhibición.

El autocontrol es la capacidad cognitiva de saber cuándo desconectarse de una tarea, acción o pensamiento en relación con el contexto o entorno. Esto resulta ser un desafío para algunos niños autistas.

Sin embargo, debemos tener cuidado con lo que categorizamos como déficit de función ejecutiva en el contexto de la capacidad de autocontrol. Cuando observamos los rasgos del autismo, conductas como la estimulación pueden parecerles a los demás como una falta de capacidad de autocontrol; sin embargo, la estimulación es una forma de autorregulación.

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Ayudar a niños autistas con disfunción ejecutiva

Nuestra capacidad para realizar tareas y responder al entorno es tanto innata como enseñada. Las funciones ejecutivas nos ayudan a realizar estas tareas con facilidad, a la vez que nos ayudan a ser funcionales. Las disfunciones ejecutivas generan muchos desafíos y pueden afectar la capacidad de un niño autista para ser funcional, adaptable y «conforme» a los estándares sociales.

Los científicos analizan las disfunciones ejecutivas desde un punto de vista teórico, pero cuando las bajamos al nivel del niño y su capacidad individual, tomamos conciencia de sus capacidades individuales. Puede haber alguna forma de “disfunción” que distinga a un niño autista de un niño “neurotípico”, pero eso no significa que esos dominios de funciones ejecutivas no existan.

Por lo tanto, para ayudar a los niños autistas a mejorar sus funciones ejecutivas, es importante considerar sus puntos fuertes y qué forma de función ejecutiva se ve afectada. Muchas terapias e intervenciones están centradas en el niño y tienen como objetivo enseñar y mejorar las habilidades del niño.

Consejos para mejorar la función ejecutiva

1. Para mejorar la inhibición/control de impulsos.

La regla de los cinco segundos es muy popular cuando se trata de comida. En algún momento dejamos caer la comida y gritamos «¡regla de los cinco segundos!» Esta regla dice que si lo recojo en cinco segundos o menos, aún puedo comerlo. ¡Si es científicamente correcto o no!

La regla de los cinco segundos también se puede utilizar para enseñar el control de los impulsos. Esto implica enseñarle a su hijo a contar hasta cinco antes de responder a cualquier entrada verbal o algo que pueda desencadenar la respuesta impulsiva de su hijo.

Puede resultar útil enseñar esto en presencia de un desencadenante. Por ejemplo, digamos que su hijo tiende a excitarse cuando ocurre un sonido fuerte; cuando usted introduce el sonido, dígale que cuente hasta cinco. Con el tiempo, el niño aprenderá que, cuando se produzca ese desencadenante, tiene que contar hasta cinco. Contar hasta cinco ayuda al niño a controlar su respuesta a medida que ocurre.

2. Para mejorar la flexibilidad cognitiva

¡Cambia de rutina! Esta es una regla de oro a la hora de enseñarle a su hijo a ser flexible. A menudo, los niños autistas están atrapados en la mentalidad de realizar una tarea de la misma manera.

  • Al realizar tareas, si él o ella está decidido a utilizar un tipo de material de oficina en particular, intente introducir diferentes materiales.
  • Cuando vaya a la tienda, si está acostumbrado a una ruta en particular, cambie la ruta. Puede causarle cierta ansiedad al principio pero se acostumbrará.
  • Enséñele a su hijo a preparar diferentes comidas para que aprenda a preparar una variedad de alimentos. Si se queda sin leche, podría decir: “Se acabó la leche, ¿qué más podemos hacer?” Tu hijo necesita ser flexible y pensar en una comida alternativa que no requiera leche

3. Mejorar la planificación y…