El dolor es el peor tipo de enigma.
No sólo porque se entierra en recuerdos olvidados para aparecer cuando menos lo esperamos.
No sólo porque sus olas pueden parecer implacables.
No sólo porque nos deja sin aliento, una y otra y otra vez.
Una de las razones por las que el duelo es tan difícil de procesar es porque es muy difícil de definir, porque es, por definición, una falta de algo. Nace de la pérdida y existe sólo como un vacío.
¿Cómo lidias con algo así? ¿Un algo que no es nada? ¿Cómo es posible intentar controlarlo, nutrirlo, darle forma para convertirlo en algo menos insoportable en su espontaneidad y menos infinito en su presencia siempre inminente?
Jamie Anderson da una definición al duelo, y es la mejor definición que he escuchado en mi vida:
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Le da al dolor una forma, una razón y una salida.
Si el dolor es un amor que no tiene adónde ir, podemos darle un lugar adonde ir. En cartas, en diarios, en arte, en una persona, en una causa, en un recuerdo.
Y una vez que ese dolor tiene adónde ir, sus límites se vuelven un poco más definidos. Sus olas se vuelven un poco más suaves. Esos recuerdos enterrados que aparecen cuando menos lo esperamos se vuelven un poco más alegres de recordar.
La mejor parte de esta definición de duelo no será evidente de inmediato. Te resistirás al principio. Se sentirá como la peor parte, durante bastante tiempo. Incluso podría parecer cruel.
Pero cuando llegue el momento adecuado, te darás cuenta: esta definición de duelo es un recordatorio de que el duelo es un regalo maravilloso, triste y desgarrador. Porque el dolor es amares haber amadoes haber sido amado.
autor: Emily Bartran
Imagen: Annie Spratt/Unsplash