Lo sé. He intentado.
Noviembre de 2018, post-extracción de muelas del juicio. Crédito de la foto: Tremaine L. Loadholt
Él No fue odio hacia uno mismo. No estaba tratando de torturarme a mí mismo o de matarme a golpes hasta la inexistencia. Sólo quería un descanso de quién era yo, de las cosas que me sucedieron y del éxito que parecía no poder alcanzar. Quería desvanecerme, saltar al cuerpo y la mente de otra persona que no fuera yo. Quería mi libertad: estar desquiciado y alejado de la única persona que conocía mejor que nadie. ¿Pero adivina que? Aquí estoy. Aquí es donde siempre estaré.
«Y recuerda, no importa a dónde vayas, ahí estarás». — Confucio
Durante mis días previos a la terapia, hace aproximadamente dos años, me sumergía en pensamientos negativos. Claro, podría conseguir comentarios positivos, palabras de afirmación, términos cariñosos y difundir amor a los demás; en el fondo, me estaba pudriendo, consumiéndose. No tenía la energía ni quería salvar tema escondido en lo más profundo.
Gran parte de mi vida adulta ha estado plagada de intentos de superar mis logros anteriores y luego de avergonzarme cuando no podía.
Me fui de casa cuando tenía dieciocho años. Mis padres estaban divorciados desde que yo tenía doce años y mi padrastro no era mi persona favorita. Mi mamá tampoco lo era, no en ese momento. Durante esos años y varios antes, ella había estado drogada y era una alcohólica violenta. Entonces, cuando me llamó la universidad, corrí hacia allí.
Cuando alguien a quien amas profundamente amenaza con cortarte cualquiera de tus extremidades utilizables mientras sostiene un machete simplemente porque interviniste para iniciar la paz entre él y su cónyuge, es hora de irse. Mi madre se convirtió en la persona de la que huí primero.
Quería desvanecerme, saltar al cuerpo y la mente de otra persona que no fuera yo.
La única persona que más amaba, independientemente de lo rápido y cruel que ella cambiara, era la persona que abusó físicamente de mí, me robó, abandonó nuestra casa durante días y días para estar con otras personas (olviden el hecho de que sus propios hijos estaban en en casa, valiéndose por sí mismos), me pusieron varios nombres inquietantes y denigrantes, y dijeron en más de una ocasión “Sólo quiero divertirme”, fue la única persona a la que le rogué que me viera; por favor, mírame y ámame. Ella no pudo. No durante…