Mereces el amor que sigues dando a todos los demás. |

«Te mereces el amor que sigues intentando dar a los demás». ~Bianca Sparacino

~

Duele.

Este dolor dentro de ti que anhela que te den lo que tú les das a los demás con tanta facilidad.

Parece que amas, das y lo haces constantemente por los demás, pero todavía sientes que nunca recuperas lo que das. Pero ese no es el objetivo del amor. No damos para recibir, damos por puro gozo.

Sin embargo, todavía deseas que, por una vez, no sea tan difícil o complicado. Y aunque no digas nada, sé que te preguntas si algún día serás tú, si algún día te elegirá alguien que siempre cambie de opinión. Sé que quieres tener la confianza de saber que el amor que recibes no se trata de ellos; es sobre ti.

Quieres que alguien esté ahí para ti en todas las formas en que tú lo estás para los demás, y está bien sentir eso. Sólo porque das, no significa que no tengas necesidades. Sólo porque recibir no sea el objetivo del amor no significa que no lo deseemos.

La vida es un huso en el que a menudo se pincha a los esperanzados.

Es un juego enloquecedor de qué pasaría si, cambios de sentido, cambios y apuestas en la búsqueda de algo que no puedes ver del todo. Y al final, lo único que la mayoría de nosotros queremos es que alguien nos recuerde por qué vale la pena.

Pero déjame ahorrarte algo de tiempo y angustia: esa persona eres tú mismo.

Mira, hay una contradicción entre el desapego y la autenticidad. Es que podemos necesitar pero aun así dar espacio, podemos tener esperanza pero aún tener alegría, y podemos desear pero aún así estar satisfechos. La verdad es que cuanto más esperes a que alguien más llene tus espacios abiertos, más tiempo estarás expulsando ese amor de tu vida.

Ninguna otra persona en el mundo (ni tu amante, tu alma gemela o incluso tu llama gemela) puede hacerte sentir satisfecho o realizado si primero no lo has hecho por ti mismo.

Entonces sí, mereces el amor que sigues dando a todos los demás. ¿Pero te lo estás dando a ti mismo?

Podemos dar y darnos a los demás, pero si primero no nos llenamos nosotros mismos, nadie más podrá tampoco. No es trabajo de nuestra pareja volver a unir nuestros pedazos rotos; No es su trabajo arreglarnos o sofocar nuestras inseguridades.

Su trabajo es simplemente ser nuestra constante, pero sólo si nos hemos comprometido a hacer el trabajo también.

Mereces el amor que brindas a tantas personas, pero también mereces amarte a ti mismo exactamente de la misma manera. Debes cuidarte como lo haces con aquellos a quienes más valoras. Debes poner tu corazón en primer lugar: tus anhelos y deseos.

Recuerde que no es egoísmo: es amor propio.

Hay una diferencia, y no dejes que aquellos que no la dominan intenten convencerte de lo contrario. Las personas sólo sabrán amarte una vez que hayas aprendido a amarte a ti mismo, porque, tanto si lo deseas como si no, sólo podrán seguir tu ejemplo.

No eres un mártir del amor.

No es tu trabajo sacrificar todo lo que eres con la esperanza de conseguir lo que necesitas. El amor es asombroso, y también lo es encontrar nuestra paz dentro de este mundo loco, pero nada puede reemplazar la sensación de saber que el único lugar donde reside tu autoestima es dentro de ti.

Te mereces lo increíble, el hormigueo, lo único en la vida, pero si sigues esperando que eso haga que el dolor desaparezca, tal vez te estén planteando estos desafíos por una razón ahora mismo. Tal vez te pidan que simplemente te enamores de ti mismo para que aprendas de una vez por todas que la persona que más merece tu amor eres tú.

Es hermoso saber que eres, en esencia, todo lo que has estado buscando porque entonces nunca podrás perderlo.

Esto no quiere decir que otro no te complemente o te haga más fuerte, ya que ese es el objetivo de las asociaciones. Pero para poder hacer eso por otro, debes ser fuerte por ti mismo. Necesitas haber dejado que tus raíces crezcan firmes y estables en la tierra de tal manera que la tormenta más fuerte no pueda sacudir quién eres realmente.

Quizás llegue un día en el que de repente te des cuenta de esto. Quizás ocurra cuando, una vez más, sientas que te han hecho daño. Sin embargo, la verdad es que ser agraviado es sólo una cuestión de percepción, de lo que permitimos y de lo que queremos considerar como nuestra verdad.

Si realmente podemos aceptar que la forma en que los demás nos tratan dice más sobre ellos que sobre nosotros, entonces también nos daremos cuenta de que la forma en que tratamos a los demás tiene más que ver con quiénes somos que con cualquier otra persona en nuestra vida. No hay dignidad en ser un felpudo: nadie llega a ninguna parte aceptando algo, en lugar de esperar por todo.

La única elección que tienes que hacer es si realmente puedes conseguir todo lo que dices que quieres.

A veces, parece que ambos deseamos y tememos simultáneamente nuestros deseos más íntimos. Es casi como si a veces fuera más fácil no conseguirlos para poder seguir teniendo algo de qué quejarnos, tener una razón para luchar.

Bueno, ¿y si renunciáramos a la lucha?

¿Qué pasaría si decidiéramos simplemente darnos a nosotros mismos todo lo que tan fácilmente damos a los demás?

¿Aceptar que no hay más falta que la que percibimos?

Es posible que descubramos que, al final, todo el amor que esperábamos recibir fue solo nuestro para dárnoslo a nosotros mismos.

Autor: Kate Rose
Imagen: Pixabay
Editor: Callie Rushton