El tacto es la primera sensación que empieza a evolucionar en el útero a las cinco semanas. El desarrollo temprano del sistema táctil (táctil) proporciona una base esencial para los comportamientos sociales y comunicativos emergentes (Cascio, 2010).
Según Kranowitz (2005), el sistema táctil cubre nuestros cuerpos y nos brinda información sobre las entidades físicas circundantes. Además, funciona como barrera física entre nosotros y el medio ambiente. Este sentido tiene un papel imperativo en el desarrollo de la conciencia corporal, la planificación motora y la percepción visual del niño. Algunos niños reaccionan de manera adversa o negativa, o muestran un comportamiento de escape al ser tocados, abrazados o besados, ya que tienen dificultades para procesar la información sensorial debido a un sistema táctil de bajo funcionamiento. Este comportamiento se conoce como actitud defensiva táctil. Debido al funcionamiento atípico del mecanismo táctil y del sistema neuronal, estos niños suelen encontrarse en estado de “alerta roja”. Pueden reaccionar aferrándose o quejándose (miedo) de alguien, o arremetiendo (peleando) y huyendo (huida).
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Los síntomas táctiles se encuentran entre los síntomas sensoriales más comúnmente descritos por los padres de niños con trastorno del espectro autista (TEA) (Rogers et al., 2003). Los niños que muestran una actitud defensiva táctil también pueden exhibir un comportamiento de autoestimulación (estimulación). Se ha descubierto que los movimientos repetidos, como aletear las manos, balancear el cuerpo, mirar las manos y girar, son prevalentes en niños con discapacidades del desarrollo y autismo.
La investigación realizada por Feig et al. (2012) concluye que existe una relación significativa entre la actitud defensiva táctil y las conductas de autoestimulación. Ambos parecen ser problemáticos tal como aparecen e interfieren en las actividades cotidianas del niño. Por ejemplo, es posible que un niño que aletea con las manos no pueda realizar ninguna otra actividad, como lavarse o comer, por sí solo. Del mismo modo, debido a la actitud defensiva táctil, le resultará difícil cepillarse los dientes, lavarse, vestirse u otras actividades de cuidado personal.
Hacer cambios apropiados dentro del entorno de un niño o crear estrategias de acuerdo con sus necesidades y prioridades puede ayudar al niño a mantenerse más tranquilo. Aquí hay algunas estrategias para manejar la actitud defensiva táctil:
1. Intenta comprender a tu hijo
Abordar y priorizar los problemas sensoriales de un niño funciona como un ancla para fortalecer la relación entre padres e hijos y para comprender las áreas centrales de sensibilidad sensorial del niño. Poner etiquetas como “mal comportamiento” o “mala actitud” no solucionará el problema. Si dice: “Siempre hay algo que me duele” o se irrita por rascarse todo el tiempo, no piense que el niño finge ganar empatía o intenta buscar atención a propósito. Debe estar sucediendo algo inusual que haga que el niño se comporte de esa manera. Establecer confianza y comprender las dificultades del niño son partes esenciales para combatir cualquier problema. Es ideal si el padre y el niño pueden trabajar como jugadores de equipo en lugar de oponentes para resolver el problema. A veces los padres etiquetan al niño como antisocial, y luego el niño reacciona impulsiva y agresivamente al escuchar esas palabras una y otra vez.
2. Utilice una presión profunda
Esta técnica conduce a la liberación de dopamina, o el «neurotransmisor de la felicidad», que ayuda a calmar la actividad cerebral y relajar el cuerpo. Un masaje firme o una presión profunda con almohadas, cojines o enrollarse sobre una manta con peso es en su mayoría un método calmante y exitoso. Los cuidadores deben comprender las señales cuando se necesitan estas estrategias. La presión profunda en forma de abrazos y contacto piel con piel entre los bebés preverbales y la madre funciona como un precursor evolutivo del lenguaje verbal y el desarrollo del sistema táctil entre los bebés y los niños pequeños. Los niños con sensibilidades suelen verse sobrecargados por el tacto o el ruido en lugares concurridos o fiestas; por lo tanto, los padres deben ser conscientes de estas situaciones e intervenir antes de que se produzcan arrebatos emocionales o de ira. Además, se ha descubierto que el uso de técnicas como el Protocolo de cepillado de Wilbarger es una forma eficaz de calmar al niño para que duerma mejor. Esto debe hacerse bajo la supervisión de un terapeuta ocupacional (OT), o asegúrese de consultar al terapeuta ocupacional del niño antes de probar la técnica.
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3. Utilice elementos ponderados
Los objetos pesados estimulan las articulaciones y los músculos del cuerpo, lo que mejora la autorregulación, la modulación y la ansiedad. El uso de mantas, chalecos o mochilas con peso ejerce una presión profunda en partes más grandes del cuerpo, lo que amortigua la defensa táctil y ayuda a los receptores propioceptivos a calmar al niño. Ayudan a calmar al niño en el aula, llevándolo a concentrarse en la tarea y reducir las distracciones. Las mantas pesadas, en particular, son útiles para mejorar la distracción, la responsabilidad emocional y la hiperactividad del niño. Paul Gingras et al. concluyó que los niños y los padres preferían una manta con peso a una manta sin peso durante la noche. Según los padres, la manta pesada ayudó a calmarlo y mejoró su comportamiento.
