La bienaventuranza es el estado natural del Alma. ¿Y sabes que el Alma es nuestro verdadero Ser?
¡Por lo tanto, vivir una vida dichosa significa estar en la naturaleza del Ser!
Para experimentar verdaderamente una vida dichosa, primero debemos alcanzar el conocimiento del Ser. Sólo después de alcanzar la experiencia del Alma pura por una vez, podemos comprender la naturaleza de la forma real de uno. A partir de entonces, cuanto más reconocemos los atributos del Ser, mayor es la bienaventuranza.
La diferencia entre felicidad y dicha.
Aquí, felicidad significa felicidad mundana o materialista y bienaventuranza significa la felicidad permanente derivada de la experiencia del Alma.
- La felicidad generalmente depende de la creencia individual de cada uno sobre lo que lo hace sentir más feliz y lo que lo hace sentir infeliz. Mientras que la bienaventuranza es uniforme para quien la experimenta.
- La felicidad es un estado temporal que se basa en circunstancias externas. Mientras que la dicha es un estado que no se ve afectado por ningún drama de la vida.
- La felicidad está fuertemente influenciada por la evaluación constante de nuestro intelecto de «esto es bueno» o «esto es malo». Sin embargo, la dicha es una experiencia que está más allá de la intervención del intelecto.
La felicidad mundana que uno disfruta es subjetiva a factores externos; esta felicidad aumenta y disminuye según los acontecimientos y las personas que nos rodean. También depende de cómo nos sentimos o pensamos en un momento particular o en una situación particular. Esta felicidad es fugaz, ya que es de naturaleza temporal y muy a menudo va seguida de miseria. Pero la felicidad que uno experimenta después de la Realización del Ser es una experiencia completamente diferente.
La experiencia de felicidad en la vida mundana después de la Realización del Ser es de un tipo diferente.
Hay paz, armonía y tranquilidad duraderas que uno experimenta en la vida por las siguientes razones:
- Uno tiene una constante intención interior de no dañar a ningún ser vivo. Esta intención trae armonía y felicidad duraderas a nuestra vida.
- Uno comienza a trabajar para liberarse de las emociones negativas de ira, orgullo, engaño y avaricia, que son la causa fundamental del sufrimiento. Esta sensación de libertad llena nuestra vida de paz y felicidad.
- Uno deja de ver los defectos de los demás y más bien se concentra en los propios errores, como resultado de lo cual uno se siente muy ligero y contento y, por lo tanto, sigue siendo muy feliz.
- Uno inmediatamente pide perdón cuando ha sido la causa del sufrimiento de otra persona.
- Se pone en primer plano la felicidad de los demás en lugar de pensar en uno mismo.
- Uno experimenta la libertad del miedo y las preocupaciones cuando comprende «quién soy yo» y «qué entidad gobierna el mundo».
- Los seres autorrealizados practican la ecuanimidad incluso en tiempos de prueba y dificultad. Esto ayuda a liberar de su vida enormes cantidades de átomos que causan miseria, lo que en consecuencia da como resultado un sentimiento directo de felicidad.
Lo anterior te lleva gradualmente a experimentar la bienaventuranza del Ser.
- El verdadero estado de bienaventuranza se experimenta al permanecer en nuestra forma real del Alma pura.
- La dicha es un estado natural del Alma, no tienes que hacer nada para experimentarla. Sólo tienes que darte cuenta de que, realmente “soy un Alma Pura”.
- El estado de bienaventuranza es constante, no aumenta en un momento y disminuye en otro.
- Nada del exterior puede afectarlo.
- La bienaventuranza se experimenta yendo más allá de la mente y el intelecto.
- La dicha está más allá de las experiencias de los 5 sentidos.
- Experimentar dicha es mucho mayor que el sentimiento de felicidad.
Un estado de bienaventuranza se puede experimentar fácilmente en esta misma vida. Todo lo que uno tiene que hacer es encontrar un Gnani viviente, un ser plenamente iluminado, y alcanzar la Autorrealización a partir de Él. ¿Sabías que este conocimiento del Ser se puede lograr en sólo 2 horas? ¿Y es totalmente gratis? ¿Entonces, Qué esperas?