El más mínimo gesto me dijo todo lo que necesitaba saber.
Imagen tomada y propiedad del autor.
Todos hemos escuchado los tópicos acerca de que las acciones hablan más que las palabras. “Hablar es barato”, dicen. Una imagen vale más que mil palabras.
Pero aún así, mucha gente le da tanta importancia a una frase de tres palabras. Esa frase parece ser el pináculo del “éxito” y la “seguridad” en una relación. Una vez que una persona pronuncia esas tres palabras, su relación ha sido afirmada y validada mutuamente. Ahora hay un significado real.
…está bien, pero ¿y si están mintiendo? ¿Qué pasa si son volubles? ¿Qué pasa si ni siquiera conocen el significado del amor verdadero cuando pretenden sentir algo por ti? Y lo más importante, ¿y si decir una cosa, pero espectáculo ¿otro?
Esta es sólo una pequeña parte de por qué amo (algunos) animales más que (muchas) personas. Los animales no suelen mentir innecesariamente (a menos que sea una cuestión de supervivencia). No suelen decir o hacer cosas porque creen que deberían hacerlo, de acuerdo con algún cronograma arbitrario y socialmente aceptado (o esperado). Los animales a menudo actúan por impulso, instinto y sentimientos innegablemente honestos.
Si un animal confía en ti, probablemente lo sabrás. Si no es así, probablemente usted también lo sabrá. Cuando un animal avanza por las etapas de conocer, confiar y amar a una persona, cada paso es fundamental y palpable. A diferencia de las personas, no pueden darse el lujo de un léxico lleno de verbos apasionados y adjetivos elogiosos que los eximan del requisito de transmitir sentimientos a través de acciones. Los animales simplemente actúan y puedes descifrar fácilmente cómo se sienten y qué quieren decir a través de esos gestos no verbales.
Como adulto que trabaja y hace malabarismos con múltiples prioridades, mantener relaciones puede resultar difícil. Requiere intencionalidad, tiempo, esfuerzo y trabajo continuo. Probablemente esta sea la razón por la que tantos adultos ven que su círculo de amigos disminuye a medida que se alejan de sus años universitarios. (a menudo coincidiendo con el pico de su apogeo social, seguido de un declive constante después de la graduación).