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«Los besos no son contratos y los regalos no son promesas». ~ Verónica A. Shoffstall, Al poco tiempo
Muchos de nosotros hemos acabado siendo la tercera persona en una relación. A menudo se nos dice que sigamos nuestro corazón, pero ¿qué pasa si nuestro corazón nos lleva a ser “la otra mujer” y terminamos completamente miserables?
Bueno, ésta es una clara posibilidad o, más exactamente, una probabilidad.
El lado positivo es que, si esta dinámica triangular resulta en angustia, surge la oportunidad de crecimiento del alma. La mayoría de nosotros que tenemos una pizca de autoconciencia aprenderemos algún tipo de lección de esto. Por ejemplo, ¿qué es exactamente lo que estamos dispuestos a ceder y qué nos dice eso sobre nosotros mismos?
En mi experiencia, ser la tercera persona en una relación apesta. Independientemente de cómo lo disfracemos, es probable que la mayoría de las veces nos quedemos llorando.
Elegí ser la tercera rueda en tres ocasiones distintas, y cada vez se me presentaron lecciones diferentes. Pero aunque las lecciones fueron diferentes, me di cuenta de algunos denominadores comunes de por qué es poco probable que un hombre deje a su pareja actual por nosotros, incluso si así lo desea.
Están los aspectos prácticos.
Hay responsabilidades en las que pensar. Es dinero, seguridad, sentimientos, hijos, reputación: todo lo que se ha construido junto con la otra parte tiene que derrumbarse. Hay muchísimo desenmarañamiento en el que embarcarse.
Y la ruptura de una familia puede ser como un terremoto de fuerza nueve.
Las réplicas duran años tratando de reajustarse a nuevas rutinas y comunicación, lo que es aún más difícil si hay resentimiento entre ex parejas. Sin mencionar el estrés y el gasto de dividir por la mitad una vida hecha juntos.
No es una tarea fácil. ¿Es realmente lo suficientemente valiente como para dar un acto de fe con nosotros y arriesgarse a esta devastación y culpa? (En mi experiencia, normalmente no lo es).
Están las finanzas.
División de la casa, cuentas bancarias y planes de pensiones. Dependiendo de la situación, si se trata de una relación o matrimonio a largo plazo, es posible que se quede sin nada en absoluto.
Puede haber pagos de manutención para los hijos e incluso manutención del cónyuge. Una vez que estás atrapado en un matrimonio o incluso en un compromiso a largo plazo, es raro que puedas salir impune.
¡Eso podría descartar la posibilidad de saltar hacia el atardecer con nosotros!
El confort.
En general, a los hombres les gusta la comodidad y la seguridad. Si además estamos satisfaciendo sus necesidades (ya sea sexo, afecto o cualquier otra cosa) y él todavía puede volver a casa con su pareja, ¿por qué diablos iba a cambiarlo? No quiere cargar con la culpa y la molestia de dejar a su pareja.
Si puede quedarse con su pastel y comérselo, lo más probable es que lo haga.
No querrá renunciar a la vida social compartida, a los amigos mutuos que se verán obligados a tomar partido y a toda la familiaridad que ha ido construyendo a lo largo de los años. Sus pies están debajo de la mesa, es probable que quiera mantenerlos allí, siempre y cuando pueda salir a comer de vez en cuando.
Perder el respeto de sus hijos, amigos y familiares quizá tampoco le resulte demasiado atractivo.
Sé lo que estás pensando. “Pero conmigo es diferente; él realmente me ama”.
Es posible que él te ame. Muchos suponen que los triángulos relacionales siempre tienen que ver con el sexo, pero no es así.
Mi última relación “trío” fue muy dulce; Ni siquiera se trataba de sexo. Era amor y afecto, reír, abrazarnos y extrañarnos unos a otros.
Sin embargo, todavía vino con un acompañamiento de profundas heridas, llantos frecuentes y confusión sobre adónde podría conducir. Sólo iba a haber una pared de ladrillos frente a mí, aunque él me dijo que no la había.
Elegí creerle porque él se había engañado a sí mismo al creerlo también.
El precio que pagamos por entablar una relación con alguien que ya está apegado es que tenemos un horario. Sólo están disponibles para nosotros cuando no están viviendo su otra vida.
Claro, es posible que nos envíen mensajes de texto todos los días y hagan todo lo posible para vernos durante media hora, pero está en su horario. Es posible que tengan su teléfono en silencio cuando estén con nosotros, pero su teléfono también estará en silencio cuando estén con su otra pareja.
Nos compran regalos que son verdaderamente sinceros y significativos, nos dicen más de lo que le han dicho a nadie y se comunican con nosotros simplemente con esa mirada profunda del alma que dice que los sentimientos son genuinos.
Eso es lo más injusto de todo esto, porque su corazón está con el nuestro, pero eso no significa que vayan a dejarla.
La verdad es que, a menos que existan circunstancias excepcionales, no debería embarcarse en una relación con nadie hasta que haya atado la última. Y si estamos dispuestos a participar en ello, ¿qué dice eso sobre nuestra autoestima?
Si aún no está en el proceso de terminar su última relación, deberían sonar grandes alarmas en nuestras cabezas. Se pueden poner excusas (y a menudo se hacen), pero es el ancla del miedo la que generalmente impide cualquier cambio en este tipo de situación. No quiere decir que nunca funcione; a veces funciona si es lo suficientemente valiente como para irse.
Porque realmente no hay practicidad que no pueda superar si quiere una vida con nosotros.
La pregunta es: ¿nos conformaremos con el amor y el afecto cuando eso signifique que sintamos el dolor cada vez que nos despedimos en la puerta de entrada y sepamos que, por mucho que quieran, no nos eligen?
Cuanto más implementemos las lecciones que se nos muestran, más completos seremos y este tipo de situación será menos aceptable para nosotros.
Se necesitan dos para bailar un tango, y puede que no sea él quien abandone su situación, pero sí somos nosotros los que nos permitimos involucrarnos en ella. No hay bien o mal; sólo hay opciones.
Me preguntaría: ¿esto es lo suficientemente bueno para mí en este momento?
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Autor: Gemma Catherine Lansdowne
Editor: Toby Israel
Imagen: Unsplash
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