Más que dinero: 7 formas en que los hombres muestran su generosidad hacia su pareja

#6: Aprecio y aliento

Foto de Sharon McCutcheon en Unsplash

En 2015, Justin Bieber sorprendió a una de sus mayores fans, una joven llamada Ashley, con la quinceañera que nunca tuvo. La familia de Ashley no había podido permitirse la tradicional (y costosa) celebración de su cumpleaños número 15. Entonces apareció Bieber.

La cantante le presentó a su fan adolescente una selección de vestidos para elegir. Luego le regaló su talento, cantándole e incluso haciéndola girar en la pista de baile. Cuando se fue, Bieber besó gentilmente su mano.

Cuando el público se enteró del amable acto de Bieber, nuestros corazones se derritieron. Lo que hizo la joven cantante fue reflexivo, cariñoso y sobre todo esto: generoso.

La generosidad nos calienta por todos lados. Nos hace sonreír. La generosidad se siente bien, tanto para quien la da como para quien la recibe. En conjunto, la generosidad es beneficiosa para todos.

Definida, la generosidad es ser amable y generoso. Es ser liberal al dar, y esa versión de dar no es sólo material. Quizás los mejores actos de generosidad sean aquellos que no pueden contabilizarse en los libros de contabilidad. Son regalos del corazón y del espíritu. Dones de uno mismo.

La generosidad es una virtud. Es un valor que se puede practicar y compartir.

La Universidad de Notre Dame profundiza en la naturaleza de la generosidad y la llama “la virtud de dar cosas buenas a los demás gratuita y abundantemente”. La generosidad es un rasgo de carácter aprendido que se revela tanto en la actitud como en la acción. Es “tanto una inclinación o predilección por dar liberalmente como una práctica real de dar liberalmente”. La generosidad es a la vez una elección y una “orientación moral personal ante la vida”.

Si deseas una relación excelente y amorosa, vale la pena mirar más de cerca la generosidad.

A menudo, las mujeres son generosas, incluso demasiado generosas. Como madres, amigas y parejas, estamos socializadas para cuidar de los demás. Biológica y culturalmente hablando, estamos programados y socializados para ser cuidadores. Para muchos de nosotros, la generosidad fluye en nuestra sangre. Es una segunda naturaleza para nosotros dar, dar, dar.