Conexión del alma: el tipo de relación más profunda. |

Un encuentro que es para siempre.

Recientemente, me volví a conectar con algunos viejos amigos. Hemos tenido la experiencia de conocernos inmediatamente a un nivel muy profundo a pesar de habernos separado y no habernos visto en muchos años. Esto se debe a que nuestra conexión original no estaba meramente al nivel de la personalidad. Fue al nivel del alma. Y creo que una vez que realmente has conocido a otro eso profundamente, es una conexión que dura por la eternidad.

La mayoría de nuestras relaciones no son tan profundas, aunque parezcan serlo. Por ejemplo, podemos amar muchísimo a nuestros parientes consanguíneos (nuestros padres o nuestros hijos), pero aun así no necesariamente estamos unidos al nivel del alma. Podemos compartir mucha historia con otros seres humanos y aun así no estar conectados en el nivel más profundo. Podemos tener amantes con quienes hemos compartido pasión, una profunda intimidad y la sensación de una conexión que al menos sentimos como si nada pudiera ser más profundo, y luego, por una razón u otra, separarnos. Luego, si nos encontramos con nuestro antiguo amante años después, podemos tener la extraña y a veces inquietante sensación de que literalmente ya no existe ninguna conexión.

¿Cómo puede ser tal cosa? ¿Cómo podemos amar a otra persona tan profundamente y luego descubrir que ese amor y esa conexión han desaparecido y no se encuentran en ninguna parte? Creo que es porque la conexión no era al nivel del alma.

Las conexiones del alma son eternas. Cualquier otra relación que tengamos, no importa cuán dulce, amable, íntima o aparentemente significativa sea, al final se revelará como sólo temporal. Y esta verdad puede ser difícil de soportar, especialmente cuando la experimentamos en relación con personas con las que nos hemos sentido muy, muy cercanos. Sólo cuando nos encontramos con otro en el reconocimiento mutuo del misterio último de la vida, esa verdad metafísica liberadora que trasciende cualquier cosa y todo lo relativo, experimentamos una conexión que es para siempre.

Conocí a mi último maestro espiritual, el gran HWL Poonja, en 1986 en Lucknow, India. Había sido un buscador muy ferviente y cuando lo conocí era un fruto muy maduro. Después de pasar tres semanas en su compañía, salir a caminar, hacer muchas preguntas y comer juntos, su poderosa influencia espiritual catalizó una transformación en mí a nivel del alma que ha permanecido conmigo desde entonces. Por ese regalo más grande que se puede dar, le debo todo.

La vida se desarrolla de maneras misteriosas. Después de cinco años, mi maestra y yo llegamos a desacuerdos. Filosóficamente ya no estábamos alineados y, dolorosamente, nos separamos. Veinticuatro años después, en el aniversario de mi primer encuentro con el maestro (ya fallecido), tuve una experiencia completamente sorprendente. Estaba caminando hacia mi casa, mi mente concentrada en preocupaciones prácticas, cuando de repente mi maestro apareció ante mí en todo su esplendor.

No estaba físicamente presente, pero en ese misterioso dominio más allá de la mente y más allá del tiempo apareció su forma corporal, rodeada de luz y energía y una corriente de amor y dicha que eran las características de su regalo para mí. No tengo dudas de que esta era la esencia de su alma. Él ya no estaba físicamente en este mundo en ese momento, pero nuestra conexión era más profunda que el tiempo, el espacio o la historia… o incluso los desacuerdos filosóficos.

No me considero una persona ingenua ni supersticiosa y este suceso me tomó completamente por sorpresa. Casi caí de rodillas por el asombro y el asombro. Nunca he experimentado algo así, ni antes ni después.

Los dos viejos amigos con los que me he conectado recientemente no eran simplemente amigos. Habían sido alumnos muy cercanos míos y también habíamos llegado a un punto de separación. La vida y el paso del tiempo nos habían vuelto a unir. En ese encuentro, la inmediatez de nuestro vínculo fue sorprendentemente palpable y evidente. Nuestra conexión fue eterna. Desde la perspectiva de ese misterioso dominio más allá de la mente y más allá del tiempo, nuestras diferencias parecían superficiales, irrelevantes y relativas.

No había visto a una de estas personas en 25 años y, a los pocos segundos de volver a conectarme, fue como si no hubiera pasado el tiempo. Nuestro amor mutuo, admiración y respeto mutuos parecían no verse afectados por los años transcurridos. ¡Qué maravilloso y qué gozoso fue nuestro reencuentro! Cuán libre de la historia estaba nuestra conexión con el corazón, cuán arraigado en el infinito estaba nuestro vínculo. Una vez que realmente te conectas en el nivel más profundo, el nivel del alma, es para siempre.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog BigThink de Andrew, La evolución de la Ilustración.

Foto © Fernando Soares – Fotolia.com, pixoto

Relefante:

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Ed: Brianna Bemel
Imagen: Sitio web de la escuela Scio Central/Flickr

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