4. Mantener la seguridad
Los niños que son hiporreactivos o que buscan sensaciones táctiles no son conscientes de los hematomas y lesiones. No reciben mensajes de sensación de dolor de los centros cerebrales, lo que los hace más propensos a sufrir lesiones. Pueden mostrar conductas de autoestimulación o autolesión junto con una actitud defensiva táctil. Estos comportamientos estereotipados son comunes entre los niños con autismo. Las formas más comunes de patrones motores son aletear las manos, mirar el cuerpo o manipular objetos. La Dra. Temple Grandin, en su estudio llamado Efectos calmantes de la presión táctil profunda en pacientes con trastorno autista, estudiantes universitarios y animales (1992), sugirieron que la actitud defensiva táctil coexiste con el comportamiento estereotipado en el autismo. La modulación y regulación sensorial son funciones importantes que no funcionan bien ni en hipersensibilidad ni en hiposensibilidad al tacto. Es importante seguir algunas estrategias prácticas, como:
- Usar experiencias sensoriales como saltar en trampolín, participar en carreras de obstáculos y correr.
- Seguir rutinas y mantener la estructura: por ejemplo, planificar con una semana de anticipación.
- Comunicación: asegúrese de comprender el comportamiento del niño en previsión de una responsabilidad emocional.
- Utilizar apoyos visuales como un gráfico de emociones y PECS.
- Hablar con su médico acerca de los medicamentos, si es necesario.
- Usar barreras como cojines o almohadas si el niño se golpea la cabeza, o atar un paño en la mano para reducir las mordeduras.
- Usar muebles blandos para ayudar a proteger al niño de cualquier daño.
- Mantener las habitaciones seguras: el niño no debe poder encerrarse en una habitación y las ventanas no deben estar abiertas de par en par.
- Mantener objetos punzantes como cuchillos, tenedores, tijeras y navajas fuera del alcance del niño.
5. Permitir la participación activa
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Un niño se conoce a sí mismo mejor que nadie. Las experiencias táctiles autodirigidas son más relajantes que las realizadas por otra persona. Por lo tanto, anime al niño a realizar habilidades para la vida o actividades de la vida diaria (bañarse, cepillarse, vestirse) por sí mismo. Sin embargo, tenga en cuenta que es posible que se necesite asistencia o supervisión para completar algunas tareas. Después del baño, por ejemplo, deje que el niño se aplique la loción por sí solo, ya que podrá juzgar bien hasta qué punto una presión firme y profunda será calmante.
6. Seleccione las telas que prefiera el niño
Asegúrese de tener en cuenta las necesidades del niño al seleccionar telas, como:
- A muchos niños les gusta usar algodón y evitan las prendas de lana, sintéticas o cualquier otra textura que pueda irritarlos.
- A menudo es más preferible usar ropa ajustada que ropa holgada.
- La ropa sin costuras suele ser más cómoda.
- Los revestimientos y etiquetas pueden irritar, haciendo que el niño sea impulsivo y se distraiga fácilmente. Quitar o cortar etiquetas es una solución sencilla para esto.
- Asegúrese de que el calzado sea cómodo, como puede serlo el tipo sin cordones. Los sujetadores también son una buena opción si le resulta complicado atar los cordones.
- Las mangas largas son más preferibles que las cortas.
- No obligue al niño a usar cinturones o cinturillas si no se siente bien con ello.
7. Informar antes de tocar
Los abrazos, besos o cualquier otro tipo de contacto deberán realizarse con consentimiento. Esto reduce los niveles de ansiedad y también la excitación. Tocar sin consentimiento puede crear un comportamiento disruptivo. Según un estudio reciente de Boyd et al., es posible que los patrones de retraimiento social puedan estar asociados con hipersensibilidad o actitud defensiva táctil.
8. Emplear actividades laborales pesadas
Las actividades laborales intensas proporcionan un inmenso aporte propioceptivo, lo que produce un efecto calmante y, por tanto, reduce la ansiedad. Empujar y tirar de objetos pesados, como barriles, carritos, pufs grandes, montones de sillas u otro niño en el columpio, ayudan a generar información propioceptiva. Estas actividades proporcionan una presión profunda a los músculos, articulaciones, ligamentos y puntos clave del cuerpo (hombros, pelvis, caderas) para un niño defensivo táctil. Además, permitir pausas de movimiento ayudará al niño a concentrarse mejor en los estudios. Considere enviar al niño a una oficina durante el día escolar para que entregue los trabajos, o pídale que distribuya las tareas en el salón de clases.
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Referencias:
Ayres AJ (1989) Manual de pruebas de integración sensorial y praxis. Servicios Psicológicos Occidentales, Los Ángeles
Jennifer H. Foss-Feig (2012) Patrones de capacidad de respuesta táctil y sus asociaciones con características centrales en los trastornos del espectro autista
Este artículo apareció en el número 66: Cómo encontrar la calma y el equilibrio
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